jueves, 22 de septiembre de 2011

Dificultad de la Meditación

Es curioso pero algo que nos hace tanto bien como es tomarse unos minutos para meditar, resulta una tarea sumamente complicada. ¿Por qué?

En ocasiones la respuesta parece hallarse en la falta de tiempo, aunque, bien mirado, tampoco hace falta tanto tiempo.. o  es que diez minutos es un tiempo excesivo. Diría más bien -y me incluyo- se trata de una falta de voluntad, y ¡por qué no! de constancia también.

Pero además es que solemos complicar las cosas más sencillas, y nos escudamos en razones del tipo: "no medito porque no conozco una técnica adecuada". ¿Es esto posible? Hasta cierto punto sí, pues nos alejamos tanto de nosotros mismos que olvidamos lo más obvio: permanecer quietos y serenos y ver qué pasa.

No digo yo que no sea bueno aprender técnicas que nos ayuden, pero esas técnicas tienen que servirnos de ayuda, no de excusa para no realizar tareas importantes para nosotros.

Me ha parecido muy interesante este texto de Osho en el que habla de esa dificultad en determinadas técnicas de meditación que no sirven de ayuda pero sí de cierta vanagloria. Os invito a su lectura y a su posterior reflexión.

"Estas técnicas parecen muy sencillas; lo son. Pero no dejes de probarlas porque parezcan tan simples. Puede que no desafíen a tu ego, pero pruébalas de todos modos. Sucede siempre que nunca intentamos las cosas simples, porque pensamos que son tan sencillas que no pueden ser verdad. Y la verdad siempre es simple, nunca es compleja. No hay necesidad de que sea compleja. Sólo las mentiras son complejas. No pueden ser simples, porque si son simples serán descubiertas inmediatamente.

Y porque algo parece simple, pensamos que de ello no puede resultar nada. No es que de ello no pueda resultar nada; lo que pasa es que nuestro ego sólo se siente desafiado cuando algo es muy difícil. Muchas escuelas y muchos sistemas han complicado sus métodos simplemente debido a ti. No hay necesidad, pero tienen que crear complejidades, trabas innecesarias, para hacerlos difíciles y que tú te sientas bien porque tu ego se siente desafiado. Si algo es muy difícil y sólo unos pocos pueden hacerlo, entonces sientes: Ahora sí; esto es lo que hay que hacer, porque sólo unos pocos pueden hacerlo; raramente puede hacerlo alguien.
Estos métodos son absolutamente simples. Shiva no te está teniendo en cuenta. Simplemente está describiendo el método exacto tal como es, de la manera más sencilla posible. Lo más telegráficamente posible, sólo los requisitos escuetos. Así que no busques ningún desafío para el ego. Estas técnicas no son para lanzarte a un viaje de engrandecimiento del ego. Puede que no te supongan un desafío, pero si puedes probarlas, te transformarán. Y el desafío no es bueno, porque con el desafío te pones febril, te vuelves loco.


Osho, El libro de los secretos


viernes, 9 de septiembre de 2011

El Tarot y los errores de interpretación

Resulta difícil comprender que el Tarot no es un instrumento matemático y que está sujeto a múltiples interpretaciones, en lugar de a una sola limitada y concreta, y eso nos lleva a una imprecisión que hay que valorar. Sí, imprecisión a la hora de traducir; algo que me resulta muy lógico pues, tal y como yo lo veo, el Tarot es una ayuda, pero no se trata de que "alguien" haga los deberes por nosotros, sino de que nos dé pistas que puedan servirnos de consejo para nosotros mismos actuar.

Como digo, la interpretación es difícil y abierta. Se nos ofrecen posibilidades, pero no necesariamente concreciones que nos hagan hacer trampas con la vida y no vivirla con sus incógnitas y misterios aunque sí con una valiosa ayuda. 

Imagina que estás en una universidad y tienes a tu disposición un tutor que puede resolverte dudas, pero no dándote las respuestas concretas, sino ayudándote a buscar y encontrar por ti mismo. En realidad es algo fácil de imaginar si tienes en cuenta el método socrático de enseñanza: responder con preguntas.

Pero muchas personas no desean esto, sino que quieren obtener respuestas muy directas que les permitan anular su propia responsabilidad. Además, también existen errores en los tarotistas al pretender dar una única respuesta inequívoca basados muchas veces en sus propios prejuicios; unos prejuicios que, por muy abiertos y liberales que pretendamos ser, todos tenemos.

El tarotista no tiene la verdad absoluta, y es bueno valorar los múltiples aspectos en una tirada en vez de decidirnos por el camino de la intransigencia. Me gustaría, a modo de ejemplo, comentar alguno de estos errores para valorar hasta dónde puede uno equivocarse y tergiversar en vez de ayudar.

El idioma del Tarot es muy rico, tanto que a veces cuesta trabajo darse cuenta de lo que una carta expresa en una tirada determinada. Si bien cada una de las diferentes cartas del Tarot tiene un significado básico, cuenta además con múltiples variantes que hay que saber estudiar para intentar comprender el adecuado en cada tirada; algo, que como podrá imaginarse, no es tarea fácil.

El problema surge muchas veces cuando el tarotista se aleja en demasía de ese significado básico para adaptarlo a su propia ideología y eso acaba por arruinar la lectura. Por ejemplo, en una ocasión, al inicio de un nuevo reto laboral, una tarotista -con la mejor de las intenciones- hizo una traducción completamente errónea de una carta. En este caso concreto se trataba de El Diablo. Esta carta tiene un significado básico que nos sugiere falta de libertad, obsesión, sumisión, dominación, etc. La tarotista en cuestión dijo que para ella esa carta tenía un fuerte componente sexual y que, por tanto, la aparición de dicha carta en aquella tirada significaba que en el nuevo ámbito laboral iba a darse una pasión amorosa.

Por supuesto esta interpretación era totalmente erronea, siendo la correcta la opresión que iba a experimentar en ese lugar; una opresión que me hacía sentirme atada a algo que no deseaba y que lo iba a vivir malamente, como así fue. Por supuesto que también puede existir una interpetación que nos lleve a la pasión amorosa de la que la tarotista hablaba, pero siempre teniendo en cuenta que se estaría tratando de una pasión, de una obsesión que por supuesto nubla el entendimiento y la libertad. El error de esta persona creo que estuvo por una parte en considerar únicamente un aspecto de la carta, en no relacionarlo con el tema que en este caso era lo laboral y en aplicarle una visión sumamente positiva a lo que no es necesariamente así, pues las connotaciones de El Diablo suelen ser negativas por más vueltas que le demos.

Siguiendo con la misma carta, a veces se sugiere que su aparición anuncia una entrada de dinero. En mi opinión, al no alejarnos del significado básico de la carta, en el caso de que se tratara ciertamente de una entrada de dinero, probablemente nos esté anunciando los problemas derivados de ello; por ejemplo, puede suceder que una entrada de dinero genere dependencias que no conduzcan a un buen fin.

No me parece prudente alejarse del significado básico de la carta y valorar en exceso los secundarios. Tampoco creo que el lector de cartas deba definir de manera excesivamente cerrada una carta que puede contener múltiples interpretaciones. Creo que la labor consiste en valorar las posibilidades y meditar sobre ellas, en vez de dar una respuesta limitada a la riqueza de la vida.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Buscando el sentido de la vida

Tras este periodo vacacional, se me ocurre adentrarme en un terreno filosófico al que no parece hallarse una respuesta clara: el sentido de la vida

Sí, durante milenios el ser humano se ha venido preguntando qué sentido tiene la vida, en el caso de que lo tenga. Y es que si no conocemos nuestro origen de manera inequívoca, a veces resulta difícil concluir si a partir de ese origen todo tiene un fin, una meta; o, si por el contrario, la vida es fruto de una "casualidad" y por tanto carente de un sentido predeterminado. Es decir, podemos partir de una idea que nos lleve al cosmos, a la unión, a la armonía; o bien hacerlo desde el caos y el consecuente sinsentido.

Lo que parece claro es que a este gran enigma tenemos que enfrentarnos de manera personal cada uno de nosotros para hallar su respuesta, y pudiera ser... por qué no... que ahí se encontrara el gran sentido: en la aventura que implica encontrárselo.

Muchas veces, por circunstancias, por momentos difíciles y demás, perdemos de vista el valor de las cosas, y ¡qué duda cabe! que en esas ocasiones, más de una vez perdemos precisamente el sentido de nuestra vida, e incluso vamos más allá y nos preguntamos por el sentido general de la misma. Y vuelvo a hacerme la gran pregunta: ¿y si el sentido fuera precisamente el proceso de encontrarlo? Un proceso que implicaría valorar la vida, valorarla por ella misma, valorarla porque nos pacece digna de ser vivida, valorarla por lo que es más que por su supuesta utilidad.

Creo que es algo hermoso dar un sentido a la vida que nos permita apreciarla, con todo lo que ello implica. Aprender a apreciar la vida podría darle un enorme sentido, y creo que merece la pena realizar este cometido. Quién sabe, pero a lo mejor uno de los grandes sentidos de la vida consista precisamente en buscarlo y ponernos a la tarea de encontrarlo.