martes, 31 de enero de 2012

Ante las dificultades de la vida y de las relaciones

Ante las contrariedades uno no sabe realmente como reaccionar para conseguir algún beneficio, no sólo propio, sino algún beneficio para el mundo.

Soy particularmente sensible a las desavenencias humanas; nos enfadamos, nos ofuscamos, sufrimos por la insensibilidad del otro... ¿Por qué actúa así? ¿Es que no se da cuenta de que...? Pues ahí está el quid de la cuestión: no se da cuenta de... Entonces, ¿cómo hacer para que se dé cuenta? Perder la calma no parece una buena opción por varios motivos:

  • La violencia engendra violencia
  • Nos pierden el respeto
  • Nos perdemos nosotros mismos el respeto

Entonces, ¿qué hacer?

Tumbada en el sofá, durante el tiempo que dedico al encuentro consciente con mi espíritu, con el espíritu de mi Maestro, de mis protectores, con el espíritu de todos, busco y espero la respuesta.

Y entonces aparece una imagen. Aparece mi Maestro. Está sentado a la orilla de un sereno riachuelo. Observo que lanza una sonrisa mientras me mira y mira al río, y entonces dirige mi mirada hacia las piedras que surcan el río. Son unas piedras bien contorneadas y pulidas; unas están en el fondo, otras se elevan por encima del agua, mientras ésta fluye pausadamente. Y me dice que observe con atención. El agua es capaz de introducirse en las piedras; puede que no lo vea pero así es; lo que ocurre es que lo hace de forma tan sutil, que apenas se percibe. Las piedras que ahora vemos tan bien formadas, sin aristas, sin surcos, sin oquedades, fueron en su tiempo pedruscos con puntas dañinas. Pero la suavidad del agua (de las emociones suaves; el agua representa el elemento afectivo, los sentimientos amorosos) incide sin dañar en aquello que a él se acerca, y con el tiempo va remodelando lo que parecía un peligro.

Luego me doy cuenta de que así es. Cuando nos enfrentamos apasionadamente contra alguna actitud que consideramos poco adecuada, normalmente recibimos astillas. No así, cuando se hace con suavidad.

Pero siguen acudiendo imágenes con un significado. Veo un jardín, lleno de verde, y en el centro un pozo. Junto a él estamos mi Maestro y yo. Él me dice que observe. Me da miedo mirar al pozo, su profundidad, su oscuridad, me aterran, me producen vértigo, claustrofobia, angustia. Pero Él me pide que observe, y entonces me doy cuenta. Allá abajo está el agua, y mucho más abajo la tierra mojada. El agua va penetrando suavemente la tierra, y, si seguimos su camino, vemos como poco a poco sube con un nuevo fruto. El verde ha surgido de las profundidades del fango, entre otras cosas, por esa dulce y suave penetración del agua.

Agradezco la enseñanza y trato de recordarla y vivirla en la práctica.


miércoles, 25 de enero de 2012

Signos y Símbolos en el Tarot

Sallie Nichols en su libro "Jung y el Tarot" menciona un punto que me parece muy importante a la hora de trabajar con el Tarot. Ella dice que suele confundirse lo que es un signo con un símbolo y que eso lleva a obtener interpretaciones indeseadas con el uso de esta herramienta. Y yo creo que tiene mucha razón. Vayamos por partes.

¿Qué entendemos por signo o señal? Se trata de una representación gráfica que nos lleva a la comprensión de algo concreto. Por ejemplo, cuando vemos la imagen colocada a la derecha de este párrafo, sabemos que por convención esa señal significa que está prohibido hacer fotos. Existe una señal clara y concreta que nos anuncia una prohibición, y se mos muestra el objeto que está prohibido usar en un determinado lugar. No hay dudas, se trata de un lenguaje aceptado y comprendido, sin que hayan de hacerse otro tipo de especulaciones.

Asimismo, cuando vemos esta segunda señal, por convención sabemos que, de entrada, por la forma triangular, se nos está advirtiendo de que tengamos precaución; pero además se nos indica el motivo para esa precaución: se están haciendo obras en la carretera. Todos lo entienden; no quiere decir ninguna otra cosa más que eso y solamente eso.

Sin embargo, cuando entramos en el campo de los símbolos, las cosas se complican enormemente. ¿Por qué? Porque abarcan múltiples aspectos y no necesariamente evidentes de entrada. Por ejemplo, veamos este corazón. No se trata de un signo sino de un símbolo. Si fuera un signo haría alusión al órgano-músculo que tenemos en nuestro interior y al que llamamos corazón, con sus ventrículos, etc.,  etc. Pero aquí, al poner esta imagen, no estamos aludiendo a la mera anatomía, sino a un concepto abstracto que representamos casi universalmente así: EL AMOR.

Veamos otro ejemplo, ¿quién no conoce esta representación de Picasso? ¿Y a qué alude? No, cuando la empleamos, no estamos advirtiendo que cerca hay un montón de palomas; ni tampoco que podamos encontrar un frondoso olivar. No, nada de eso, estamos hablando de LA PAZ.

Las cartas del Tarot están llenas de símbolos, no signos. Y no sólo existe un único símbolo principal, como La Luna o El Sol, sino infinidad de símbolos diminutos repletos de enorme significado dependiendo del momento y de la pregunta (árboles, pájaros, piedras...). Y todo eso hay que interpretarlo, no siguiendo una guía que relacione objeto con significado, sino atendiendo a lo que puede estar simbolizando en una varidad muy rica.

El Tarot sirve, entre otras cosas, para despertar la intuición, pero como viene a decir Jung con las visualizaciones, se trata de conversar con las cartas, discutir si es preciso para ver todos los enfoques, no para aceptar sin más un destino inapelable, o bien aceptar nuestros temores sin más o nuestros deseos sin valorarlos desde diferentes aspectos y no como verdades inmutables... al fin y al cabo, como preguntaba Pilatos, ¿qué es la verdad? En mi opinión, la verdad ayuda y no debe perjudicar; eso no quiere decir que las respuestas sean siempre favorables pero sí contrastadas con nuestra razón en vez de nubladas por una ciega sinrazón.

Desgraciadamente son muchos los que toman el Tarot como signo en vez de como símbolo, y los resultados son tristes e inquietantes. Más que descubrir la simbología con la filosofía que está oculta en nuestro interior y que las cartas pueden ayudar a descubrir, una gran mayoría busca significados concretos a cada carta, consiguiendo así caer en grandes errores de interpretación. Como decía al principio, tener clara esta diferenciación resulta fundamental al trabajar con una herramienta tan llena de símbolos y significados (en plural y no en singular como suele pretenderse).

domingo, 15 de enero de 2012

Los Reyes de Corazones



¡Qué maravillosa pareja y qué necesaria! 

En el Tarot, las Copas nos hablan del terreno emocional. Normalmente, los Reyes aluden a un hombre, y las Reinas a una mujer, aunque a veces esto no es exactamente así, sino que nos llevan a consideraciones más generales en las cuales el significado se centra más en las cualidades de la carta que en su expresión corporal. Así, los reyes nos transmiten más una acción, mientras que las reinas una posición más de acogida. 

Ambas cartas nos ofrecen su copa llena de amor. Si nos fijamos bien, la Reina de Copas inclina su cabeza para oír mejor los problemas que sus súbditos vienen a someter a su consideración. Saben de su bondad y su buen juicio; con sólo hablarle ya se sienten reconfortados, pero es que además la Reina sabe dar muy buenos consejos pues parten del amor, un amor sabio, generoso e incluso arriesgado, pues las emociones suponen un riesgo que merece la pena acometer. La reina se encuentra junto a la orilla, e incluso, estoy segura, muchas veces se baña en esa playa que a ella se acerca; la reina es receptiva, y, una vez que acoge las emociones, las apoya o las sana, pues tiene una gran capacidad para la comprensión y el ofrecimiento amoroso. 

El rey, por su parte, apoya cualquier acción que lleve y conduzca al amor. Su trono se alza en un isla en medio del agua, porque no le asustan las emociones ya que no se deja cegar por ellas sino que las valora adecuadamente. El rey, como la reina, está lleno de intuición y muestra una gran capacidad para abordar los sentimientos. Él es tierno, una característica que no debe confundirse nunca con la debilidad, pues contrariamente a lo que pueda creerse, la ternura exige una fortaleza y una gran valentía para saber conducirla. Como dije, el rey está asentado en un trono, no se va a dejar zarandear por los vientos emocionales pasajeros, sino que sabe profundizar bien en ellos y actuar en consecuencia. 

No me cabe ninguna duda; las dos cartas hacen una excelente pareja.



martes, 10 de enero de 2012

¿La muerte da sentido a la vida?

En realidad el miedo mayor al que nos enfrentamos es a la muerte. La búsqueda de la inmortalidad, no nos engañemos, ha sido la mayor búsqueda a la largo de la historia del hombre. El terror a dejar de existir es la base de cualquier terror que nos cerque. ¿Por qué la muerte?

La muerte es un reto, es un desafío, es quien os mueve a actuar ya sea de forma negativa como positiva. Pero todos, absolutamente todos deseais vivir PARA SIEMPRE. Y Yo también lo deseo para vosotros. ¿Por qué me veís como vuestro peor enemigo? Vedme, más bien, como un Padre permisivo. Os dejo jugar en el jardín de recreo. Unos lo hacen mejor que otros, pero todos llegarán a hacerlo igualmente bien.
Imagináis que muchos de vosotros, o casi todos, sois doctorados universitarios; pero no es así. Apenas sois pequeños niños en el jardín de infancia. Por eso os falta conocimiento y no sabéis cómo debéis actuar en muchas ocasiones. Pero Yo confío en vosotros. Si no fuera por la certeza de la muerte, no os moveríais para acaparar experiencias. La muerte es el motor de la vida. Y, aquí viene la buena noticia: LA MUERTE NO ES ETERNA.