jueves, 22 de noviembre de 2012

¡Hace un año ya!




Hace un año ya y te seguimos echando de menos. Ayer pensaba que nunca en toda mi vida pasó tanto tiempo sin verte, sin que me hablaras, sin que pudiéramos compartir nuestro cariño. Y entonces empecé a hablar contigo. Quiero creer que me escuchas, que nos escuchas a toda esta familia que tan huérfana quedó de ti y que ¡tanto, tanto, tantísimo te sigue queriendo!

lunes, 19 de noviembre de 2012

25 - LA REINA


Como ya he dicho en alguna que otra ocasión, las cartas claramente femeninas suelen hacer referencia a una mujer, y las masculinas a un hombre, pero esto no siempre es así pues lo que pueden es estar indicando determinadas pautas que corresponden a la persona que consulta sin que hagan directamente alusión a su sexo. La Reina y el Rey muestran aspectos diferentes que, en determinados momentos, pueden referirse muy bien al consultante sea del género que sea.

Una vez dicho esto, vamos a meditar con esta carta de El Symbolón que recibe el nombre de LA REINA, teniendo en cuenta que, aunque en determinados momentos pueda escribir el texto en femenino, está dirigido también a cualquier hombre que se sienta aludido por el tema.

La Reina. A veces, uno se encuentra tan alejado de su propia estima, valoración y fuerza que necesita ponerse un disfraz para ejercer una autoridad que de otra manera no sabría como ejercerla. Éste puede ser uno de los casos de la Reina. En realidad, no confía en ella misma y piensa que tiene que mostrarse autoritaria para que los demás la tengan en cuenta. Y entonces se olvida de un arma mucho más efectiva en muchas ocasiones que el ordeno y mando: la sensualidad, la coquetería, la suavidad, la ternura, la emotividad. 

Cuando uno está seguro de su propio valor, no necesita manipular sino mostrar los encantos que realmente tiene, no los que se adjudica de forma artificial, sino los verdaderos; la fuerza de su propia ternura, de su propia compasión, de su propia donación sin que por ello deba de anularse sino sencillamente completarse al buscar la unidad.

Fíjate en el puño de su mano derecha, debería ostentar un cetro pero no lo lleva, sino que muestra su puño cerrado como símbolo de esa fuerza que en realidad no posee y que por tanto muestra de forma exagerada y puede que incluso un tanto intransigente a veces. Sin embargo, en la mano izquierda, sostiene una manzana. ¿La manzana embaucadora de Eva? No tiene por qué ser así, aunque hay quienes la utilizarían para manipular sin duda alguna. Plantéate tú para qué vas a utilizar la manzana. ¿Para conquistar con sutiliza en vez de con agresividad? ¿Para compartir el alimento que tienes y que otro pudiera necesitar? Ha llegado la hora de descubrirte y saber cómo estás dispuesto a actuar. Si te falta fuerza, busca en tu interior porque seguro que la tienes sin necesidad de imponerla de manera agresiva. Si te da miedo tu sensibilidad,  comprende que es un valor que debes tener muy en cuenta y aprende a mostrarlo sin miedos ni reticencias.


lunes, 12 de noviembre de 2012

24 - LA BATALLA


Batallar, guerrear, luchar.... Parece indudable que en muchas ocasiones nos vemos confrontados a la pelea para obtener logros. Pero, ¿es siempre lícita esa lucha?; ¿sabemos controlar la dosis de agresividad y crueldad?; ¿buscamos siempre un fin lícito o abusamos de nuestra propia fuerza para conseguir lo más apetecible sin valorar su verdadera importancia?

Mucho se ha escrito sobre "el buen combate"; pero no nos equivoquemos ni tratemos de engañarnos; en muchas ocasiones luchamos desde nuestro ego, desde nuestro orgullo herido, desde nuestros caprichos más profundos, e, incluso, desde nuestros deseos reprimidos. ¿Es eso una buena lucha? La clave la tienes en la sombra que se dibuja en la arena que muestra esta carta; la sombra es la tuya misma más que la de tu contrincante. Y es que hay que entender que muchas veces, más que la reacción del supuesto oponente, está la de ese yo encerrado en uno mismo que busca su total reconocimiento.

Cuando luchamos, en el fondo estamos luchando también contra nosotros mismos, y no siempre la victoria va a ser positiva para ese centro interior que clamaba por recibir reconocimiento o cualquier otro tipo de compensación.

Cuando luches, párate a pensar contra qué o quién estás luchando, no vaya a ser que te encuentres con que el enemigo verdadero eras tú  mismo.


miércoles, 7 de noviembre de 2012

La Contemplación

A la vista de comentarios suscitados por el anterior artículo, así como en diversas ocasiones, me doy cuenta de que a veces se confunde el dejar la mente descansar con la meditación o la contemplación. Las palabras de Ma Deva Padma en su comentario al hexagrama 20 del I Ching, referidas por tanto a La Contemplación, me parecen tan aclaratorias que no me resisto a citarlas aquí para ayuda de aquellos a los que pueda interesar:

"La manera de saber si lo que estás haciendo es contemplación o simplemente 'pensar en' es observar qué entendimiento has alcanzado con ello. Pensar en algo puede llevarte a una comprensión más detallada de un suceso concreto, pero la contemplación te lleva a comprender cómo se relaciona este suceso con el gran patrón de tu vida y, en en última instancia, con la vida en sí".


Ma Deva Padma, Oráculo del Tao

domingo, 4 de noviembre de 2012

La sencillez de la meditación

¡Qué poco sabemos meditar! ¡Cuánto nos cuesta sentarnos sencillamente y contemplar! Pero de niños no era así; de niños sabíamos estar solos con el universo; nadie tenía que enseñárnoslo porque traíamos la lección muy bien aprendidita del lugar del que procedíamos. Luego, nos fuimos aclimatando a este mundo, y decidimos adentrarnos en la forma de entenderlo de los adultos (¡como si éstos realmente entendieran el mundo!). Y nos fuimos alejando de nosotros mismos; incluso nos fuimos alejando de nuestra raíces y supusimos que sin la mediación de alguien que nos guiara, no sabríamos retornar al centro mismo de nuestro ser. Y no sólo buscamos ayuda sino que cedimos nuestro propio poder, porque nos daba miedo hacer uso de él, y porque nos resultaba más cómodo que otros asumieran ese trabajo. Pero la pereza y el miedo tienen un precio muy alto: la pérdida del sí mismo.

Meditar es centrarse. Para ello sólo es necesario tranquilizarse y permitir sentir lo que somos; no sólo saberlo o intuirlo sino sentirlo. Y vernos como la parte del universo que somos para poder conectarnos con las otras partes sin dejar cada uno su propia esencia y poniéndola al servicio de todos los demás.

Detente, siéntate, respira, cierra los ojos y ábrete a la posibilidad que te abren tus propias capacidades. No tienes derecho a no desarrollarlas y a no compartirlas. Mírate en ese espacio que se te ha dado, y comprende que hay muchos más que están esperando que desees encontrarlos. ¡Y no tengas miedo! Desecha y mejora lo que no te guste, y enriquécete con los grandes descubrimientos que puedes hacer en un simple rato de meditación: sólo cerrando los ojos y disponiéndote a ser. ¡Tan sencillo como eso! Como hacías cuando eras niño pero aportando la consciencia de tu propia madurez. Haz un hueco en tu tiempo para vivir un momento de meditación y todos nos beneficiaremos de ello.