miércoles, 26 de febrero de 2014

Creo






Yo SÍ creo en vosotros. 
Sois vosotros lo que no creéis
ni en MÍ, ni en vosotros mismos.


lunes, 17 de febrero de 2014

57 - EL SILENCIO


Para algunos el silencio es una bendición; sin embargo, no es así para todos. Creo que el silencio tiene múltiples aspectos. Por una parte está el silencio de la mente, para aquietarla y tenerla dispuesta a la escucha verdadera; pues si uno está lleno de pensamientos que fluyen con rapidez y exceso de palabras, resulta difícil hallar la paz y la disposicion a la escucha. Por otra parte tenemos el silenciar el habla; ¡cuántas veces damos rienda a una cháchara inútil con la pretensión de olvidarnos de la realidad!

En la vida, hay veces en que lo que toca es hablar, expresar aquello que bulle en nuestro interior bien sea para comunicar o bien para compartir, o quizá para aclarar. Hablamos porque es una necesidad que puede solucionar múltiples conflictos e incluso educar. Pero también es verdad que existen momentos en que las palabras no sólo están de más, sino que pueden ser incluso perjucidiciales. ¡Quién no ha experimentado el arrepentimiento por palabras dichas sin pensar en plena discusión! ¡Quién no ha herido al otro por palabras dichas en el momento más inadecuado! Esta carta nos recuerda el valor del silencio. A veces los conflictos se resuelven más en la paz del silencio y en la fuerza del ejemplo que en las palabras y gestos disuasorios.

Acostúmbrate a estar en silencio. No busques el ruido que te hace olvidar quién eres, quién es el otro, e incluso el hecho de que estamos conectados con la Divinidad. Respeta los silencios; no los rehuyas; si bien es verdad que en determinados casos pueden ser una muestra de cierta cobardía, no lo es menos que en más ocasiones de las que podríamos pensar denotan el respeto, la razón y la bienamada paz.


lunes, 10 de febrero de 2014

56 - JUANITO EL SOÑADOR


Es verdad que los sueños pueden ser el preludio de realidades maravillosas y llenas de alegrías; pero también lo es que mirar siempre a las estrellas sin posarse a la vez en el suelo puede conducirnos a situaciones no deseadas. No hay más que ver a nuestro Juanito el soñador; de tanto mirar al cielo, con los lindos pajaritos surcándolo y los múltiples colores de la mariposas distrayéndolo, está a punto de caerse por la brecha que se ha abierto en el puente y que no ha tenido tiempo de verificar.

Sí, a veces cometemos imprudencias de no demasiados buenos resultados. ¡Si sólo nos hubiéramos detenido a contemplar todos los aspectos de la situación, en vez de ser tan descuidados!

La Vida merece ser vivida con entusiasmo, sí; pero también con respeto, dedicación y cuidado. Mirar el paisaje en su totalidad, en lugar de entretenernos sin más en vanos pensamientos es una necesidad para nuestro crecimiento.

Tenemos que ser conscientes de que en ocasiones aunque el error pueda parecer mínimo, lo cierto es que puede acarrear consecuencias de gran alcance; por eso merece la pena poner atención en todo lo que hagamos. Aprendamos del gato que aún dormido esta siempre alerta y dispuesto a resguardarse de posibles peligros. No estropeemos la belleza que se nos da por nuestra mala cabeza de un momento de distracción.


lunes, 3 de febrero de 2014

Lanza bolas de nieve en lugar de pelotas

Cuando entramos en estado meditativo es algo muy usual recibir imágenes simbólicas que nos sirven para entender mensajes importantes. Esos símbolos para mí son como si me hablaran en parábolas que debo desentrañar y aplicar. En la meditación a veces lanzo preguntas, y espero la respuesta y entonces es cuando se presenta de esta manera simbólica. 

Uno de los temas que me preocupa son los conflictos que surgen en las relaciones con el resto de los seres humanos; y es que muchas veces intentamos ayudar o simplemente comunicar, pero el hecho es que esa comunicación no siempre es bien recibida. ¿Por qué? ¿Qué hacer? Y entonces surge la respuesta.

Me muestran a mí lanzando una pelota a otra persona. Y me dicen que ésa no es la forma, que mejor que balones grandes y duros, lance bolas de nieve. Y entonces, poco a poco, voy entendiendo el mensaje.

Es cierto, si uno desea lanzar una pelota a un compañero, éste debe de estar prevenido y haber accedido a utilizar este juego. Es decir, tiene que existir una colaboración del otro y un previo acuerdo. De otro modo, la pelota pudiera ser rechazada, y lo que es peor, su dureza podría hacer mucho daño a quien no está preparado para recibirla.

Sin embargo, una bola de nieve ligera, no de esas bien compactas y duras, sino ligera, suave y blandita, llegará al otro y se deshará en él mojando suavemente su ropa de abrigo. La nieve es agua y por tanto llena de emociones, pues ya sabemos que en el lenguaje simbólico el agua representa las emociones. Aquí, más que la dureza de la materia, o el obligar al otro a que nos devuelva la pelota, lo que tenemos es una entrega llena de emoción que de alguna manera va a alcanzar a nuestro compañero y amigo, pero no le obligará a nada ni le aturdirá.

La bola de nieve, la ternura, la entrega, la libertad de reacción en el otro, no hay obligaciones, no hay fuerza, sólo entrega.