viernes, 26 de abril de 2013

Ejercer la propia responsabilidad

Ya he hablado en otros artículos de Bert Hellinger, el creador de la Terapia Sistémica o Constelaciones Familiares como es más conocida esta terapia. 

Bert Hellinger busca en el orden jerárquico y en la familia de procedencia muchas causas de las malas situaciones vividas por las personas, pero no carga las tintas en responsabilizar al sistema familiar de todo lo que a uno le sucede, sino que, en primer lugar, considera que la propia persona debe de hacerse cargo de su propia curación y de su propia responsabilidad a la hora de resolver e incluso haber creado un problema. Podríamos decir que muchas veces podemos utilizar cualquier terapia como un escapismo de nosotros mismos más que como una profundización y una acción dispuesta realmente a solucionar problemas en lugar de a mantenerlos o a mirarnos con excesiva autocompasión y victimismo.

Me gustaría traer a la meditación personal tres puntos que señala este terapeuta y que me parecen muy dignos de ser tenidos en cuenta, pues demasiadas veces buscamos culpables para que nos lo resuelvan todo, y nos olvidamos de lo principal: mirarnos a nosotros mismos. 

Aquí os dejo estos tres puntos para vuestra propia valoración:


  • "Buscar la solución en el pasado sin haber arreglado lo que sigue pendiente en el presente no llevaría a ninguna parte".

  •  "Existe una jerarquía entre los problemas. Lo inmediato tiene prioridad sobre lo anterior; la familia actual sobre la familia de origen".
 
  • "Yo actúo siguiendo el principio de que cada cliente es capaz de hacerse cargo de su propio problema. Si hay alguien capaz de asumir el problema, en primer lugar, será el cliente mismo. Ninguna persona puede asumirlo y solucionarlo como él".


viernes, 19 de abril de 2013

37 - EL DESACUERDO

Admitámoslo, no siempre estamos de acuerdo los unos con los otros. Y eso no es algo necesariamente malo; lo malo es no aceptarlo, encubrirlo sin afrontarlo. 

En muchas ocasiones tememos una discusión abierta por miedo a no saber controlarnos y perder nuestras razones más que la razón. Mira el manto de la mujer enfurruñada con los brazos cruzados impidiendo dar rienda suelta a su corazón; al final del manto aparece un nudo que nos habla de ese problema sin resolver. Sólo hay una forma de deshacer el nudo: exponerse al precipicio de la discusión. 

Porque discutir no es enzarzarse en una lucha inútil, sino exponer nuestros argumentos a la vez que escuchamos lo que el otro tiene que decirnos. El otro que también parece dispuesto a la pelea si  nos fijamos en sus manos con esos puños que parecen dispuestos a alcanzar algún objetivo de manera violenta; pero no, la daga está bien enfundada, por mucho que aún exista en nuestro personaje masculino una mirada de reproche.

La discusión esconde un peligro; por supuesto que sí; pero si nos preparamos bien, con una genuina intención de alcanzar acuerdos, la espada de nuestros razonamientos se lanza finalmente al vacío sin fuerza para atacar, sino como un puente de unión entre dos visiones diferentes.


viernes, 12 de abril de 2013

Un asunto de humildad - La fe de Tomás

Retrato de joven, por John William Waterhouse
Se atribuye a Buda una bonita frase, más que por la frase en sí, por su  contenido: "Todos los seres nacen iluminados, pero se necesita una vida entera para descubrirlo".

Sí, creo que sin duda alguna todos nacemos con la capacidad de la iluminación, pero, como todas las capacidades, hay que desarrollarlas y eso implica necesariamente el trabajarlas.

En el mundo de lo abstracto, especialmente dentro del esoterismo, parece haber bastantes personas que consideran seres especiales a aquellos que ejercen algún tipo de actividad relacionada con -digámoslo así- lo paranormal. Y cuando digo "seres especiales", realmente se dice que son "seres especialmente dotados" y por tanto "superiores". Bueno, pues el caso es que a mí me gustaría rebatir esta opinión.

No pongo en duda que realmente existen "seres espciales" a los que considero "superiores"; pero no así a todos los que practican algún tipo de habilidad relacionada con el esoterismo. Incluso me atrevería a decir más; desconfío enormemente de quien se cree "especialmente" dotado. Quien así se define, creo que suele tener un exceso de ego del que prefiero huir. Puede ocurrir que sus habilidades sean reales; pero no estoy tan segura de que su ejemplo sea edificante.

Para mí, la práctica o búsqueda de "señales" es un regalo a los más necesitados, entre los cuales me incluyo; un regalo a aquellos que nuestra fe es tan frágil o más que la de Tomás, quien necesitó introducir sus manos en los agujeros dejados en la "carne" de Cristo para poder creer. Ante esta devastadora debilidad parece que el Cielo se compadece de aquellas personas que buscan y tienen miedo, y es entonces cuando les permite adentrarse en algún misterio -por muy pequeñito que sea- que les fortalezca en su debilidad.

Cualquier "habilidad" está en manos de todos; desarrollarla es la labor que le corresponde a cada uno si así lo desea.

Agradezco desde lo más profundo que se nos permita conocer la existencia de "santos" con capacidades que más de uno quisiéramos; pero procuro poner las cosas en su lugar y no alimentar la prepotencia que, con demasiada frecuencia, se observa en el mundo esotérico, e incluso en el espiritual.

La humildad nos hace humanos; y algo para mí tremendamente importante: ¡agradecidos!


lunes, 8 de abril de 2013

36 - LA CULPA


El unicornio, símbolo de la pureza, va a ser atacado por un cazador. ¿Qué culpa tiene este bello animal para que sea abatido sin piedad?

Sin embargo, y aunque quisiéramos pensar otra cosa, el agresor no abriga malas intenciones; sencillamente considera que este animal puede servir para satisfacer el hambre de su gente. Por tanto, en ningún momento parece pasarle por la imaginación que su acción pueda ser reprobable.

Y ahí está el mensaje de la carta: acciones no malamente intencionadas que sin embargo generan culpa.

¡Cuántas veces hemos cometido injusticias y hecho el mal sin que siquiera nos diéramos cuenta! El acto no intencionado no está por ello libre de consecuencias. Medir nuestros pasos, valorar antes de actuar podría evitar males no buscados pero que, desgraciadamente, se cometen.

La culpa, los culpables, las víctimas, los verdugos; todo está ahí pero muchas veces, resulta difícil delimitar con claridad quién es quién en cada historia. Culpas malintencionadas, pero también, en muchísimos casos culpas sin  intención. Nadie quería dañar realmente; ni siquiera era consciente de que se podía hacer daño; pero desgraciadamente se hace, con conocimiento y sin él. Valorar y sobrellevar esa culpa es una carga con la que todos, al menos en algún momento de nuestra vida, debemos confrontarnos; y eso nos puede hacer compasivos con la culpa ajena, porque ¡quién sabe hasta dónde llega el conocimiento de quien la comete!


miércoles, 3 de abril de 2013

35 - EL CEPO

Ha sido acusada y todos murmuran ante su escarnio público. Para que quede constancia aquello de lo que se la acusa, un papel colocado junto a ella lo explica a todo el que quiera acercarse a leerlo. Nada queda oculto. Hasta el perro decide acusarla y no deja de ladrarle, pero ¿es verdad que merece este castigo?

A veces las palabras pueden hacer demasiado daño, y herir profundamente. Sujetar la lengua es una tarea bien difícil, pero lo cierto es que muchas veces se hace necesario para no incurrir en mayores culpas de las ya realizadas.

Las palabras airadas, además de no solucionar nada, pueden volverse contra aquel que las lanza. No importa si son justas o injustas las acusaciones; conviene mantener la discreción y la calma para evitar males mayores. ¿Es esto un acto de cobardía? ¿No será más bien una muestra de inteligencia?

En  muchas ocasiones, las palabras airadas, los gritos, los insultos, no sirven más que para humillar sin que se consiga un cambio de actitud por parte de la persona amonestada; al contrario, el dolor de la herida puede hacer más intenso incluso el supuesto mal comportamiento por el que los demás lo creen merecedor de la reprimenda y el castigo. 

¡Cuida tu lengua! ¡Sé misericordioso! Intenta razonar, pero nunca te excedas en la crítica ni en las malas maneras!