viernes, 25 de noviembre de 2011

Mi padre ha muerto


¡¡¡Te quiero mucho!!!

¡¡¡Todos te queremos!!!

Gracias por darnos tu amor y apoyo,
pues sabemos que siempre fuimos tu prioridad.

¡¡¡GRACIAS!!!

¡¡¡TE QUEREMOS!!!


martes, 15 de noviembre de 2011

La metafísica de las hormigas

Como ya decía el filósofo en la Antigua Grecia, "Sólo sé que no se nada"; eso es bien cierto, pues saber, lo que se dice saber, muy poquito sé. No conozco las causas ni las consecuencias de la gran mayoría de las verdades del Universo; pero lo que sí puedo es vislumbrar alguna. 

Por ejemplo, desde mi experiencia al consultar las diferentes cartas del Tarot, I Ching y demás, sé que siempre dicen la verdad, que no engañan; otra cosa bien distinta es que acierte siempre yo en su interpretación, aunque ésta con el tiempo se haga patente; y otra cosa también es que a veces, en ocasiones muy contadas, no quieran hablar, pero cuando lo hacen siempre dicen la verdad, y me pregunto: ¿cómo es posible esto? Y entonces pienso en múltiples posibilidades. 

Una de ellas sería que nuestra mente sea mucho más poderosa de lo que imaginamos y perciba y emita en muchísima mayor medida de lo que podríamos suponer.

Otra sería que realmente existan seres por encima de nosotros con una perspectiva más amplia que la nuestra, y que decidan comunicarse con nosotros cuando así se lo pedimos o así ellos lo consideran.

Otra pudiera hablarnos de la existencia de una Inteligencia Universal a la que llamamos Dios, que no podemos alcanzar a entender pero que ella sí lo hace con respecto a nosotros, y que también tiene sus formas de comunicación con quienes deseamos escucharle, y con quienes ni siquiera lo intentan.

Y otra, por supuesto, podría ser la unión y combinación de estas tres fuentes. Pero lo cierto es que existen muchas cosas que desconocemos pero que vislumbramos a partir de los efectos.

Y entonces pienso en las hormigas, aquellas hormiguitas que cuando era niña veía cómo caminaban en fila llevando su comida al hormiguero, y cómo yo me cuidaba mucho de no pisarlas y dar un rodeo para evitar tal peligro. Y me veo como una de ellas. ¿Qué les sucede a las hormigas? Cuando llega la hora de salir del hormiguero, lo hacen de manera bien disciplinada para conseguir el alimento que satisfará las necesidades de todas. Salen todos los días a realizar su labor pero, sin que puedan entenderlo, de repente un objeto extremadamente grande y peligroso les dificulta el camino; ellas no entienden lo que es, pero sí conocen los peligros que les suponen. No entienden, ni siquiera pueden ver el verdadero origen de ese peligro; ellas sólo alcanzan a ver una sombra que se acerca de manera inexorable al lugar que han escogido para trazar su sendero. Ellas no saben qué se esconde detrás, pero nosotros sí, porque nosotros somos el origen de esa sombra que termina en un pie revestido de un fuerte y aterrador calzado para las pequeñas hormiguitas. Nosotros sí sabemos que detrás va todo un cuerpo con piernas, brazos, cabeza; ellas, no pueden verlo ni imaginarlo, pero ahí estamos nosotros aunque ellas no lo comprendan.

¿Y qué hay detrás de nuestro cuerpo y de nuestro entorno conocido? Como las hormigas, nada sabemos de cierto, pero sí podemos vislumbrarlo. Y eso es lo que me lleva a tener muy, pero que muy en cuenta, la metafísica de las hormigas en la que estamos inmersos sin ni siquiera saberlo.
 

jueves, 3 de noviembre de 2011

Oración a María

Hoy necesito hablarte a ti, María, la madre de Jesús. 

Creo que la mayoría de las veces que se habla de ti se hace o bien de manera excesivamente edulcorada o bien siendo tu figura vilipendiada. Pues bien pareciera que tu imagen sirviera para demostrar las mil y una teorías de unos y de otros, y se olvidara casi siempre algo esencial: la persona real que hay tras esa imagen. Y a esa persona, María, quiero dirigirme yo.

Te imagino como una niña llena de esperanzas e ilusiones como las de cualquier niño que confía en un futuro prometedor. Y un día, en tu adolescencia, recibiste una llamada con una gran notica llena de esperanza. Ibas a ser la madre de alguien muy especial. Aquello, te aliviaba de todas la complicaciones que luego vinieron; entre ellas la duda sobre si José te tomaría o no por esposa; luego, la maledidencia de los vecinos que siempre parece haberte perseguido, a ti y a tu hijo; las sosprechas entre murmullos sobre un posible embarazo ilícito. Pero poco importaba aquello, pues te sabías madre de un ser muy especial que iba a liberar a todos los hombres. ¡Qué más podías desear!

Y aunque escuchaste también la profecía de los muchos dolores que padecerías por su causa, no te importó demasiado porque seguramente no imaginabas de qué dolores se trataba.

Pienso en ti y veo tu tristeza cuando tu hijo decidió emprender un camino que, además de peligroso, lo alejaba de ti. Y entonces empezaron las presiones familiares. Al fin y al cabo una mujer viuda tenía que escuchar al resto de sus familiares que no parecían muy de acuerdo con los caminos emprendidos por Jesús. Y te hicieron llegar a él para pedirle que abandonara aquel despropósito.

Y tu hijo contestó tan duras palabras, que, aunque sabías que no eran dirigidas a ti sino a quienes no comprendían sus caminos, tuvieron que dolerte: por ti, por él, por todos.

Y un día llegó lo irreparable, ver cómo tu hijo era entregado a la justicia como un vulgar delincuente cuando lo único que había hecho era el bien. Y entonces me pregunto, María, ¿qué oración dirigiste a Dios? ¿Qué oración dirigiste a Adonai a quien tu hijo se atrevía a llamar "Papá"? ¿Fue una oración de queja, de sumisión, de esperanza? ¿Fue acaso una oracion en la que expresaste tu confianza? 

¿Qué oración dirigiste a tu Dios, María? ¿Puedes enseñármela a mí que me debato en la confusión, el dolor y la duda? ¿Puedes enseñármela, María?


miércoles, 2 de noviembre de 2011

La Razón y el Corazón

Durante mucho tiempo estuve recibiendo instrucciones que me decían que no le hiciera caso al intelecto y que me moviera más por el corazón. Me parece un buen consejo pero creo que hay algo muy importante que matizar.

Yo creo que tenemos la capacidad de razonar por algo. Nuestra capacidad intelectual tiene que ser desarrollada. Estoy de acuerdo en que uno no debe detenerse en lo mental sino ahondar en lo “sentimental” (valga el juego de palabras), pero también me doy cuenta de que, en muchos casos, sin un entrenamiento racional e intelectual, se pueden o bien detener los pasos del crecimiento interior, o bien sacarlos completamente de quicio.

A veces me asusta ver con cuanta frivolidad se habla de aquello que no se conoce. Con cuanta sin razón se consideran válidas supuestas intuiciones que sólo dañan en lugar de aportar soluciones. Creo que uno, normalmente, debe prepararse para establecer un juicio crítico incluso sobre las intuiciones que recibe, pues si no, el ser humano no puede ejercer la libertad.

La libertad exige un enorme conocimiento, una profunda consciencia, y, desde mi punto de vista, para ampliar la consciencia es un buen camino el ejercitamiento del intelecto. Sin detenerse en él, sino, por supuesto, vivenciándolo; es decir, poniéndolo en práctica, pues las teorías son sólo teorías, pero lo importante es comprobar vivencialmente lo que es real.

Creo que el corazón también tiene su inteligencia; y que la inteligencia, bien utilizada (es decir, haciéndola un instrumento en lugar de un fin), es una excelente vía para el corazón, siempre y cuando el conocimiento acumulado se desempolve y se ponga en movimiento.