jueves, 28 de agosto de 2008

El "egoísmo sagrado"



Paramahansa Yogananda nos habla de lo que él llama "el egoísmo sagrado". En el tercer volumen recopilatorio de sus discuros, titulado El Viaje a la Iluminación, encontramos un capítulo dedicado a "Visiones de la India: el desarrollo del Ser superior", donde, entre otros temas, se contraponen dos visiones culturales que han marcado enormemente a unos y otros.

Para muchos la finalidad de la vida humana consiste en el servicio, mientras que para otros es
tá en el egoísmo. Y, por increíble que pueda parecer, Yogananda parece apuntar más bien hacia el egoísmo. Pero antes de que el escándalo ofusque mentes y corazones, vamos a entrar en detalles.

Los que ven la vida como un servicio, en realidad la verían como un "abnegado servicio". Es decir, niegan las propias necesidades y deseos, y se embarcan en la difícil aventura de prodigar cuidados y atenciones a los demás.

El problema de estas personas es que suelen identificar el servicio como algo contrario al propio ser, ya que cualquier planteamiento que los ponga a ellos en primer plano es tildado de egoísta y debe ser cercenado.


Desgraciadamente, solemos considerar egoísta de la peor especie a quien se cuida a sí mismo. De hecho, la palabra egoísmo no tiene muy buena prensa, pues ha quedado relegada para describir un gran defecto: elegir el bien para uno mismo haciendo daño a los demás.

Y lo cierto es que el cuidado de uno mismo no tiene porqué caer en el defecto del egoísmo sino en la virtud del autorrespeto. De hecho, ya que egoísmo trata de un defecto, esta palabra ha dado origen a una más actual y que se basa en un aspecto positivo, en la virtud de la autoestima.
Quien no se cuida a sí mismo, dificilmente podrá cuidar a los demás. Solemos olvidar un hermoso precepto que nos enseñó Jesús: "Ama al prójimo como a ti mismo". No dijo que se le amara más, sino como a uno mismo.

Cuando nacemos, lo que tenemos es el ser en unión con otros seres, pero sin negarse mutuamente. Cuando Yogananda habla del "egoísmo sagrado" habla del autorrespeto, de la autoestima, habla del propio cuidado, no para ir contra los demás, sino para, una vez bien atendido y escuchado uno mismo en sus necesidades y deseos, poder escuchar y ayudar a los demás en los suyos.

El servicio no debe implicar autodestrucción, sino atención y cuidado en una doble dirección: el yo y los demás.
Las necesidades y los deseos los tenemos cada uno de nosotros; cerrar los ojos y negarlos no va a ayudar a nadie, porque de tanta represión aparecerá enojo que redundará en perjuicio para uno mismo y para los demás. En mi opinión, saber escuchar las propias necesidades, valorarlas y atenderlas con la debida atención, es requisito indispensable para poder ayudar a los demás... y a uno mismo.

miércoles, 27 de agosto de 2008

Búsqueda de aceptación de los demás





Es mejor ser odiado por lo que eres

que amado por lo que no eres.




* Oráculo de los Amantes, de Sulamith Wülfing.

viernes, 22 de agosto de 2008

LA RUEDA DE LA FORTUNA - (Meditando con las Cartas del Tarot)

LA RUEDA DE LA FORTUNA, la carta número X de los Arcanos Mayores en la baraja Rider Waite, nos hace pensar en cambios. La vida se asemeja a una rueda que da vueltas. Unas veces nos encontramos arriba, otras abajo, otras en el lado derecho y, a veces, en el izquierdo; pero lo que nos aconseja es que estemos preparados para un cambio.

Ante esta palabra el ser humano suele asustarse porque, con esa manía que tenemos, solemos pensar que el cambio puede ser fuente de problemas, pero ¿por qué? El cambio es la esencia misma de la vida. De hecho cuando nada cambia mínimamente, se cierne la sombra del aburrimiento.

El cambio nos da miedo porque implica adaptación, y uno no suele estar seguro de obtener éxito en las nuevas pruebas.

Sin embargo, para saber cómo adaptarse el cambio, sugiero estudiar detenidamente el diseño de Ma Deva Padma para este X de los Arcanos Mayores, que, en el Tarot Osho Zen, recibe precisamente el nombre de CAMBIO; y también penetrar en las palabras de Osho que advierten de lo siguiente.

Para Osho, la mejor manera de acertar en el manejo de los cambios es permancer en el centro de la rueda en vez de dejarse arrastrar hacia la parte exterior. El centro permanece estable, mientras que, a medida que uno se aleja de él, uno corre el riesgo de marearse.

¿Cómo puede permanecer estable la persona a pesar de los posibles bandazos de la vida? Existe una forma y es el entrenamiento en aprender a diferenciar los acontecimientos externos de la esencia interna.

Permanecer centrado es tan importante para los buenos momentos como para los malos; no hay que olvidarlo. El cambio trae nuevas experiencias y la mejor manera de vivirlas es permaneciendo en el ojo del huracán y no fuera de él.

domingo, 17 de agosto de 2008

La Iniciativa en San José

Ya en mi juventud me gustaba la figura de San José. Y a él he acudido varias veces en ayuda; que, por cierto, me brindó. Es alguien a quien quiero mucho y por eso hoy me gustaría hablar algo de él.

Para mí San José es, entre otras muchas cosas, un gran maestro de fe, de acción y de propia iniciativa.

¿Por qué? Tal y como se nos habla de él en los Evangelios, parece que nos encontramos con alguien al que le suceden cosas que no acaba de entender y para las que busca explicación. Una vez valoradas las cosas se pone en acción; es decir, no reacciona sino que actúa.

En primer lugar, descubre que la mujer que va a ser su esposa está esperando un hijo, y él, después de mucho meditar, lo acepta. ¿Lo acepta por fe? Yo diría mucho más, lo acepta por amor: amor muy grande, amor a María, amor a quien viene, amor a la vida. No se opone. Es precisamente cuando busca una salida a esta difícil situación cuando, en sueños, se le explica que no debe temer ni sospechar de María, que lo concebido en ella es fruto del Espíritu Santo. Y lo acepta.

Probablemente, el matrimonio haya tenido que vivir bajo sospecha, pues los vecinos albergarían ciertas dudas; pero él continúa con el compromiso adquirido. Y salva a su hijo y a su mujer cuando ha de hacerlo.

Se nos dice que hubo de huir. No debió de ser fácil tener que buscar nuevos caminos, pero lo hace. Y cuando, una vez más, en sueños se le indica que puede regresar, acepta el consejo, pero (y eso es lo que llama poderosamente mi atención) lo pone en práctica una vez añadida su propia iniciativa. Decide dónde desea él establecerse; y confía en que su criterio será bien recibido por el Cielo.

San José, además de dejarse guiar, en mi opinión también aporta su propia iniciativa. Con el máximo respeto al cielo y a la tierra. Al fin y al cabo, si Dios lo había creado, parece lógico que San José también pensara que le había otorgado, asimismo, herramientas de raciocinio más que válidas para ponderar las cosas y ponerlas por obra.

Y Dios le ayudó. Muy probablemente porque, como dice el Evangelio, era bueno y honraba a su Creador creyendo en los dones que Él mismo le había otorgado.

Me gusta mucho San José. Es un hombre con dudas, que se hace preguntas, pero que, por encima de todo, busca el bien y actúa en consecuencia. Sin duda, tiene mucho que enseñarnos, y a mí me gusta aprender.

jueves, 14 de agosto de 2008

Nuevos blogs

Hay cuatro amigas de este blog que, aunque ya tenían su espacio propio, se han lanzado a nuevas rutas, y me gustaría dejar constancia aquí de sus nuevos espacios para que podáis visitarlas si así lo deseáis:




Pasión:

De su blog "Dios Laico", da el salto a este nuevo al que llama "El Viaje interior":








M. José:

Quien desde su blog "La Danza del Tiempo y el Espacio", nos presenta ahora "Semillas":






Mira Azevedo:

Que ya nos había ofrecido hermosos textos en su blog "Compartir!", pero que por problemas del sistema ha tenido que iniciar un nuevo blog con un nombre muy similar: "Compartir" (pero sin admiración) y cuyo nuevo enlace es el siguiente:


También Su, de "El Rincón de Susu", ha decidido poner casa nueva; la de ahora se llama "Borbotones", y ésta es su dirección:



A las cuatro, ¡¡¡mucha suerte en vuestros nuevos espacios también!!!

Un abrazo grande a todas


martes, 12 de agosto de 2008

EL ERMITAÑO - (Meditando con las Cartas del Tarot)

Llegamos a la carta número IX en el Tarot Rider Waite. Su nombre: EL ERMITAÑO.

Podemos ver la figura de un anciano vestido con un manto y cubierta la cabeza con una capucha. Su mano izquierda se apoya en un bastón, mientras que la derecha alza una linterna iluminada.

¿Qué nos está diciendo esta carta? Nos habla de muchas cosas. Por lo pronto de algo que se adquiere con tiempo, ya que quien aparece en la imagen no es un niño sino un anciano. Se trata de una persona que ha invertido tiempo en la búsqueda de algo. ¿Por qué una búsqueda? Porque lleva un candil encendido, y además un bastón para que le sirva de ayuda en los momentos necesarios.

La luz suele interpretarse como el conocimiento, la sabiduría. Y sí, este hombre se ha lanzado a la búsqueda de la sabiduría, y para ello no ha tenido ningún problema en permitir el paso del tiempo, pero un tiempo en el que no se ha quedado parado a esperar, sino que ha emprendido la marcha.

Y lo que es más, no le ha importado emprender el camino solo si no encuentra a nadie que quiera acompañarlo. Nadie va a detenerlo en esta búsqueda del conocimiento y de lo espiritual. A pesar del frío que implica esa temporal soledad, tiene herramientas más que suficientes para vencerlo y alcanzar su meta.

Esta carta nos habla de momentos en los que tenemos que buscar la sabiduría. Una sabiduría que está dentro de nosotros si sabemos buscarla, pero que alguien ya la ha encontrado sin duda alguna y podría ayudar a quien se lo pidiera, indicándole los pasos a seguir. Es decir, si la persona se da cuenta de que su linterna no alumbra lo suficiente, nada impide buscar a alguien que tenga su lámpara bien llena.


En el Tarot Osho Zen se incide en una característica que suele asustar un poquito: LA SOLEDAD.

Pero cuando uno se dispone a buscar la verdad, no puede depender del criterio de una sociedad masificada con ideas claramente estructuradas.

Cuando uno se lanza a una aventura tan importante, es lógico que no le sea fácil encontrar compañeros en el camino. Sin embargo, una vez alcanzada la cima a la que debería uno llegar, suele encontrarse con la sorpresa de que ya otros llegaron antes que él. Y entonces, sí que celebra la compañía; porque ha tenido el coraje de buscar en soledad y porque ha tenido la alegría de comprobar que no era el único que albergaba una determinada esperanza.

Pero para recibir la recompensa, la persona debe estar dispuesta a ponerse en el camino, a pesar del frío, a pesar de las dificultades, incluso, a pesar de la posible soledad.

Hay momentos en la vida de cada uno en los que cada cual tiene que encontrar la verdad por sí mismo, buscando en su interior, y permitiendo, eso sí, lanzar destellos hacia los demás, así como ayudarse de los que puedan enviarle a él. Todo ello para que la luz aumente y nunca disminuya.


viernes, 8 de agosto de 2008

Figuras en el agua

El baño estaba preparado, sólo faltaba añadirle el aceite espumoso que obrara milagros en la piel.

Era hermoso dejarlo caer en la bañera desde lo alto. Entonces, burbujas de espuma emergían desde el fondo y se disponían a cubrir el caudal de agua estancada.

El momento del baño constituía todo un ritual de placer. Una vez introducido el cuerpo en él, la mente se liberaba y emprendía un largo viaje ayudada por la serenidad que aportaba el líquido y cálido elemento.


Pero antes de emprender viaje, la vista se fijaba en la espuma que, poco a poco, iba separándose en formas diversas. De una completa unidad iban recortándose figuras sueltas que, a su vez, se remodelaban en otras nuevas hasta volver a perder sus contornos y fundirse nuevamente en una unidad.

La imaginación volaba aún más ante la visión de aquellas figuras. La mente y el sentido de la vista iban otorgando nombres a los contornos dibujados sobre el agua.

Al separarse una pequeña porción de espuma de la que había sido su origen iba adquiriendo una forma que la hacía semejante al dibujo de un caracol. Sobre él, otra figura iba desarrollándose; primero semejaba un rostro, más tarde se iba prolongando hasta alcanzar el contorno del abdomen unido al rostro y, por fin, el cuerpo entero de alguien adornado con una bonita melena corta iba tomando una mayor presencia.

Pero aún no había terminado su evolución. A medida que el agua se movía, de las espaldas de aquella figura parecían emerger unas esplendorosas alas, y quien pareciera hombre ya
había dejado de serlo para transformarse en hermoso ángel.

Debajo de él, e
l caracol también se había transformado y ahora se hacía más y más semejante a una morsa gigante. El agua no dejaba de moverse y a cada rato la espuma iba creando nuevas figuras una vez desdibujadas las anteriores. Al final todas volvían a unirse en una sola, la espuma original.

Al salir del baño, los pensamientos del viajero se hicieron más conscientes y quiso razonar. ¿Podría ser lo que acababa de experimentar la imagen de la vida? ¿Por qué no? Todos los seres podían venir de una misma fuente y ser lanzados a un caldo de cultivo primigenio en el que fueran desarrollando nuevas formas y maneras. Primero la unidad, luego el desmembramiento que confiere individualidad, y luego nuevamente la unidad original.

El viajero pensó que de la misma manera que había sucedido con la espuma, cada ser nacido podría ir transformándose en otro nuevo, y a partir de éste otros más surgirían en el universo. Y, dándole vueltas una y otra vez al cúmulo de figuras hechas y deshechas, concluyó que los seres podrían nacer no una sino múltiples veces y con muy diversos aspectos, para volver siempre a un origen común.

El viajero siguió cavilando. ¿No podría ser aquella experiencia una imagen que ayudara a comprender el misterio de la vida con sus posibles reencarnaciones? Formas y formas sucesivas procedentes de un mismo origen y con una meta común. ¿Quién podría negarlo? ¿Quien lo afirmaría? Y el viajero, contemplando su rostro en el espejo, hubo de esbozar una sonrisa.

* La pintura es obra de Frida Khalo, y su título es "Lo que vi en el agua"

lunes, 4 de agosto de 2008

LA FUERZA - (Meditando con las Cartas del Tarot)

EL Arcano VIII recibe el nombre de La Fuerza en el Tarot Rider Waite, aunque quizá fuera más adecuada su traducción como FORTALEZA. Porque de eso habla la carta; no de una fuerza aplicada de manera brava, ni mucho menos, sino la fuerza de la paciencia, de la dulzura, de la confianza, pero aplicada con constancia y tenacidad; en definitiva, la fortaleza.

En la carta podemos ver cómo una mujer con el símbolo del infinito sobre su cabeza abre las fauces del león sin violencia ni temor.

La mujer viste un delantal de flores que nos podrían sugerir el crecimiento de la vida gracias a la suavidad, no al ejercicio de la violencia sino de la constancia y el cuidado. Un cuidado que no es débil ni sensiblero, sino un cuidado atento, firme pero sutil a la vez.

Es de esa manera como la mujer (aparentemente más débil que el león en su fuerza física, pero no así en la mental y la emocional) puede vencer la pasión del león; una pasión que se refleja en su color rojo. El rojo nos estaría hablando, así pues, de energía y pasión muy fuertes y arrebatadoras.

Aunque en el Tarot Rider Waite, el Arcano número VIII se conoce como la Fuerza, hay que decir en en el de Marsella, corresponde a la Justicia. Ambos tarots tienen intercambiados los números, y esto es fuente de múltiples debates en los que yo no voy a entrar. Debido a ese cambio de orden, me pregunto a qué numeración se refiere el Tarot Zen de Osho; pero viendo la libertad con la que se rige, bien pudiera suceder que no sea relevante. De cualquier manera, opto por mostrar la carta que lleva al número VIII, en este Tarot, independientemente de que pueda o no relacionarse con el VIII del Rider Waite, el de Marsella, o ninguno de los dos.

En el Tarot Osho Zen, esta carta recibe el nombre de VALOR. Y como podemos ver se nos muestran unas flores que nacen entre las rocas, y desprenden una brillante luminosidad.

Otra vez las flores, como las que mostraba el delantal de la mujer de la baraja Rider Waite. Flores que nacen de grandes dificultades, pero que se resisten a perecer, y que sabiamente salen a la luz afrontando cualquier riesgo sin temor. Vemos que una es mayor que la otra. Una nació primero, y abre paso a la segunda que, contagiada por la fuerza de la primera, sigue sus pasos, abriéndose a la vida pese a cualquier dificultad que pueda presentarse.

Osho hace referencia al desconocimiento que tiene la semilla de aquello en lo que se va a convertir. De alguna manera esto mismo es lo que ocurre con el león, que desconoce sus excelentes cualidades de fortaleza y las confunde con violencia. Pero, como decía alguien, el crecimiento es imparable, y con suavidad los seres a los que hace referencia esta carta coseguirán descubrir su valía y ponerla a la disposición de los demás. De ahí la luz que desprenden estas hermosas flores. Sólo hay que mostrar el camino con suavidad y paciencia.