Paramahansa Yogananda nos habla de lo que él llama "el egoísmo sagrado". En el tercer volumen recopilatorio de sus discuros, titulado El Viaje a la Iluminación, encontramos un capítulo dedicado a "Visiones de la India: el desarrollo del Ser superior", donde, entre otros temas, se contraponen dos visiones culturales que han marcado enormemente a unos y otros.
Para muchos la finalidad de la vida humana consiste en el servicio, mientras que para otros está en el egoísmo. Y, por increíble que pueda parecer, Yogananda parece apuntar más bien hacia el egoísmo. Pero antes de que el escándalo ofusque mentes y corazones, vamos a entrar en detalles.
Los que ven la vida como un servicio, en realidad la verían como un "abnegado servicio". Es decir, niegan las propias necesidades y deseos, y se embarcan en la difícil aventura de prodigar cuidados y atenciones a los demás.
El problema de estas personas es que suelen identificar el servicio como algo contrario al propio ser, ya que cualquier planteamiento que los ponga a ellos en primer plano es tildado de egoísta y debe ser cercenado.
Desgraciadamente, solemos considerar egoísta de la peor especie a quien se cuida a sí mismo. De hecho, la palabra egoísmo no tiene muy buena prensa, pues ha quedado relegada para describir un gran defecto: elegir el bien para uno mismo haciendo daño a los demás.
Y lo cierto es que el cuidado de uno mismo no tiene porqué caer en el defecto del egoísmo sino en la virtud del autorrespeto. De hecho, ya que egoísmo trata de un defecto, esta palabra ha dado origen a una más actual y que se basa en un aspecto positivo, en la virtud de la autoestima. Quien no se cuida a sí mismo, dificilmente podrá cuidar a los demás. Solemos olvidar un hermoso precepto que nos enseñó Jesús: "Ama al prójimo como a ti mismo". No dijo que se le amara más, sino como a uno mismo.
Cuando nacemos, lo que tenemos es el ser en unión con otros seres, pero sin negarse mutuamente. Cuando Yogananda habla del "egoísmo sagrado" habla del autorrespeto, de la autoestima, habla del propio cuidado, no para ir contra los demás, sino para, una vez bien atendido y escuchado uno mismo en sus necesidades y deseos, poder escuchar y ayudar a los demás en los suyos.
El servicio no debe implicar autodestrucción, sino atención y cuidado en una doble dirección: el yo y los demás. Las necesidades y los deseos los tenemos cada uno de nosotros; cerrar los ojos y negarlos no va a ayudar a nadie, porque de tanta represión aparecerá enojo que redundará en perjuicio para uno mismo y para los demás. En mi opinión, saber escuchar las propias necesidades, valorarlas y atenderlas con la debida atención, es requisito indispensable para poder ayudar a los demás... y a uno mismo.