martes, 12 de agosto de 2008

EL ERMITAÑO - (Meditando con las Cartas del Tarot)

Llegamos a la carta número IX en el Tarot Rider Waite. Su nombre: EL ERMITAÑO.

Podemos ver la figura de un anciano vestido con un manto y cubierta la cabeza con una capucha. Su mano izquierda se apoya en un bastón, mientras que la derecha alza una linterna iluminada.

¿Qué nos está diciendo esta carta? Nos habla de muchas cosas. Por lo pronto de algo que se adquiere con tiempo, ya que quien aparece en la imagen no es un niño sino un anciano. Se trata de una persona que ha invertido tiempo en la búsqueda de algo. ¿Por qué una búsqueda? Porque lleva un candil encendido, y además un bastón para que le sirva de ayuda en los momentos necesarios.

La luz suele interpretarse como el conocimiento, la sabiduría. Y sí, este hombre se ha lanzado a la búsqueda de la sabiduría, y para ello no ha tenido ningún problema en permitir el paso del tiempo, pero un tiempo en el que no se ha quedado parado a esperar, sino que ha emprendido la marcha.

Y lo que es más, no le ha importado emprender el camino solo si no encuentra a nadie que quiera acompañarlo. Nadie va a detenerlo en esta búsqueda del conocimiento y de lo espiritual. A pesar del frío que implica esa temporal soledad, tiene herramientas más que suficientes para vencerlo y alcanzar su meta.

Esta carta nos habla de momentos en los que tenemos que buscar la sabiduría. Una sabiduría que está dentro de nosotros si sabemos buscarla, pero que alguien ya la ha encontrado sin duda alguna y podría ayudar a quien se lo pidiera, indicándole los pasos a seguir. Es decir, si la persona se da cuenta de que su linterna no alumbra lo suficiente, nada impide buscar a alguien que tenga su lámpara bien llena.


En el Tarot Osho Zen se incide en una característica que suele asustar un poquito: LA SOLEDAD.

Pero cuando uno se dispone a buscar la verdad, no puede depender del criterio de una sociedad masificada con ideas claramente estructuradas.

Cuando uno se lanza a una aventura tan importante, es lógico que no le sea fácil encontrar compañeros en el camino. Sin embargo, una vez alcanzada la cima a la que debería uno llegar, suele encontrarse con la sorpresa de que ya otros llegaron antes que él. Y entonces, sí que celebra la compañía; porque ha tenido el coraje de buscar en soledad y porque ha tenido la alegría de comprobar que no era el único que albergaba una determinada esperanza.

Pero para recibir la recompensa, la persona debe estar dispuesta a ponerse en el camino, a pesar del frío, a pesar de las dificultades, incluso, a pesar de la posible soledad.

Hay momentos en la vida de cada uno en los que cada cual tiene que encontrar la verdad por sí mismo, buscando en su interior, y permitiendo, eso sí, lanzar destellos hacia los demás, así como ayudarse de los que puedan enviarle a él. Todo ello para que la luz aumente y nunca disminuya.