viernes, 31 de octubre de 2008

Viktor Frankl: El hombre en busca de sentido

Ante todo, mis disculpas por la extensión de este artículo; pero no encontré la forma adecuada de dividirlo sin que perdiera su hilo conductor. Espero que, aun a pesar de su extensión, lo encontréis de provecho.


Durante muchos años vino a mí el conocimiento de un libro y una persona del que muchos me hablaban. Sin embargo, por una razón u otra fui demorando la lectura del libro, hasta que ha llegado el momento de hacerlo apenas hace un mes.

El autor se llama VIKTOR FRANKL, y el libro "El hombre en busca de sentido". Para quienes no lo conozcan decirles que Vickor Frankl fue un neurólogo y psiquiatra austriaco que sobrevivió a un campo de concentración nazi. A partir de sus experiencias en dicho campo, y de la convivencia con el hombre llevado al límite, esbozó una teoría y una práctica psiquiátrica llamada LOGOTERAPIA (palabra que viene a significar terapia que busca el sentido de la vida).

A Viktor Frankl se le hizo muy palpable el hecho de que para vencer las dificultades, el ser humano necesita motivación y un sentido de la existencia. Y a ello dedicó sus esfuerzos.

El libro cuenta sus experiencias como prisionero y la degradación y superación del ser humano. Además ofrece algunos apuntes muy breves sobre su sistema.


Lo que más me impresionó fue algo que plantea de forma muy aguda. Él dice que siempre le pedimos algo a la vida, pero que nunca nos detenemos a preguntarle a la vida qué nos pide ella a nosotros. Y es así; queremos esto y lo otro, pero ¿qué desea ella para nosotros?; en realidad ¿puede desearnos algo para lo que no estemos preparados o no sepamos disfrutarlo? No lo creo.

Viktor Frankl enfrenta a sus pacientes con su propia resposabilidad. Porque Frankl no parece haber caído en el victimismo sino en la superación. No es él quien decide por el paciente o cliente, sino que le confronta con el propio sentido de su vida; algo que nadie debe darle sino que él debe encontrar. Según sus propias palabras:


"La logoterapia intenta que el paciente cobre conciencia plena de sus responsabilidades personales; en consecuencia, le fuerza a elegir por qué, de qué o ante quién se siente responsable. Por eso el logoterapeuta, entre los distintos psicoterapeutas, es el menos inclinado a imponer a sus pacientes algún juicio de valor, porque jamás permitirá que una persona transfiera al médico la responsabilidad de juzgar su propia existencia".

Por lo que da a entender se trata de una terapia que exige una gran actividad del paciente y no un mero escuchar y obedecer. Se trata de enfrentarlo a una ética y no a un molde ya estructurado. Una terapia que parece muy adulta.

Hace mucho hincapié en el sentido de la responsabilidad, no sólo hacia uno mismo y sus valores, sino hacia los demás, como puede verse en este párrafo:


"Al declarar al hombre un ser responsable y capaz de descubrir el sentido concreto de su existencia, quiero acentuar que el sentido de la vida ha de buscarse en el mundo y no dentro del ser humano o de su propia psique, como si se tratara de un sistema cerrado. La misma argumentación permite afirmar que la auténtica meta de la existencia humana no se cifra en la denominada autorrealización".

Sí, porque para Frankl existe un abuso del término AUTORREALIZACIÓN; una palaba que se usa en demasía con cierto sentido hedonista, olvidando la responsabilidad del ser humano para quienes le rodean. Frankl parte de un sentido de superación personal pero con una base muy profunda de responsabilidad por los demás. Así lo explica él:

"La autorrealización por sí misma no puede situarse como meta. No debe considerarse el mundo como simple expresión de uno mismo, ni tampoco como mero instrumento, o como un medio para con­seguir la ansiada autorrealización . En ambos casos la visión del mundo se convierte en menosprecio del mundo."

Para Frankl, que lo vivió muy de cerca (en aquellos campos perdió a sus padres, a su esposa y al hijo que no pudo nacer), el sufrimiento tiene un lugar importante sobre el que es preciso reflexionar. Incluso entiende que el sufrimiento puede utilizarse en beneficio propio y de la colectividad. Dice Frankl:


"El sufrimiento evitable debe combatirse con los remedios oportunos; el no hacerlo así seria síntoma de masoquismo, no de heroísmo. La psicoterapia tradicional tiende a restaurar en la persona la capacidad para el trabajo y para disfrutar de la vida. Esos objetivos son compartidos tambien por la logoterapia, aunque avanza un paso más al pretender que el paciente recupere su capacidad de sufrir, si fuera necesario, y por ello encontrarle un sentido al sufrimiento".

Por último me gustaría detenerme en algo que me parece extraer de las ideas de Viktor Frankl. Creo que para él era importante destacar que el sentido de la vida no debía ceñirse única y exclusivamente a la búsqueda y disfrute de aquello que da placer, sino, sobre todo, al cumplimiento del deber:


"Cuanto más se afana el hombre por conseguir la autorrealización más se le escapa de las manos, pues la verdadera autorrealización solo es el efecto profundo del cumplimiento acabado del sentido de la vida. En otras palabras, la autorrealizacion no se logra a la manera de un fin, mas bien como el fruto legítimo de la propia trascendencia".

A veces pienso si no nos habremos olvidado demasiado de que nuestra vida no nos pertenece únicamente a nosotros mismos. ¿Dónde quedó el sentido de ser miembros de una colectividad adulta y mejorable gracias al esfuerzo de cada uno?

martes, 28 de octubre de 2008

Ese lado oscuro... ¿es el mal?


No, la oscuridad no es el mal, sino el DESCONOCIMIENTO.


Llegará el día en que todos conozcáis incluso
esa parte oculta de vuestro corazón.

Y, entonces, descubriréis la FELICIDAD de la VIDA.

sábado, 25 de octubre de 2008

La Culpa... a raíz de vuestros comentarios

Vuestros comentarios sobre la culpa me han hecho reflexionar mucho sobre este tema que, nos guste o nos disguste, parece perseguirnos.

Como ya dije, en muchas ocasiones somos culpables; por lo menos en alguna ocasión. No siempre actuamos con buena voluntad, y ya sea con plena consciencia, con media consciencia o inconscientemente, lo cierto es que no siempre podemos estar muy orgullosos de nuestras actuaciones.

Pero una cosa es que nos sepamos culpables y reaccionemos de manera constructiva ante este reconocimiento; y otra muy distinta es que, o bien nos estanquemos en el dolor y, siguiendo un dicho expresado en
castellano antiguo decidamos "mantenella y no enmendalla", o bien que esa culpa consiga destrozarnos por el dolor que nos causa.

Yo creo que la culpa debe verse como una clarificación sobre lo obrado y como la posibilidad de corrección. Si no acabamos de estar a gusto con nuestra conciencia; lo lógico es que más que martirizarnos busquemos la causa y la reconozcamos. A partir de ahí podemos emprender el camino de corregir el mal cuando es posible (no siempre lo es); o bien realizar el bien en otros campos. De nada sirve llorar por las esquinas si volvemos a obrar mal, en vez de que nos sirva de aprendizaje de nuevas y buenas acciones.

Yo creo que existen culpas propias y culpas a las que nos adherimos por múltiples razones. La base suele estar en el amor, pero en un amor mal enfocado. Por ejemplo, y este tipo de situaciones se ven mucho en las Constelaciones Familiares, imaginemos que un familiar comete
una determinada maldad con plena conciencia (bueno, lo de plena conciencia siempre es relativo; con ello quiero decir que no lo hace de manera totalmente inocente). Sus familiares pueden actuar con cierto odio hacia ella (lo cual engendra una nueva culpa) o asumir el pecado de la misma por la pena y la vergüenza que les supone. ¿Con eso que se genera? Ampliar el daño.

En los casos en que el mal se ha obrado de manera totalmente inconsciente, sucede lo mismo; la persona que lo ha realizado y la allegada viven con tal pena la situación que se traspasan la carga y se "ayudan" mutuamente asumiendo la culpabilidad. ¿Con eso qué se logra? Demostrar que nos importa el otro, pero ampliar el daño sin curarlo.

Algo que deberíamos aprender a ver es a diferenciar el
pecado del pecador. Pensar que quien ha cometido una mala acción, con el desarrollo adecuado podría realizar varias buenas. Siempre me he preguntado, por ejemplo, cómo lograron convivir víctimas y verdugos tras las guerras (sin ir más lejos, los terribles problemas que tuvieron que provocar los extremismos nazis). ¿Puede un hijo de un fanático nazi amar a su padre? Creo que sí, y eso le puede llevar a dos posturas: o a hacerse él mismo como su padre por compañerismo, o a asumir con dolor y vergüenza la culpa cometida por su progenitor, lo que le creará un conflicto muy difícil de soportar. Mejor que cualquiera de estas dos posturas, ¿no sería mejor reconocer que uno quiere a su padre aunque no esté de acuerdo con él, y volcarse en acciones en beneficio de los derechos humanos como una contribución constructiva que lave el mal y desarrolle un mundo mejor?

Si algo tiene de bueno la culpa es que nos confronta con nuestra propia conciencia y nuestra ética; y, además, nos pone en el camino de las buenas acciones. Dolor, sí; pero el justo, el momentáneo... luego... ¡a seguir caminando irradiando esa mayor luz que aporta el reconocimiento!


viernes, 24 de octubre de 2008

LA CULPA - Parte II - Meditando con las Cartas de EL SYMBOLON

Continuando con el tema de la culpa, veamos ahora otras dos cartas que nos explican dos formas distintas de encararla.

La primera que he elegido se llama EL CASTIGO. Existen personas que ante el reconocimiento de haber obrado mal, o por lo menos no haber hecho todo lo que en su deseo de perfección buscaban, deciden autoflagelarse, autocastigarse. De esa manera buscan una liberación para su mal.

Un corazón traspasado (como podemos ver en el cuadro del fondo), un conocimiento que no supimos valorar (como nos sugiere la vela encendida), lleva a la persona a un
deseo de dañarse a sí misma; bien para dar la razón a quien de alguna manera le castiga con sus actos, bien para "compensar" y "pagar" por la posible falta cometida.

Ahora la pregunta sería: ¿tiene todo este autosufrimiento algún sentido? Mi respuesta es que no. Tan sólo permite un falso desahogo y una permanencia en el abatimiento. Y eso ¿a quién beneficia?

Se trata, en muchos casos, de una neurosis compulsiva. La persona piensa que aplicando todo ese ritual de autocastigo podrá evitar el mal. Pero lo cierto es que lo único que puede evitar el mal provocado por uno mismo es la voluntad y la consciencia; ¿dónde se encuentran estas dos vías en la práctica del autoflagelamiento? Encarar las cosas, no ocultarlas bajo capas que las complican aún más.


Y eso nos lleva a la segunda carta seleccionada: LA CONFESIÓN.

Existe otra forma, a mi juicio mucho más productiva, para encarar la culpa y es confesarla, bien a la persona qu
e creamos haber perjudicado, bien ante nosotros mismos, bien ante alguien imparcial en el asunto. Sólo ese reconocimiento puede traer paz.

Al confesar desarrollamos otra virtud a la que a veces se nos obliga pero que en esta ocasión
aceptamos de manera voluntaria: la humildad, que no la humillación.

Reconocer las propias faltas es un ejercicio de humildad, sin duda alguna; que nos las echen en cara puede ser una humillación, dependiendo de dónde venga la recriminación y de la intención subyacente para lanzarla, eso por descontado.

Confesar, reconocer en vez de gastar nuestra energía en mayores daños que a nadie, absolutamente nadie, benefician.




martes, 21 de octubre de 2008

LA CULPA - Parte I - Meditando con las Cartas de EL SYMBOLON


Iniciamos ahora una serie de dos entradas en las que vamos a meditar sobre un aspecto de gran importancia para el ser humano: la culpa y la forma de superarla.

¿Quién no se ha sentido culpable
alguna vez? Como dicen las Cartas de EL SYMBOLON, el único momento en que el hombre vivía sin culpa fue en el Paraíso. Desde entonces, nos persigue ese sentimiento del que intentamos despegarnos como sea.

La carta que recibe el nombre de LA CULPA en el mazo Symbolon, nos muestra a un bello unicornio bebiendo plácidamente y completamente ajeno al guerrero o cazador que ha puesto sus ojos (y, consuecuentemente, su lanza) sobre él.

El unicornio es el símbolo de la inocencia, de la pureza. ¿Qué ma
l ha hecho para que alguien desee dañarlo?

La carta nos muestra una relación víctima / verdugo, en la que debemos indagar qué papel interpretamos nosotros. Pero normalmente no es tan fácil como establecer lo negro y lo blanco; ni mucho menos, puesto que en nuestras vidas y, consecuentemente, en nuestras conciencias, lo que abunda es una amplia variedad de matices grises.

En la mayoría de los casos, todos, absolutamente todos, tenem
os implícito algo de víctimas y algo de verdugos; la cosa está en averiguar en qué grado se encuentran cada una de esas actitudes.

A veces, el daño causado es intencionado, pero qué duda cabe de que en otras (las más de las veces) suele ser inintencionado. No hay mala fe en él. Un cazador puede buscar los poderes del unicornio; pero también puede ocurrir que lo confunda con un caballo, por ejemplo, como portador del alimento que necesita, sin pensar en el mal que puede estar haciendo.

La carta nos sitúa ante una pregunta que hay que responder con sinceridad: ¿Somos culpables o inocentes? ¿Actuamos movidos por malas o buenas intenciones en el fondo de nosotros mismos? La carta nos pide que observemos de verdad nuestra conciencia, y que tengamos el valor de encarar un hecho: que la inocencia absoluta, al igual que la culpabilidad total, es difícil de encontrar.

Deberíamos ser humildes para comprender esto. Como se dice en el Evangelio: "La verdad nos hará libres". No hace falta engañarse, sino bucear en nuestra conciencia y valorar nuestras acciones hasta donde nos permitan nuestras posibilidades para ser cada día mejores.

La siguiente carta recibe el nombre de LA INQUISICIÓN. Se nos muestra una sala donde se celebra un juicio. Vemos un severo tribunal, donde el juez principal parece acusar con el gesto de su mano a una mujer que se humilla ante él. El público asiste a tal espectáculo.

Alguien está siendo juzgado. ¿Con quién te identificas, con el juez, con el reo, con el público?

La figura del juez, en este caso nos podría estar hablando de una presunción por su parte de conocer toda la verdad, pero ¿realmente la conoce?

Por otra parte, quienes han llevado ante el tribunal a esa mujer, podrían actuar movidos por esa misma presunción. Han juzgado, han criticado una determinada conducta, pero ¿realmente están legitimados para hacerlo?

Esta carta nos puede hacer pensar en la importancia que adquiere la inflexibilidad ante determinadas situaciones. Uno no está dispuesto a tolerar puntos de vista distintos al suyo y, por tanto, juzga y critica, antes de pararse a pensar y desarrollar nuevas ideas.

La víctima podría ser culpable o inocente; pero de lo que sí estamos seguros es de que es alguien rodeado de personas que la critican y no la consideran digna de confianza. Incluso pudiera darse el caso de que es la propia acusada la que se siente culpable y por eso se presenta ante el tribunal con la cabeza baja.

El público acude pues necesita saber dónde se encuentra la verdad; sin darse cuenta, de que es una búsqueda individual a la que no se puede asistir como mero observador. Víctimas, verdugos... observadores; todos llevamos algo de esto en nosotros: ¿en qué momento te encuentras tú ahora?

sábado, 18 de octubre de 2008

¿Quién dijo que fuera imposible?


Paulo Coelho escribió esta pequeña historia en su libro "Maktub".



-Cuando empieces tu camino, encontrarás una puerta con una frase escrita en ella -dice el maestro-. Vuelve y dime qué dice esa frase.

El discípulo se entrega en cuerpo y alma a la búsqueda. Un día ve la puerta y vuelve junto al maestro.

-Estaba escrito al comienzo del camino: "Esto no es posible" -dice.

-¿Dónde estaba eso escrito, en un muro o en una puerta? -Pregunta el maestro.


-En una puerta -responde el discípulo.

-Pues pon la mano en la manecilla y abre.


El discípulo obedece. Como la frase está pintada en la puerta, se va moviendo con ella. Con la puerta totalmente abierta, ya no puede leer la frase, y sigue adelante.

Paulo Coelho, Maktub

martes, 14 de octubre de 2008

EL COLGADO (Rider) y LA NUEVA VISIÓN (Osho) - (Meditando con las Cartas del Tarot)

La carta número XII en el Tarot Rider Waite, es conocida como EL COLGADO. Ante la visión de esta carta, más de uno sentirá una cierta inquietud. Al fin y al cabo, no parece muy lógico que una persona cuelgue cabeza abajo de lo que parece ser una parra o bien un árbol. Pero, si uno se detiene en el rostro de la figura, podrá darse cuenta de dos cosas: en primer lugar, un aura dorada le rodea la cabeza, y por otra parte, el rostro no refleja sufrimiento. ¿Qué puede significar esto?

Antes de entrar en posibles explicaciones, sigamos observando. Vemos que la figura cuelga de un pie, mientras que la otra pierna permanece cruzada tranquilamente, incluso, con una cierta chulería.

Y por último, podemos fijarnos en los brazos, probablemente atados a la espalda de este personaje.

El colgado nos habla de un sacrificio y de un parón. Un sacrificio que no es estéril, que sirve para algo. De ahí podría venir ese aro dorado rodeando la cabeza. La persona crece porque es consciente de la valía de su presente estancamiento y probable sufrimiento que le depara. Sabe que si quiere algo, debe tomarse tiempo y permitir un cierto sacrificio por su parte. Además, no se nos dice que ese sacrificio deba ser algo extraordinariamente difícil, sino que advierte sobre una realidad; la realidad de que cuando uno desea un determinado objetivo, debe desarrollar la virtud de la paciencia y la fortaleza, y aceptar los aparentes impedimentos como desafíos que aportan sabiduría.

Las manos atadas a la espalda, podrían añadir algo importante. Que uno quiza no tenga demasiadas posibilidades de iniciativa; es decir, su actividad se reduce a saber esperar de forma productiva; pero no a emprender acciones. Y es que, en algunas ocasiones, la mejor acción es precisamente la inacción.


En el Tarot Osho Zen, esta carta recibe un nombre que anuncia un resurgimiento, se llama LA NUEVA VISIÓN.

Vemos que la persona se va levantado, desde una postura que la acerca al suelo hasta otra en la que se eleva hacia el cielo. ¿Y todo esto cómo lo logra la persona? Entendiendo la razón del crecimiento y permitiéndolo; aunque suponga ir pas
o a paso, deteniéndose un poco en cada etapa pero continuando cuando llega el momento de hacerlo, sin deterner el natural progreso.

En palabras de Osho: "
llegamos a saber por la experiencia que lo oscuro y lo difícil son tan necesarios como lo llevadero y fácil; entonces, comenzamos a tener una muy diferente perspectiva del mundo".

Las figuras geométricas que se distinguen son símbolos en los que el cuadrado hace referencia a nuestra existencia material o terrenal; el círculo, nos habla de lo espiritual; y el t
riángulo, es la unión de ambos mundos. Transitando por la vida, sabiendo avanzar y detenerse cuando hace falta, vamos integrando nuestro ser y haciéndolo quien verdaderamente está destinado a ser.


domingo, 12 de octubre de 2008

Arte y Diseño


Me gustaría daros a conocer una nueva vía profesional de una amiga de muchos de nosotros, Agualuna. Y para quien no la conozca aún, a lo mejor no estaría de más pasearse por esta página:



Nuestra Agualuna ha decidido lanzarse de manera profesional a engrandecer el mundo del diseño. Aquí tenéis alguna muestra para cuando necesitéis sembrar de color la vida de amigos, colegas profesionales y demás.
















Además, hace diseños personalizados, así que, si alguna está interesado... seguro que Susana pone en marcha toda su creatividad para vosotros.


¡¡¡Suerte, Susana, en tu nueva empresa y que Dios te bendiga y la bendiga!!!



Un regalo de Dios



El amor que tenemos es un regalo de Dios para nosotros,

lo que nosotros hacemos con él es nuestro regalo a Dios.



* Oráculo de los Amantes, de Sulamith Wülfing.


jueves, 9 de octubre de 2008

¿Qué buscamos a través de la Regresión?


Antes de empezar, me gustaría explicar un poquito lo que es una REGRESIÓN. Se trata de una forma de recordar acontecimientos pasados que pueden ir en una doble direccion.

Por una parte está la Regresión que va haciendo que la persona recuerde acontecimientos pasados de su vida que, probablemente, están en su inconsciente para hacerlos conscientes. Se ayuda a la persona a que pueda concentrarse y dirigir su visión hacia situaciones que se desarrollaron bien cuando tenía 15 años, o 4, o incluso en el vientre materno.

Y por otra parte está la Regresión que ayuda a enfocar la visión en posibles vidas pasadas. Es decir, en este caso se habla de la posibilidad de la Reencarnación.

Por supuesto, ambas experiencias pueden estar te
ñidas de un cierto subjetivismo, pero, incluso en ese caso, el hecho de que una persona vea ciertas situaciones y de determinada manera, en vez de ver (o imaginar) otras, psicológicamente significa mucho, y eso me parece que es muy importante tenerlo en cuenta.

Así que considero de suma relevancia el que la persona sea crítica con aquello que ve y le de la importancia necesaria: ni más ni menos. Eso sí, esa crítica no debe hacerla mientras desarrolla la regresión, pues de otra manera podría distorsionar el mensaje que le conviene recibir.

Y esto me conduce a la pregunta que lanzo en el título de esta entrada: ¿Qué buscamos a través de la regresión?

Desafortunadamente, muchas veces lo que uno busca es o bien una justificación para sus actos, o bien una satisfacción para su ego.
Ninguna de estas dos cosas son buenas. Vayamos por partes.

Uno no puede justificar el daño que hace a otros, por ejemplo, amparándose en el hecho de que en su pasado o en otra vida o vidas anteriores se le haya perjudicado a él. Lo que debería hacerle entender la REGRESIÓN, es una razón para esa especie de compulsión que existe, pero una razón no para justificar sus actuales acciones erróneas, sino para comprenderlas y desprenderse de tal hábito.

Tampoco sirve de nada irse dando ínfulas de que uno fue rey, o ilustre pintor o reconocido científico. Nada de eso le serviría en su vida actual ya que en este momento no es ninguna de las tres cosas. Lo que sí le sirve es saber que lo fue y que por tanto no necesita serlo otra vez; y, sobre todo, aprender del resultado de sus acciones y sacar provecho para sí mismo y para el resto de sus congéneres en su vida actual.


Según mi modo de ver la cosas, la REGRESIÓN, cuando es bien enfocada, nos puede alcanzar aspectos de tran importancia y muy beneficiosos, siempre que se descarten los errores anteriormene citados. La REGRESIÓN puede conducirnos a nuestra esencia; a eso que siempre somos con independencia de que hayamos ejercido el papel de príncipe o de mendigo; lo que parece que permanece es una esencia, una actitud en los dos casos.

Intentaré explicarme. Existe un autor muy interesante que suele escribir sobre ciencia ficción, Kim Stanley Robinson, que escribió además una novela en la que aborda la reencarnación de manera muy lúcida según yo lo veo y que se titula "Tiempos de arroz y sal". Allí, entre otras cosas, este excelente autor explica la idea que acabo de apuntar a través de sus personajes. Por ejemplo, explora el caso de un "alma" rebelde, que encarna a veces en un personaje poderoso o en uno sin apenas poder, en alguien lleno de bondad o vacío de ella, pero que siempre mantiene esa esencia que lo define: su rebeldía; otra cosa es cómo va a enfocarla en cada vida.

La REGRESIÓN no debe ser vista como una forma de darnos "autobombo", sino como un maravilloso regalo para aprender y así seguir avanzando de manera plena y consciente. Nunca debe prostituirse una herramienta tan valiosa, exista o no la reencarnación, ya que lo qué sí parece claro es que el inconsciente tiene imágenes precisas para ayudarnos si las buscamos.

lunes, 6 de octubre de 2008

Una forma de perdonar


El perdón es una tarea extraordinariamente difícil en la mayoría de los casos. El perdón surge en las almas verdaderamente inocentes; y no es que no las haya, no, pero abundar, diría yo que no abundan.

Muchas veces pregunto en mis meditaciones cómo perdon
ar, porque muchas veces me surge la petición de que lo haga. Se me han dado diferentes respuestas para ponerlas en práctica y aquí me gustaría compartir alguna.



¿Cómo perdonar?


  • Entendiendo, comprendiendo que todos tenemos la posibilidad de ser constructores o, por el contrario, destructores.

  • Saber que aquello que reprochamos lo hemos podido hacer nosotros mismos en otras vidas (o lo podríamos hacer si surgiera la oportunidad).

  • Saber que aquello que nos disgusta lo hacemos nosotros mismos en alguna que otra situación y circunstancia.
Por tanto, parece claro que el mismo mal y el mismo bien que hacen los demás, lo podemos hacer cada uno de nosotros; eso si no lo hemos hecho ya.

Lo importante es enfatizar el hecho de que las situaciones cambian, y también el corazón se va formando gracias, precisamente, a esas situaciones.

Esta comprensión facilita enormemente la tarea del perdón.

Situarnos por encima de los otros, diciendo aquello de que yo en su caso no lo haría, no conduce a ninguna parte; porque, en realidad, ¿podemos asegurar que no lo haríamos?

jueves, 2 de octubre de 2008

LA JUSTICIA y EL AVANCE - (Meditando con las Cartas del Tarot:)

La Carta número XI en el Tarot Rider Waite es LA JUSTICIA. Vemos a una mujer serena y majestuosamene sentada sobre un trono flanqueado por dos columnas. Dos columnas; para mí eso nos habla de equilibrio.

La mujer ostenta una corona, con una piedra preciosa justo en el centro. Nuevamente me parece estar viendo el "tercer ojo". Por supuesto, la Justicia tiene que saber utilizarlo para obtener el conocimiento necesario a la hora de contemplar las causas y sus efectos.

En su mano izquierda sostiene una balanza que intenta equilibrar. Y
en su mano derecha alza una espada: la rectitud, la decisión tras un análisis detenido y pausado.

La carta de LA JUSTICIA nos habla de que todo efecto tiene una causa, y que, por tanto, debemos considerar muy bien lo que hacemos ya que tendrá consecuencias.


LA JUSTICIA es noble y transmite serenidad, equilibrio y decisión.

Aquí la vemos ataviada con una túnica roja. Sin embargo, a mí me gusta verla vestida del color rosa; y así la vi en mi Meditación. ¿Por qué? Porque el rosa es el color del amor; y LA JUSTICIA no puede ser "justiciera", sino "justa" que es muy distinto. LA JUSTICIA no puede actuar sin amor, porque de otro modo ¿dónde estaría nuestra salvación?


En el Tarot Zen de Osho, la carta número XI recibe otro nombre muy diferente: EL AVANCE.

Vemos a un joven que, con una fuerza arrolladora, destruye los muros que lo mantenían oprimido. De su plexo solar surge una poderosa luz. Ha logrado vencer su ira, y su desbloqueo no obedece a la violencia ciega sino a un profundo despertar.

La carta nos puede enseñar cómo los bloqueos, las ataduras, se superan aplicando la consciencia serena y franca; no con engaños ni revanchas ciegas.

Y, por supuesto, una vez descubierto el problema, se necesita dar el paso adelante que nos lleve a la acción. Ha llegado el momento de avanzar lúcidamente.