lunes, 6 de octubre de 2008

Una forma de perdonar


El perdón es una tarea extraordinariamente difícil en la mayoría de los casos. El perdón surge en las almas verdaderamente inocentes; y no es que no las haya, no, pero abundar, diría yo que no abundan.

Muchas veces pregunto en mis meditaciones cómo perdon
ar, porque muchas veces me surge la petición de que lo haga. Se me han dado diferentes respuestas para ponerlas en práctica y aquí me gustaría compartir alguna.



¿Cómo perdonar?


  • Entendiendo, comprendiendo que todos tenemos la posibilidad de ser constructores o, por el contrario, destructores.

  • Saber que aquello que reprochamos lo hemos podido hacer nosotros mismos en otras vidas (o lo podríamos hacer si surgiera la oportunidad).

  • Saber que aquello que nos disgusta lo hacemos nosotros mismos en alguna que otra situación y circunstancia.
Por tanto, parece claro que el mismo mal y el mismo bien que hacen los demás, lo podemos hacer cada uno de nosotros; eso si no lo hemos hecho ya.

Lo importante es enfatizar el hecho de que las situaciones cambian, y también el corazón se va formando gracias, precisamente, a esas situaciones.

Esta comprensión facilita enormemente la tarea del perdón.

Situarnos por encima de los otros, diciendo aquello de que yo en su caso no lo haría, no conduce a ninguna parte; porque, en realidad, ¿podemos asegurar que no lo haríamos?