sábado, 27 de noviembre de 2010

Ocho de Bastos y Ocho de Espadas en el Tarot Rider Waite - Meditando con las Cartas del Tarot


Con el Ocho de Bastos en el Tarot Rider Waite, se nos puede estar indicando que algo ya se ha empezado a mover en nuestra dirección y pronto tendremos noticias.

¿Esperas un acontecimiento? Puede que ni siquiera lo esperes, pero lo cierto es que el movimiento ya se ha iniciado y pronto pdrás ver los resultados. 

Mira cómo florecen los bastos. Las noticias pueden traer un nuevo empuje, una fuerza regeneradora. ¡Quién sabe! Pero, lo cierto es que ¡algo empieza a moverse en el horizonte!



¿Y qué crees que podría estar diciéndote este Ocho de Espadas? La persona se muestra inhibida para la acción y para los sentimientos. No ve posibilidades, se encuentra con un muro de espadas que cree no le permiten moverse de ese círculo en el que la tienen constreñida; se cree atada por las circunstancias y parece impedida de todo movimiento. Pero, ¿es esto así realmente? 

El que una persona no vea caminos no quiere decir que no los haya, sencillamente nos dice que la persona, en un momento determinado de su vida, parece habitar en la confusión.

Que alguien se sienta rodeado de un muro que le parece limitante y castrador, puede que nos hable, no necesariamente de la existencia real de tal muro, sino de la inhibición que la propia persona manifiesta, con razón o sin ella.

Y con respecto a sus ataduras, ¡quién no las tiene!, pero si uno se decidirea a ver y a ponerse en movimiento, podría descubrir que tiene la capacidad de quitárselas de encima.

El riachuelo nos muestra que ha secado sus emociones, ¿quizá por miedo a mostrarse como realmente es?

Al fondo se vislumbra una ciudad, un lugar en donde ser acogida, pero es cierto que hay que subir una ladera para acceder a ella. ¿No habrá llegado ya el momento de desprenderse de tanta limitación propia y ponerse en movimiento hacia la realidad de uno mismo?


martes, 23 de noviembre de 2010

¿Sacerdocio de Jesús?

Cuando leo sobre Jesús, observo algo (entre otras muchas cosas) que me llama la atención: nadie dice de Él que sea un sacerdote, sino un Maestro.

Mis conocimientos sobre el mundo judío (y mucho menos sobre la ortodoxia de la época en la que vivió Jesús) no me permiten entablar un debate abierto, pero por lo que veo (teniendo en cuenta otros estudios) Jesús entraba en las sinagogas, oraba y explicaba; pero en ningún momento se hace mención sobre su pertenencia a la clase sacerdotal.

Curiosamente la religión que ha surgido tras la muerte de Jesús ha ido dando preponderancia a la casta sacerdotal como una seguidora fiel de Jesús, precisamente cuando el propio Jesús no lo fue.

El sacerdote, desde tiempos históricos y en prácticamente todo tipo de religión, parece ser alguien que servía de intermediario entre Dios y los hombres. Los sacerdotes practicaban rituales aprendidos durante generaciones y que los demás no conocian ya fuera por no considerarse dignos de tal tarea, por desconocimiento o por desidia, delegando en otros dicha práctica. Además esos rituales, por ejemplo en Egipto, parecían ser exclusivos de la realeza, y los sacerdotes lo ejercían en nombre del rey por imposibilidad física de éste.

A mi me parece que, entre otras muchas cosas, Jesús nos enseñó que podíamos establecer un contacto directo y sincero con nuestro Padre (así llamaba Él al Creador).

¿Quiere esto decir que la labor del sacerdote entonces estaría invalidada? Creo que no necesariamente. El sacerdote es alguien que pasa muchos años preparándose, estudiando concienzudamente muchas cosas que los demás no tienen tiempo o interés para estudiarlas, y por tanto puede ser una gran ayuda para el resto de sus hermanos. Ha adquirido unos conocimientos que otros no poseen y los pone a disposición de todos para ayudarles en la tarea de la vida, y además colaboran en la hermosa obra de enseñar a cada persona a contactar directamente con su Creador por medio de la oración.

El sacerdote como instructor es alguien muy valioso. Instructor, ni siquiera Maestro, pues como dijo el mismo Jesús: "Pero vosotros no os hagáis llamar Rabbi, porque uno sólo es vuestro Maestro, y todos vosotros sois hermanos" (Mt, 23,8).

El sacerdote, hombre o mujer, debe ser alguien entregado a la difusión de la Espiritualidad, una ayuda con no sólo conocimiento sino experiencia de aquello sobre lo que habla; aunque tenga dudas, aunque su fe flaquee de tanto en tanto, es una ayuda enriquecedora, pero sin olvidar que Jesús no fue sacerdote (al menos no parece haber constancia sobre ello) en el sentido en el que hoy se entiende este servicio.

Me gustaría que hoy en día el sacerdote no diera tanta imporancia a su labor de intermediario “imprescindible” entre los hombres y Dios, sino más bien a su labor como maestro, o mejor dicho como instructor. Al fin y al cabo para mí la Buena Nueva es que puedo hablar con Dios directamente con un corazón sincero, porque Dios es un Padre cercano aunque nos cueste mucho verlo.

Existen muy buenos sacerdotes, entre ellos aquellos que me ayudaron aportándome luz y sabiduría, además de mostrarme su fe verdadera; tengo la enorme fortuna de haber conocido a este tipo de sacerdote. Personas entregadas que siempre estaban a disposición de quien los necesitara. Personas preparadas que pueden ayudarnos ante determinadas dudas, aunque uno sea el que deba elegir finalmente. No debemos olvidar que todos vivimos dentro del tiempo y que no todos podemos hacer las mismas cosas, sino que nuestra diversidad puede enriquecernos mucho si sabemos luego compartir los resultados.

El sacerdote como maestro me parece una gran ventaja para la sociedad, sobre ese otro intermediario que a veces, con el tiempo, puede terminar por alejarnos de Dios al considerar los demás que con nuestros propios medios nada podemos si no seguimos rituales específicos de salvación delegados en otros.

Instructores, guías, ayudas. Ésa para mí debe ser la tarea primordial de un buen o una buena representante del sacerdocio.




domingo, 21 de noviembre de 2010

¡¡¡Gracias, Sor Cecilia!!!!


La amistad que nace del verdadero amor, ese amor por toda la humanidad, por todo ser vivo, por Dios nuestro creador, es algo que Sor Cecilia nos transmite muy bien a quien contamos con ella como una buena amiga.

Gracias por este premio de amistad, tan repartido entre tantas personas que visitamos su blog de Amor y Comprensión, que nos hace pensar y en el que nos permite dialogar, y que se titula -como no podia ser de otro modo- "ESTOY A TU LADO".


Gracias, Sor Cecilia, por detenerte a ser mi amiga. 



jueves, 18 de noviembre de 2010

Siete de Agua y Siete de Arco Iris en el Tarot Zen de Osho.- Meditando con las cartas del Tarot


El Siete de Emociones del Tarot Zen de Osho recibe el nombre de PROYECCIONES. ¿Y qué es proyectar?

En psicología tiene el siguiente significado. Se considera que una persona está proyectando cuando en vez de ver lo que realmente sucede en el exterior, ve un recuerdo de algo. Me explico. Imagina que en un tiempo conociste a una persona que se llamaba Antonio, por decir algo, que era rubio y que se mostraba muy irrespetuoso contigo; puede ocurrir que con los años conozcas a otro Antonio que curiosamente también sea rubio y que cuando por alguna cosa no te dé la razón, automáticamente tu mente traiga a la memoria el recuerdo de tu "maltratador" y acuses a esta segunda persona, que sólo intenta mostrar su punto de vista tan respetable como el tuyo, de ser prepotente y de pretender humillarte. ¿Queda claro? Pues eso es una manifestación de PROYECCIÓN psicológia.

Desgraciadamente son muchas las veces en las que proyectamos sin darnos cuenta, y reaccionamos más de acuerdo con nuestra memoria emocional, que con la realidad objetiva que se nos muestra. 

Esta carta puede estar advirtiendote de que estás viviendo en un mundo de fantasía; sea ésta buena o mala, lo cierto es que es una mera quimera. Tienes que despertar y ver y escuchar al otro, en lugar de centrarte en tu propia experiencia de vida. ¿No te das cuenta de que el otro también tiene una experiencia que no tiene que regirse necesariamente por la tuya? 


La PACIENCIA es el nombre que define al Siete del Arco Iris del Tarot Zen de Osho. Y paciencia es la que necesita una mujer embarazada. No puede ver al bebé, sino confiar en que está ahí, aún sin verlo, y luego observar cómo su vientre va creciendo. De nada sirve precipitarse, sino que lo único válido aquí es saber esperar, y alimentar adecuadamente esa espera. 

Y mientras esperamos, aprender a reconocer los tiempos, aprender a observar el desarrollo de la vida que nunca es igual sino que se mantiene en un constante movimiento. Aprender a sembrar gozo en el alma mientras se espera, a permitir que la semilla germine sin ponerle obstáculos ni acelerarla. 

Todo debe ir a su propio ritmo. Permitir que obre la Sabiduría de la Vida, sin ansiedades, sin angustias, tratándonos amorosamente mientras dure la espera, y poniéndonos en disposición de aceptar lo que venga.

¿Qué está a punto de aparecer en tu vida? ¿Has sembrado cuidadosamente la semilla? ¿Has cuidado su crecimiento? Entonces, no te apures, lo que haya de ser será.


domingo, 14 de noviembre de 2010

Violencia y revolución

Una de las cosas que me están llamando la atención en este mundo en el que vivo es la gran proliferación del odio. Hablamos de tolerancia pero destilamos odio. ¿Por qué? ¿Por que te molesta tanto convivir con quien sostiene unas ideas iguales a las tuyas pero otras no? ¿Por qué tanto enfrentamiento? Me gusta esta explicación de Osho que creo puede movernos a la reflexión.
"Arrojas tu ira a esto, a aquello. En realidad, no es una cuestión de ira, y si lo haces una cuestión de ira, tu diagnóstico será erróneo. Es una cuestión de autorrealización. ¿Por qué es uno violento? ¿Por qué es uno destructivo? Porque está enfadado consigo mismo, con su mismo ser; porque es. Y entonces siente que está contra el mundo entero."
"Cuando uno está a gusto consigo mismo, todo es bueno. No puede ser destructivo, sólo puede ser creativo. Su revolición sólo puede ser creativa, y tú no puedes ver nada creativo. Cuando alguien destruye algo... sólo entonces es noticia; sólo entonces puedes usarlo".
"A un Lenin se le ve como un revolucionario, no como un buda. Ahora hay revolucionarios por todo el mundo, y su número sigue creciendo. ¿Y la razón...? Es porque cada vez menos personas realizan su potencial. Son violentas y quieren destruir; porque si no hay senitdo en sus vidas, ¿cómo van a sentir que hay sentido en las vidas de los demás? Un Mahavira es incluso consciente para evitar matar un insecto, para ni siquiera matar un mosquito, porque se ha realizado a sí mismo. Ahora sabe lo que es posbile incluso para un mosquito. Un mosquito no es sólo un mosquito; es una posibilidad. Hay ahí una posibilidad infinita: este mosquito puede volverse divino. No puede destruirlo: es imposible. Sólo puede ayudar. Lo único que le interesa es cómo ayudar a que el potencial se vuelva real".
"Sois semilla. Hay un gran destino oculto, pero nada está siendo ralizado. ....Si no puedes ser creativo, al menos puedes ser destructivo; notas tu poder siendo destructivo. La ira, la violencia, son fuerzas destructivas. Están presentes porque no lo está la creatividad".

Osho, El libro de los Secretos

La ilustración corresponde a las Cartas de El Symbolón




miércoles, 10 de noviembre de 2010

El encuentro consigo mismo a través de la Meditación

Cuando hablamos de meditación, muchos piensan en la dificultad de esta práctica. La mayoría de las personas consideran que hay que seguir cursos muy complicados para alcanzar un estado que pueda llamarse meditativo. No digo yo que estos cursos no ayuden, ni mucho menos; pero la base meditativa la tenemos todos en nuestra esencia, y lo que necesitamos es reconocer esta capacidad tan adormecida.

La meditación, así vista, podría compararse con la respiración. Por supuesto que se puede aprender a mejorar la respiración, pero la respiración en sí la ejercemos desde el principio de nuestra vida sin que nadie haya de enseñarnos. ¿Y la meditación? ¡Exactamente lo mismo! Se puede mejorar, se puede profundizar, se puede ir mucho más allá de lo que uno imagina, pero, de entrada, todos nacemos con esta característica.

¿Entonces qué es lo que falla? Normalmente una incapacidad que parecemos haber adquirido: la de sentarnos sin hacer nada.

Para recuperar el estado meditativo, uno tiene que estar dispuesto a no-hacer, más que ponerse a hacer de forma desmedida ejercicio tras ejercicio. La primera tarea debería consistir en aprender a sentarse sin hacer nada, sin esperar nada; sentarse y permitir la existencia.

¿Quieres empezar a practicar? Vamos a ello.

Prepara un entorno agradable y siéntate cómodamente; no necesitas en absoluto hacerlo en la postura de la flor de loto; simplemente síentate como más cómodo te encuentres, pero con un cuidado de la postura para que no te incite al adormecimiento ni a la excesiva tensión. 

Si lo deseas, ayúdate con una música relajante; y cuando digo relajante, me refiero a alguna música que te acerque a la naturaleza pero que no despierte en exceso sentimientos que puedan emocionarte. Una música suave, del tipo New Age puede ser muy apropiada. 

También puedes prescindir incluso de la música y lanzarte a serenarte a través del silencio o a incorporar a tu paisaje auditivo los distintos sonidos que puedas estar oyendo pero que no deseas escuchar.

Cierra los ojos y no hagas nada; absolutamente nada. Si te vienen pensamientos, déjalos que se muevan y verás cómo por sí mismos van desapareciendo. Sigue parado, centrado en no hacer nada y en no esperar nada. Aprende a respirar la paz del momento, sin inquietudes por el futuro ni añoranzas del pasado. Sencillamente aprende a experimentar la mera existencia. Dime, ¿es tan difícil desconectar por diez minutos? No te pido más: sólo diez minutos. Es posible que en los primeros cinco o tres o dos te sientas inquieto, pensando que algo estás haciendo mal, o que resulta aburrido, o que te pica la nariz. Tú sigue; no le des importancia a tus expectativas. Sigue tus diez minutos y la paz te invadirá. No hablo de grandes visiones, no hablo de experiencias grandilocuentes; te hablo de la experiencia fundamental: la experiencia de la vida por la propia vida.

Plantéate una cosa. Si no estás dispuesto a experimentar lo que suceda, sin tú provocarlo, y que eso te haga sentirte cómodo contigo mismo, ¿cómo pretendes experimentar algo más? Acostúmbrate a estar en el silencio, una lección que debería ser obligatoria en estos tiempos que se practica con tanta frecuencia la huída de uno mismo a través del enfrascamiento en miles de sonidos. Acostúmbrate a tu propia presencia en el mundo. Diez minutos para estar contigo mismo en unión con la naturaleza de la existencia misma. Diez minutos. Te aseguro que la paz que experimentarás merece la pena.



* La pintura es de Edward Hopper, y se titula Sol de la mañana

 

viernes, 5 de noviembre de 2010

Siete de Copas y Siete de Oros en el Tarot Rider Waite.- Meditando con las Cartas del Tarot

El Siete de Copas en el Tarot Rider Waite nos muestra a una figura humana contemplando siete copas ante ella. Cada copa ofrece algo distinto. ¿Qué podría estarte sugiriendo esta carta en el momento que surge ante tí?

En primer lugar, no hay que olvidar que las Copas en el Tarot nos hablan del mundo de las emociones, de los sentimientos. Una vez aclarado esto, da la impresión de que al haber tantas copas con distintos triunfos en ellas, la persona no parece muy centrada con respecto a cuál elegir. Quizá, por tanto, esta carta te esté sugiriendo que es hora de concentrarte en lo que  realmente deseas en vez de perderte en múltiples objetivos que no acabas de aclarar.

En el fondo la figura se nos muestra como un niño ante el escaparate de una tienda de juguetes, ve tantos que los quiere todos sin decidirse por uno en particular. A lo mejor, con esa actitud finalmente no consiga ninguno; así que, una vez visto el panorama, ¿no será hora de concretar? ¡Piénsalo!

Los oros nos hablan de lo tangible, de lo concreto. El Siete de Oros nos situa ante una espera después de la siembra. Sí, la figura ha trabajado para conseguir una buena cosecha, pero para ello tiene que darle el tiempo necesario y confiar en que su trabajo haya sido bien realizado y que los elementos ayuden en la buena resolución de los acontecimientos.

La paciencia aquí es fundamental, pues si empieza a recoger antes de tiempo, puede perder los frutos en su verdadero tamaño y destruir sus expectativas por un exceso de precipitación.

No te precipites ni dejes de ser diligente en tu trabajo. Una vez hecho, toma tu tiempo y espera pacientemente a que surja el fruto.