lunes, 29 de septiembre de 2014

Múltiples caminos igualmente válidos

Obra de Jacek Yerka


"En realidad, venimos todos a lo mismo: 
desarrollarnos en plenitud y,
a partir de ese desarrollo,
alcanzar nuestra máxima esencia.

Y eso se consigue de múltiples maneras: 
unos, ayudando a los otros; 
otros, cuidando de sí mismos. 
Por eso no es mejor un camino que el otro; 
se puede escoger la ayuda social o la soledad del eremita; 
lo importante es alcanzar la plenitud para ser todos uno en Dios.

Hay tantos caminos que recorrer 
que en cada vida puede seguirse uno u otro.

Incluso más. 
Aunque siempre se nos da enseñanza, 
no siempre se está dispuesto a recibirla. 
No te angusties, no importa. Cada paso es necesario. 
La meta es ineludible: la plenitud.

No lo olvides nunca; 
aunque sea difícil de asimilar, 
ésta es la VERDAD. 
Todos estáis llamados a lo mismo
y, más pronto o más tarde,
todos lo alcanzaréis: 
LA VERDAD PLENA".



lunes, 22 de septiembre de 2014

76 - LA CAUTIVIDAD


No siempre nos gusta lo que la vida nos depara, y en muchas ocasiones nos sentimos demasiado presionados por aquello que nos disgusta y nos enfrenta a las responsabilidades que no queremos asumir. En las ocasiones en que el disgusto es muy fuerte, pretendemos liberarnos con quejas o acciones exageradas que lo único que consiguen es encerrarnos más y más en aquella situación de la que pretendíamos huir.

No se trata de que te inquietes, pero has de saber que no siempre las cosas salen como uno desea, y por tanto es mejor aceptarlo y adoptar una postura más serena para tolerar lo que sucede y estar fuerte para encararlo.

Por más que muevas las rejas de tu aparente prisión, nada vas a conseguir excepto dañarte tú mismo. Pero confía en que el proceso que tanto te disgusta tiene un sentido que en algún momento descubrirás y puede incluso que llegues a comprenderlo y valorarlo como una gran enseñanza que se te ha brindado.

Ten el coraje de fortalecerte, tolerar y aguantar. Y a su debido tiempo, no lo dudes nunca, las puertas de la cárcel se abrirán y disfrutarás nuevamente de tu bien ganada libertad.


lunes, 15 de septiembre de 2014

73 - LA CONFESIÓN


Todos cometemos errores; todos llevamos un peso en el alma que necesita ser liberado. A veces, sincerándonos con nosotros mismos podemos descubrir traumas, culpas, tristezas; y también podemos resolverlas. Pero en ocasiones se hace necesario verbalizar aquello que llevamos dentro. Y para ello podemos elegir a una persona que consideramos lo suficientemente sabia como para entendernos y aconsejarnos. En otras ocasiones, si hemos perjudicado a alguien, esa persona a la que debemos ir con nuestra culpa es la misma a la que hemos perjudicado. La cuestión es confesar lo que nos oprime el corazón en busca de consejo, y por supuesto, perdón.

Y eso no es ninguna señal de debilidad. Al contrario, reconocer y pedir perdón sólo pueden hacerlo las grandes almas que buscan el bien, para ellas mismas y para los demás también.

A veces somos aquel que se confiesa, y en ocasiones actuamos de confesores. Cualquiera de las dos tareas conlleva la misma dignidad, pues no permanecemos de manera constante en ninguna de ellas.

La confesión genera intimidad, humildad, liberación, sabiduría, reconocimiento de la verdad y aceptación de lo que somos y de lo que desearíamos ser. La confesión nos adentra en el camino de la sinceridad y por ello, el camino de la verdad.


lunes, 8 de septiembre de 2014

Psicología a través de las cartas

Cartas "El Propósito de la Vida" de Doreen Virtue
Diría que la mayoría de las personas que consultan el Tarot o cualquier otro medio de videncia, lo hacen con la intención de obtener respuestas concretas y certeras en cuanto a hechos futuros. Sin embargo, no me canso de decir que creo más interesante el uso de esta herramienta fundamentalmente para buscar consejo, asesoramiento y conocimiento. Por eso me gusta utilizarlas en el campo que podríamos denominar psicológico.

La gran ayuda que nos proveen es a la manera de una consulta con un psicólogo. Alguien con un conocimiento más amplio que el del propio consultante que ayuda a enfocar las situaciones y a aprender de ellas. Pero "alguien" que no usurpa la identidad del consultante, sino que le sirve de ayuda.

Me parece que si se hiciera más este uso de las Cartas, aprenderíamos mucho más de nuestras actuaciones, podríamos sondear en nuestras verdaderas emociones, y considerar el escenario general en el que nos situamos. 

Las cartas como un análisis de introspección, así como de conocimiento del medio, si son bien usadas, pueden aportarnos una visión interior que nos sirve de gran ayuda. Me parece que el mejor uso que pueden ofrecernos es precisamente cuando no buscamos metas definidas e inmutables, sino progresos medidos y razonados para nuestro crecimiento.

Puede que éste sea un aspecto bastante desconocido del Tarot, pero es aquel en el que más me apoyo y con el que me gusta más colaborar.


jueves, 4 de septiembre de 2014

Vida, Muerte y Renacimiento

Ante la desaparición física de personas muy queridas por mí y que de alguna manera cierran un capítulo importantísimo de mi vida, me permito rendirles el homenaje de mi cariño con este cuento que escribí hace ya muchos años y que publiqué aquí en otra ocasión. ¡Que Dios en su infinita misericordia los vuelva a reunir en el eterno amor!



La Gota de Agua 
Acababa de darse cuenta de que era un ser vivo; se encontraba dentro de un inmenso océano y, aunque tan sólo se trataba de una pequeña gota de agua, gracias a su presencia y a la de otras muchas como ella, el océano era así de grande. Su vida transcurría en un acompasado baile que la llenaba de paz. Diversos seres habitaban en el interior del mar, pececillos de muy variados colores, algas, corales, delfines que rozaban su cuerpo y de los que envidiaba aquellos saltos que les hacían volar por el aire. También ella experimentaba el aire atravesando su cristalino cuerpo, inundándolo de vida, y, aunque alguna vez pudiera decirse que volaba formando parte de la espuma del mar, aquello no podía compararse al vuelo del delfín.
Un día, ella desconocía el porqué, notó como su cuerpecito iba haciéndose menos y menos pesado. A la vez que se desprendía de aquel mar del que formaba parte, iba subiendo hacia el cielo, alcanzando lugares mucho más altos de los que el delfín pudiera imaginar. ¿Adónde llegaría?

Por fin alcanzó su destino. Se encontraba en el interior de una hermosísima nube. Desde el mar, varias veces las había observado, imaginando lo confortables que éstas debían ser. Y en efecto así era.

La gota de agua fue muy bien recibida por sus compañeras, quienes habían llegado a aquel lugar en la misma forma. Cada una explicó su particular viaje, haciendo notar especialmente cómo la nube se había ido haciendo más y más grande a medida que nuevas gotas de agua llegaban a ella. La nuestra decidió disfrutar de esta nueva oportunidad que se le brindaba en la vida.

La nube era atravesada por las más diversas especies de pájaros, muchos más de los que la gota de agua había conocido desde el mar. Un día hubo uno que llamó poderosamente su atención, pues, a diferencia de los otros, éste era extremadamente macizo. A su sorpresa, sus compañeras respondieron haciéndole saber que aquello no era un pájaro sino un avión.

- ¿Un avión? ¿Y qué es un avión?

- ¿No viste nunca un barco cuando vivías en el mar? Pues, digamos que se trata de los mismo, pero que en vez de viajar por el agua, lo hace a través del aire.
Lo que la gota de agua ignoraba era que dentro de aquel gigantesco avión, unos ojos miraban la nube con la misma sorpresa que había experimentado la gota.

- Mira, papá, estamos dentro de una nube.

Sí; un niño, pegada su cara al cristal de la ventana, observaba complacido aquel acontecimiento.

No pasó mucho tiempo hasta que un día algo desconocido para la gota de agua se produjo en el cielo. Éste había cambiado de color, la temperatura también era diferente y la nube se disolvía. Nuevamente la gota procedente del mar adquiría su forma antigua, cayendo desde el cielo en forma de lluvia.

Pero cuál sería su sorpresa cuando, mirando su propio cuerpo, descubrió que, a medida que se acercaba a la tierra, éste iba haciéndose más y más denso, y de un color blanco totalmente diferente a la falta de color que siempre había tenido.

Cuando se posó en el suelo de una montaña, comprobó que estaba rodeada de seres blancos como ella.

- Pero, ¿qué me ocurre? ¿Ya no soy una gota de agua?

- ¿No te gusta tu nuevo aspecto? -Le preguntó alguien cercano a ella.

- Claro que me gusta, pero ¿quién soy?

- Eres un copo de nieve. Todos nosotros también lo somos.

¡Nieve! La gota de agua estaba encantada con su nuevo aspecto, hasta el nombre que se le había dado le parecía maravilloso. Había una suavidad extraordinaria en su cuerpo, y tan llena de alegría estaba que comenzó a bailar mecida por el viento.

- ¡Ten cuidado! -Le advirtió un compañero- Si sigues moviéndote así, puedes caerte ladera abajo y arrastrar a muchos de nosotros contigo.

Pero tan entusiasmado estaba el nuevo copito de nieve que ni siquiera se percató de que alguien le hablaba y siguió dando rienda suelta a su felicidad, empleando para ello un frenético bailoteo.

Lo que su compañero le había advertido se cumplió, y así, impelidos por el baile del copito de nieve, otros más se pusieron a danzar de la misma forma hasta que no pudiendo controlar sus movimientos, todos se unieron formando una pelota que caía por la ladera de la montaña.

Si al principio la pelota formada no era muy grande, poco a poco fue haciéndose mayor, además de adquirir una enorme velocidad.

- ¡Eh, no empujes!

- ¡Pero si yo no hago nada!

- ¿Cómo que no haces nada? ¡¡¡Me estás estrujando!!!

Así, entre discusiones, risas, llantos (que de todo hubo), la pelota de nieve llegó a un valle, y una vez allí, se detuvo.

El copo de nieve causante de tal desaguisado esperaba ansioso el curso de los acontecimientos. Hasta aquel momento había experimentado muchos cambios en su vida y no podía imaginar lo que le depararía el futuro.

- Bien, ¿y ahora qué? -Preguntó malhumorado otro copo de nieve que se había visto lanzado por aquella ladera sin haberlo él deseado.

La respuesta no tardó en producirse; las risas de unos niños se acercaban al lugar donde se había detenido la bola de nieve. Una vez llegados a ella, el regocijo de los pequeños fue impresionante.

- ¡Mirad! -Dijo uno de los niños dirigiéndose a sus amigos- “Ya no tenemos que modelar la cabeza; aquí está.”

Para los componentes de la bola de nieve, las palabras del niño resultaban enigmáticas. ¿Qué querría decir con aquello de la cabeza? Pero, como siempre, la respuesta estaba cerca.

Los niños tomaron con delicadeza la bola de nieve y la llevaron no muy lejos de allí. Sobresaliendo del suelo, se elevaba un figura blanca. Los niños colocaron la bola en lo alto de la misma, y, así, completaron su muñeco de nieve. Ahora sólo faltaba colocarle una bufanda, un sombrero, unos ojos, la nariz y la boca.

El muñeco de nieve sirvió de juguete y de adorno durante un tiempo, pero, cuando la temperatura volvió a elevarse, el muñeco fue empequeñeciéndose poco a poco.

- ¿Alguien sabe lo que pasa? -Preguntó el copito de nieve.

- No, pero me lo imagino. -Le contestó un compañero- Me da la impresión de que volvemos a ser agua.

Así era, en efecto. La nieve, poco a poco, iba disolviéndose e introduciéndose en la tierra.

El copito de nieve creyó que una vez recuperado su aspecto original volvería al mar, pero no fue así, sino que fue penetrando la tierra y allí, en su interior, encontró semillas desconocidas para él. Las semillas y la gota de agua se hicieron amigos y se unieron comenzando un nuevo camino juntos.

Mucho tiempo duró su amistad. Pasaron años y las semillas que albergaban en su interior varias gotitas de agua, brotaron sobre la tierra. La gota de agua volvía a ver sobre ella el cielo azul con sus nubes y los pájaros surcándolo. La gota de agua formaba parte de una plantita que apenas podía verse, pero que, una vez transcurridos muchos más años todavía, fue creciendo hasta convertirse en un hermoso árbol cuyas ramas servían de hogar a muchos de los pájaros que viajaban por el aire.

Un día llegó a la rama que albergaba en su interior a la gotita de agua, un pequeño pajarillo que no sólo era pequeño por su tamaño sino también por su edad. El pajarillo miraba con curiosidad todo lo que se le ofrecía un el camino de su vida, y, después de presentarse, dirigió una pregunta a la rama en la que se había posado.

- ¿Y tú quién eres?

La rama no tuvo necesidad de mucho tiempo para responder a su nuevo amigo, y la respuesta que obtuvo éste fue la siguiente:

- ¿Yo? -Contestó la rama- ¡Soy una gota de agua!



lunes, 1 de septiembre de 2014

Volviendo ya!!!






Pasado este periodo vacaci0nal, ya prontito reinicimos la tarea para completar las cartas de El Symbolon, y alguna cosilla más. Por cierto, las cartas últimamente no siguen un orden porque algunas de las duras vienen todas juntas y quizá no resulta placentero leerlas sin descanso, así que, irán publicándose de una manera un tanto anárquica pero a la vez más dulce. 

Gracias por vuestas visitas y mensajes, y perdonad que no os haya respondido adecuadamente. Ahora me embarco en un proyecto profesional que quizá me reste tiempo para dedicar al mundo bloguero pero eso no quiere decir que no os tenga en cuenta. Lo dicho, ¡gracias!