lunes, 17 de febrero de 2014

57 - EL SILENCIO


Para algunos el silencio es una bendición; sin embargo, no es así para todos. Creo que el silencio tiene múltiples aspectos. Por una parte está el silencio de la mente, para aquietarla y tenerla dispuesta a la escucha verdadera; pues si uno está lleno de pensamientos que fluyen con rapidez y exceso de palabras, resulta difícil hallar la paz y la disposicion a la escucha. Por otra parte tenemos el silenciar el habla; ¡cuántas veces damos rienda a una cháchara inútil con la pretensión de olvidarnos de la realidad!

En la vida, hay veces en que lo que toca es hablar, expresar aquello que bulle en nuestro interior bien sea para comunicar o bien para compartir, o quizá para aclarar. Hablamos porque es una necesidad que puede solucionar múltiples conflictos e incluso educar. Pero también es verdad que existen momentos en que las palabras no sólo están de más, sino que pueden ser incluso perjucidiciales. ¡Quién no ha experimentado el arrepentimiento por palabras dichas sin pensar en plena discusión! ¡Quién no ha herido al otro por palabras dichas en el momento más inadecuado! Esta carta nos recuerda el valor del silencio. A veces los conflictos se resuelven más en la paz del silencio y en la fuerza del ejemplo que en las palabras y gestos disuasorios.

Acostúmbrate a estar en silencio. No busques el ruido que te hace olvidar quién eres, quién es el otro, e incluso el hecho de que estamos conectados con la Divinidad. Respeta los silencios; no los rehuyas; si bien es verdad que en determinados casos pueden ser una muestra de cierta cobardía, no lo es menos que en más ocasiones de las que podríamos pensar denotan el respeto, la razón y la bienamada paz.