Hoy, 30 de Marzo, es la Fiesta de la Divina Misericordia. Me parece que el mundo está especialmente necesitado de misericordia. Personalmente, me siento demasiado cargada de responsabilidad; a veces, la esperanza huye de nosotros porque sólo nos enfrentamos a los grandes problemas desde un punto de vista catastrofista, negativo, y lleno de culpa. No niego que exista la culpa; por supuesto que no lo niego, pero al igual que un niño que responde mejor a las palabras amables que a las llenas de censura, pido más amor y tolerancia; en definitiva, compasión.
Me gusta leer textos de los Evangelios, y hoy uno de los que leí fue éste:
"Otra parábola les dijo: Es semejante el reino de los cielos al fermento que una mujer toma y lo pone en tres medidas de harina hasta que todo fermenta" (Mt, 13, 33)
Como veis, me gusta subrayar el hecho de que todas las medidas tienen que fermentar y así lo harán. Y en eso pongo la confianza en Jesús; en eso pongo la confianza en Dios, en que todos, absolutamente todos lo lograremos. No puedo imaginar un cielo en el que falte tan sólo uno de nosotros. Ni puedo, ni quiero.
Misericordia, bondad, compasión.... ¡cuántas palabras hermosas sobre las que apoyarnos! Yo creo que el hombre necesita esperanza; necesita palabras de amor; necesita volver a entender que Dios confía en todos nosotros y que por eso nos creó y nos mantiene.
Amor, Bondad. Pido a Dios esa fuente de vida que es la Misericordia. Pido no perder la esperanza de saber que, por muchas batallas que podamos perder, la guerra está ya ganada desde la llegada de Jesucristo. Ésa es la esperanza. Lo pido humildemente a Jesús, en quien yo creo.