Me gustaría empezar este apartado sobre Tarot, contando cómo me acerqué a las Cartas (o cómo las Cartas se acercaron a mí).
Hace años decidí ir a ver una película al cine. Había quedado con una amiga, pero me llamó diciendo que no podía venir. Yo deseaba tanto ver aquella película en particular que opté por no esperar y verla aquel mismo día. La película en cuestión era "Chocolat". Es curioso pero, después de verla, me quedó el recuerdo de una escena con Cartas de Tarot que nunca más volví a ver. ¿Sorprendente, verdad? Bien pudiera ser que mis recuerdos me jueguen una mala pasada, bien pudiera suceder también que la versión en DVD de la película fuera diferente; en fin, no lo sé. El caso es que salí fascinada de lo que había contemplado en la pantalla, y entré en un centro comercial. Lo que encontré, lo primero que ví sobre una estantería fue un libro de Tarot que parecía llamarme. Sin dudarlo, lo compré.
Hace años decidí ir a ver una película al cine. Había quedado con una amiga, pero me llamó diciendo que no podía venir. Yo deseaba tanto ver aquella película en particular que opté por no esperar y verla aquel mismo día. La película en cuestión era "Chocolat". Es curioso pero, después de verla, me quedó el recuerdo de una escena con Cartas de Tarot que nunca más volví a ver. ¿Sorprendente, verdad? Bien pudiera ser que mis recuerdos me jueguen una mala pasada, bien pudiera suceder también que la versión en DVD de la película fuera diferente; en fin, no lo sé. El caso es que salí fascinada de lo que había contemplado en la pantalla, y entré en un centro comercial. Lo que encontré, lo primero que ví sobre una estantería fue un libro de Tarot que parecía llamarme. Sin dudarlo, lo compré.
Después vino el buscar a alguien que me enseñara los primeros pasos. Compré una barajita muy pequeña y me puse a la tarea. Contra la opinión de casi todos los que me rodeaban con conocimientos de Tarot, me imbuí de las diferentes versiones de un gran número de Tarotistas. Los demás me decían que no tenía que llenarme de conocimientos sino de experiencias; pero yo opinaba que, al menos en mi caso, necesitaba unas ideas externas para tener algo concreto en lo que basarme y, a partir de ahí, experimentar y aplicar yo misma mi propio sistema (y es que el conocimiento no tiene por qué estar reñido necesariamente con la intuición, creo yo).
Mi relación con las Cartas ha ido desarrollándose poco a poco. Me fui dando cuenta de lo que significaban para mí en cada lectura. Me aportaron alegrías y decepciones, pues las Cartas empezaron a decirme también lo que podía mejorarse en mí, y no podemos negar que cuando nos recriminan no nos sentimos especialmente contentos. Pero cuando fui aceptando que lo que me decían era para mi bien y mi mejora personal, las cosas empezaron a mejorar notablemente.
Ésa es una de mis bases a la hora de utilizar los diversos mazos de cartas con los que me he ido surtiendo: ayudarme a ser mejor persona.
He llegado a la conclusión de que las Cartas son un medio de comunicación. Son un medio, no un fin. Se trata de una herramienta al igual que el idioma. Cada mazo es un idioma distinto con su propio diccionario. Lo importante es determinar con quién estamos hablando a través de este sistema de comunicación. Unos dicen que con Seres Superiores, otros dicen que con el Yo Interno. Yo tengo mi propia teoría, pero lo importante es que, si son utilizadas con buenas intenciones, resultan una excelente ayuda para quien desea mejorar.