viernes, 9 de septiembre de 2011

El Tarot y los errores de interpretación

Resulta difícil comprender que el Tarot no es un instrumento matemático y que está sujeto a múltiples interpretaciones, en lugar de a una sola limitada y concreta, y eso nos lleva a una imprecisión que hay que valorar. Sí, imprecisión a la hora de traducir; algo que me resulta muy lógico pues, tal y como yo lo veo, el Tarot es una ayuda, pero no se trata de que "alguien" haga los deberes por nosotros, sino de que nos dé pistas que puedan servirnos de consejo para nosotros mismos actuar.

Como digo, la interpretación es difícil y abierta. Se nos ofrecen posibilidades, pero no necesariamente concreciones que nos hagan hacer trampas con la vida y no vivirla con sus incógnitas y misterios aunque sí con una valiosa ayuda. 

Imagina que estás en una universidad y tienes a tu disposición un tutor que puede resolverte dudas, pero no dándote las respuestas concretas, sino ayudándote a buscar y encontrar por ti mismo. En realidad es algo fácil de imaginar si tienes en cuenta el método socrático de enseñanza: responder con preguntas.

Pero muchas personas no desean esto, sino que quieren obtener respuestas muy directas que les permitan anular su propia responsabilidad. Además, también existen errores en los tarotistas al pretender dar una única respuesta inequívoca basados muchas veces en sus propios prejuicios; unos prejuicios que, por muy abiertos y liberales que pretendamos ser, todos tenemos.

El tarotista no tiene la verdad absoluta, y es bueno valorar los múltiples aspectos en una tirada en vez de decidirnos por el camino de la intransigencia. Me gustaría, a modo de ejemplo, comentar alguno de estos errores para valorar hasta dónde puede uno equivocarse y tergiversar en vez de ayudar.

El idioma del Tarot es muy rico, tanto que a veces cuesta trabajo darse cuenta de lo que una carta expresa en una tirada determinada. Si bien cada una de las diferentes cartas del Tarot tiene un significado básico, cuenta además con múltiples variantes que hay que saber estudiar para intentar comprender el adecuado en cada tirada; algo, que como podrá imaginarse, no es tarea fácil.

El problema surge muchas veces cuando el tarotista se aleja en demasía de ese significado básico para adaptarlo a su propia ideología y eso acaba por arruinar la lectura. Por ejemplo, en una ocasión, al inicio de un nuevo reto laboral, una tarotista -con la mejor de las intenciones- hizo una traducción completamente errónea de una carta. En este caso concreto se trataba de El Diablo. Esta carta tiene un significado básico que nos sugiere falta de libertad, obsesión, sumisión, dominación, etc. La tarotista en cuestión dijo que para ella esa carta tenía un fuerte componente sexual y que, por tanto, la aparición de dicha carta en aquella tirada significaba que en el nuevo ámbito laboral iba a darse una pasión amorosa.

Por supuesto esta interpretación era totalmente erronea, siendo la correcta la opresión que iba a experimentar en ese lugar; una opresión que me hacía sentirme atada a algo que no deseaba y que lo iba a vivir malamente, como así fue. Por supuesto que también puede existir una interpetación que nos lleve a la pasión amorosa de la que la tarotista hablaba, pero siempre teniendo en cuenta que se estaría tratando de una pasión, de una obsesión que por supuesto nubla el entendimiento y la libertad. El error de esta persona creo que estuvo por una parte en considerar únicamente un aspecto de la carta, en no relacionarlo con el tema que en este caso era lo laboral y en aplicarle una visión sumamente positiva a lo que no es necesariamente así, pues las connotaciones de El Diablo suelen ser negativas por más vueltas que le demos.

Siguiendo con la misma carta, a veces se sugiere que su aparición anuncia una entrada de dinero. En mi opinión, al no alejarnos del significado básico de la carta, en el caso de que se tratara ciertamente de una entrada de dinero, probablemente nos esté anunciando los problemas derivados de ello; por ejemplo, puede suceder que una entrada de dinero genere dependencias que no conduzcan a un buen fin.

No me parece prudente alejarse del significado básico de la carta y valorar en exceso los secundarios. Tampoco creo que el lector de cartas deba definir de manera excesivamente cerrada una carta que puede contener múltiples interpretaciones. Creo que la labor consiste en valorar las posibilidades y meditar sobre ellas, en vez de dar una respuesta limitada a la riqueza de la vida.