miércoles, 6 de noviembre de 2013

50 - EL JARDÍN DE LOS ESPÍRITUS

Veamos con detenimiento la imagen. Una mujer trabaja en el jardín. No parece especialmente entusiasmada al hacerlo, sino que en vez de centrarse en la tarea que tiene entre manos, sueña con hadas o con cualquier cosa que la aleje del mundo en el que realmente vive. ¿Por qué hace esto? ¿Como medio de evasión ante su insatisfacción o para proyectar un futuro adecuado? Más parece una evasión, por el contenido de sus sueños. 

Si miramos al fondo, podemos distinguir una hermosa mansión. El caso es que por las ropas que viste nuestra protagonista, no parece ser la dueña de tal mansión sino más bien alguien que trabaja para los habitantes de la misma. Y así, ella se siente una especie de "Cenicienta", trabajando para otros y no obteniendo nada propio; creyéndose, en fin, una "desheredada" Y por eso sueña, porque no le gusta el papel que representa pero tampoco parece hacer nada para mejorarlo.

Es una pena. Porque lo cierto es que dueña o trabajadora de la mansión, pertenece a la misma, y si viera la belleza de su realidad, no le haría falta desarrollar sueños vacios, sino experimentar vivencias fascinantes. ¿Acaso no es hermoso el jardín que cuida? ¿No es bella la casa en la que puede entrar pues nadie le impide pertenecer a ella más que su propia imaginación? 

A veces, cuando la realidad no nos gusta, en vez de pararnos a ver si realmente es tan horrible y enfocarnos en cómo mejorarla, preferimos evadirnos de la responsabilidad fantaseando simplemente como medio de huida. De los sueños pueden obtenerse buenas ideas, pero siempre que sepamos enfocarlos adecuadamente, y que no los usemos como mera ilusión vacía. Despierta, valora y actúa.