lunes, 1 de diciembre de 2014

67 - LA SEPARACIÓN


En principio, las separaciones son acontecimientos tristes que en ocasiones resultan impuestos por las circunstancias más que por los deseos, pero también puede suceder que determinadas separaciones conlleven el encuentro con el destino de uno mismo. ¿Cómo puede ser esto?


No todos los deseos o puntos de vista de uno tienen que ser apoyados por el resto de la comunidad en que se habita. Cuando la persona es lo suficientemente fuerte para permanecer centrada y coherente con su propia personalidad, nada puede afectarle vivir en un entorno que no comprenda sus ideas; aún más, esa cierta contradicción de los demás a alguien seguro de sí mismo, puede servirle de acicate no sólo para afianzarse en sus principios sino para ampliarlos y quién sabe si extenderlos en otras direcciones. Pero si consideramos a aquellos que se dejan influir sobremanera por los demás, la individualidad de la persona podría sucumbir al no hallar eco a su alrededor que la animara a continuar. Y es en estos casos en los que saberse apartar de ideas y entornos nocivos puede traer madurez y una cierta liberación para que la propia personalidad crezca sin contratiempos.

Podría hablarse entonces de entornos nocivos y entornos saludables, pero quizá no sea eso precisamente de lo tratado aquí, sino de una forma de entender las relaciones que nos llevaría a darnos cuenta de que la fuerza del "nosotros" parte de las distintas fuerzas de diferentes "yo" que tienen que aportar cada uno precisamente su propia individualidad. Es decir, que es necesario un espacio propio que no sea anulado por el conjunto de la colectividad o asociación a la que se pertenezca (asociación laboral, familiar, de pareja, de amistad, etc.). Ese saber sobrevolar la pertenencia forzosa a determinadas ideas o modos de expresión viene representado en esta carta por la mujer que se atreve a volar. Con ese vuelo también invita a que los otros hagan los mismo si lo desean, o que permanezcan en el terreno conocido de sus vivencias.