jueves, 24 de junio de 2010

¿Por qué no vemos a Dios?

Desde hace siglos el ser humano se pregunta sobre la existencia o no de un Ser creador origen de nuestra existencia al que llamamos Dios. Y una pregunta que surge de inmediato es, si existe Dios, ¿por qué, entonces, no podemos verlo?

Para esa pregunta surgen diferentes respuestas según el enfoque del que se parta. Para unos está claro que Dios sí se muestra al ser humano; ¿cómo? pues sencillamente en toda existencia, puesto que si asumimos que el origen de todo es ese Ser misterioso al que llamamos Dios, es lógico concluir que en toda manifestación de Su creación, ahí está Él en mayor o menor medida.

Pero quizá hay un problema añadido en la búsqueda de esta respuesta, y es que, aunque nos cuesta reconocerlo, el ser humano busca a un creador que tenga características humanas para poder considerarlo Dios, y parece no valerle cualquier entidad que no tenga en cuenta esto. Así, últimamente muchos han sustituido esta palabra por otras tales como Energía o Naturaleza, ya que estos conceptos parecen más abstractos, además de englobar una creación entera y no sólo circunscrita el género humano.

Independientemente de como sea ese Dios al que nos dirigimos en el fondo de nuestro corazón, a lo mejor se nos está escapando algo importante a la hora de contestar a la pregunta de por qué no lo vemos. Y bien pudiera ser que la respuesta fuera mucho más sencilla de lo que imaginamos. ¿Y si la respuesta fuera que no lo vemos sencillamente porque estamos contenidos en Él?

Imagínate al bebé dentro del útero materno, ¿puede ver a su madre? ¡No! Pero sí la siente, aunque no la conozca en todos sus detalles, el bebé está en un entorno conocido del que extrae multitud de sensaciones, así como alimento y cobijo. El bebé dentro del útero materno siente la presencia de alguien a quien no puede ver y que sólo percibe por sus efectos. ¿No seremos nosotros como este bebé dentro del útero materno de Dios? ¿No será que estamos dentro de Él en vez de estar debajo como parecen sostenerlo todas las culturas religiosas cuando buscan a un Dios que vive lejos de nuestro mundo y por encima de él? ¿No podría ser que fuera todo más sencillo?

Creo que muchos místicos así lo han intuido, y de una manera o de otra han venido a corroborar esta hermosa frase de los Hechos de los Apóstoles:


"Pues en Él vivimos, nos movemos y existimos"
Hechos de los Apóstoles, 17, 28





* La imagen pertenece a la carta número 3 del Oráculo del Tao, diseñado por Ma Deva Padma.