El Seis del Arco Iris, llamado TRANSIGENCIA, es una carta realmente singular. Si el Seis de Oros del Tarot Rider Waite nos hacía reflexionar sobre el equilibrio entre dar y recibir, aquí, en el Tarot Zen de Osho, la carta se ciñe más en cómo damos y cómo recibimos. En muchas ocasiones al dar uno lo está haciendo con una segunda intención; en el fondo puede estar utilizando ese dar como una compra-venta.
Fíjate en las dos figuras; no se toman de la mano, sino que unen con reticencia sus dedos meñiques. No están dando ni recibiendo con alegría, sencillamente están transigiendo para conseguir algo. ¿En qué estás transigiendo tú? Porque una cosa es ceder porque se ha valorado la situación y se considera acertado dar este paso, y otra muy distinta es hacerlo sibilinamente para obtener una ganancia deshonesta, o bien hacerlo forzado por las circunstancias pero muy a regañadientes. Ninguna de las dos fórmulas parece válida. Tener intenciones egoístas ocultas no puede reportarnos crecimiento personal, y a la larga nos envilece. Por otra parte, ceder cuando no se está convencido de que ésta sea una buena opción termina por pasar factura.
Cuidado. Ceder y transigir NO son lo mismo.
El Seis de Agua recibe el nombre de SUEÑOS. Si recordamos el Seis de Copas del Tarot Rider Waite, ahí veíamos unos niños ofreciéndose regalos, y aquella imagen idílica nos llevaba al terreno de la inocencia, de la nostalgia incluso. Como en muchas de las cartas de Osho, con ésta se matiza sobre un aspecto concreto para hacernos reflexionar. ¿Cúal puede ser en esta ocasión? Vamos a verlo detenidamente.
Vemos como una muchacha está subyugada por lo que imagina. ¿En qué piensa la muchacha? Está soñando con el amor perfecto, en el encuentro con una pareja que, además de protegerla, sepa mirar al fondo de su corazón y valorarla por lo que realmente es. Necesita desesperadamente encontrar fuera lo que no haya dentro: alguien que la respete.
Por supuesto que este deseo es muy lógico pero no estaría de más que, independientemente de que otros puedan otorgarle valor, empiece por reconocérselo ella a sí misma. Con independencia de lo que el mundo pueda pensar de nosotros, cada uno debe conocerse a sí mismo. Ése podría ser un mensaje muy importante de esta carta.
Vincent Van Gogh se pasó la vida pintando cuadros y buscando la perfección a través de ellos; sin embargo, nadie -a excepción de su hermano- reconoció su talento, y murió en la desesperación de la locura. Sin embargo, con el tiempo, el mundo reconoció sus méritos y sus cuadros adquirieron un valor que nunca hubiera soñado su autor. El mismo valor que tenía Van Gogh en vida, lo sigue teniendo ahora, fuera éste reconocido o no lo fuera, pero ¿quén sufrió en vez de gozar la vida? Él. No hagas tú lo mismo; independientemente de sueños que puedan motivarte en busca de metas, no olvides que cada momento eres tú mismo, te quieran o no te quieran. Agradece el amor de los demás si llega, pero agradece tu vida y mejórala cada día.