A la meditación se pueden llevar tantas cosas, tantas preguntas, tantos sentimientos, tanto de tanto... Y lo bonito es contemplar la respuesta. Puede que lleve un tiempo, pero cuando llega, uno puede comprobar que el tiempo mereció la pena.
En mi meditación expuse una pregunta o un sentimiento de pena e incluso de queja. ¿Por qué? ¿Por qué a veces uno parece tener tan poco éxito tras haber realizado su labor? ¿Por qué a veces parece que uno tiene tan poca repercusión e influencia a pesar de esforzarse en realizar un trabajo lo mejor hecho posible? ¿Por qué? Y entonces... vino la respuesta.
Tan sólo era una imagen, una imagen que necesitaba explicarse con la razón. La imagen era una estela marina; sí, la estela dejada por un barco. Si la estela se ve desde el barco, parece muy ancha al principio, para luego irse estrechando en la lejanía. Pero si se ve desde el aire, es precisamente lo contrario; lo que empieza con el tamaño del ancho del barco, se extiende por el mar ampliando el ángulo.
Así se influye en el mundo; cualquier acto que se haga, por pequeño que parezca, va repercutiendo en un ángulo cada vez más extenso.
Así se influye en el mundo; cualquier acto que se haga, por pequeño que parezca, va repercutiendo en un ángulo cada vez más extenso.