Nos hemos educado en una sociedad donde se valora el individualismo y la independencia; y estas características parecen -equivocadamente, a mi modo de ver- estar en contra de una concepción más social.
En realidad vivimos siempre en constante guerra entre principios aparentemente opuestos: o se es individualista o se es colectivo. Pero, ¿no se puede ser ambas cosas? Yo creo que sí, y que de hecho existimos siempre en simbiosis: el uno no existe para nosotros pues procedemos, ya de entrada, de dos: nuestros padres.
Nuestra sociedad se ha ido volviendo poco respetuosa con sus ancestros. No importa cómo fueran éstos, lo cierto es que merecen nuestra atención y respeto, pues tuvieran las virtudes o defectos que tuvieran, lo cierto es que eran seres humanos que nos legaron parte de sí mismos por herencia genética, además de otras muchas maneras. Ellos nos fueron abriendo el camino como sabían, entendían o podían. Sin ellos, nosotros no estaríamos aquí. Ellos merecen nuestra consideración y cariño, por lo que fueron, por lo que podrían haber sido, y por lo que son: nuestros antepasados.
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La importancia de nuestros antepasados es fundamental y hoy son muchas las vías psicológicas que señalan la influencia de ellos en nosotros. El psiquiatra suizo Carl Gustav Jung, en su libro "Recuerdos, Sueños, Pensamientos" expone lo siguiente:
Cuando trabajaba en el cuadro genealógico comprendí claramente la curiosa vinculación del destino que me une a los antepasados. Tengo la viva impresión de que estoy bajo la influencia de cosas o interrogantes que quedaron sin respuesta para mis padres y abuelos. Muchas veces me pareció que en una familia existía un karma impersonal que se transmitía de padres a hijos. Me lo pareció siempre, como si hubiera de dar respuesta a cuestiones que se les plantearon a mis antepasados, sin que ellos pudieran responderlas, o como si debiera terminar o proseguir cosas que el pasado dejó inconclusas. A este respecto es muy dificil saber si estas cuestiones tienen un caracter más personal o más general (más colectivo). A mí me parece que se trata de lo segundo. Un problema colectivo aparece siempre -mientras no se le reconoce como tal- como problema personal y despierta en un caso dado la ilusión de que en el terreno de la psique personal algo no está en regla. De hecho, la esfera personal se halla alterada, pero no necesariamente en lo fundamental, sino mucho más secundariamente a consecuencia de una transformación insoportable de la atmósfera social. Por lo tanto, la causa del desarreglo debe buscarse en tal caso no en el ámbito personal, sino más bien en la situación colectiva. Esta circunstancia la ha tenido muy poco en cuenta la psicoterapia hasta nuestros dias.
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Hoy vuelve a tomar relevancia en el mundo de la psicología, gracias a diferentes psicoterapeutas, esta valoración del árbol genealógico de los que formamos parte, y es hora de darles el reconocimiento que se merecen: Alejandro Jodorowsky, con su Psicogenealogía; Bert Hellinger, con sus Constelaciones Familiares; y tantos otros que han aportando y siguen aportando una vía de solución para grandes problemas a través del amor de la familia.
* La foto es de mis bisabuelos paternos, en la que puedo ver a mi abuelo como un niño con sus padres y sus hermanos. Tengo que agradecer a mi prima Finucha el que nos la hiciera llegar en su día, ya que para mí las fotos de mi familia tienen un valor incalculable. Con la foto muestro mi cariño a todos, absolutamente a todos mis antepasados en todas sus lineas pues gracias a todos ellos yo me encuentro aquí. ¡¡¡Gracias querida familia de origen!!!