Qué difícil resulta en muchas ocasiones expresar los sentimientos. Queremos hacerlo pero no podemos, bien porque no sabemos expresar adecuadamente aquello que sentimos, bien porque quien nos escucha tampoco logra entendernos. Y es en esos momentos cuando ese Mercurio alado nos viene a ayudar y a pedirnos que nos soltemos.
Para expresar algo de nuestro interior, lo primero que necesitamos es reconocerlo. ¿Ves la luna eclipsada en el cielo? Eso nos indica que algo nos mantiene ciegos a lo que de verdad sentimos; no queremos verlo y por eso nos tapamos los ojos en señal de duelo, pero es un duelo que más que tristeza indica falta de claridad.
Mercurio, ese mensajero celestial, ese ángel que todos llevamos dentro, nos dice que lo primero que tenemos que hacer es recapacitar y querer ver. Para eso está él; si imaginas un interlocutor sincero puede que te sea más fácil entablar una conversación con esa parte profunda de ti que muchas veces ocultas a los demás, y lo que es más peligroso, a ti mismo.
Sí, a veces esta tarea es necesario realizarla en soledad; otras, nos viene bien alguien que nos escuche con atención y sin juzgarnos. Pero lo importante es abrir el corazón y la mente, y hacerlo a la vez para descubrir lo que realmente nos mueve; para luego, poder verbalizarlo, poder expresarlo abiertamente y de forma serena.
Se necesita una gran claridad para poder mostrar al exterior todo lo que llevamos dentro. Es una tarea que merece la pena, pues de otro modo, bien pudieran manifestarse nuestras necesidades emocionales en enfermedades que nada bueno aportan.
¡Resulta tan necesario expresar correctamente las emociones, en lugar de aumentar los equívocos con cada palabra no dicha o dicha malamente!