sábado, 9 de junio de 2012

Abrahán: la fe y el amor

Supongo que es de todos conocida la historia de Abrahán y el desenlace sobre el sacrificio de su hijo Isaac. Mucho me ha dado que pensar esta historia y desde hace tiempo me pregunto qué habría sucedido si Abrahán no hubiera mostrado esa disposición a ejecutar el aparente mandato del Señor. Vamos a ver por partes tal y como yo entiendo esto. Por supuesto, no digo que no pueda estar equivocada, pero en la senda espiritual de cada uno, me parece bueno cuestionarse y valorar lo que para nosotros pueda o no tener relevancia y hacernos mejores personas y mejores seres espirituales.

Normalmente se considera que Abrahán superó con éxito una fuerte prueba de fe. Sí, Dios le había concedido aquel hijo que tanto deseaba y le había prometido que, a través de él, su descendencia sería tan numerosa como las estrellas del cielo y las arenas del mar. Y, de repente, el Señor le pide que sacrifique a aquél hijo. ¿Qué pensaría Abrahán de esta petición? No es mi labor explicar su pensamiento porque, entre otras cosas, pertenecía a una cultura de la antigüedad con otros puntos de vista diferentes a los nuestros; y, además, no puedo saberlo con seguridad. Pero sí puedo exponer mi propio pensamiento. En primer lugar, creo que me parecería terrible que el Dios en el que creo me pidiera algo que desde mi punto de vista actual es abominable; y eso me llevaría a dudar de que procediera de Dios esa petición, pues, gracias a la venida de Jesucristo, pudimos descubrir a un Dios Padre atento y compasivo, por tanto esta petición me resultaría muy difícil de aceptar porque iría en contra de la bondad de Dios.

Entiendo que Abrahán viera las cosas de otra manera y se sometiera ante su Creador pues su forma de verlo implicaba acatarlo; y además sabía que Dios tiene pleno poder y sabe por qué hace las cosas, así que no iba a ser él quien le contradijera aunque aquello le supusiera un gran dolor. Por otra parte, en su época se sacrificaban animales a la divinidad; y en otras culturas, me temo que había incluso sacrificios humanos, así que este mandato no sería tan abominable para él como para nosotros aunque le doliera profundamente.


Sobre las dudas con respecto a la herencia que tras la muerte de Isaac se veía bastante difícil, la fe de Abrahán le decía que Dios todo lo podía, así que probablemente ese fuera el menor de los problemas, aunque casi todos los estudios posteriores basen la prueba de su fe en esto más que en el sacrificio de su hijo como tal, sin tener en cuenta las consecuencias de tal final. ¡Qué pena que valoremos más las consecuencias dinásticas que el dolor por un ser único para un padre (y por tanto, único para Dios también)!


En la Biblia se nos dice cómo Dios envió un ángel para detener la mano de Abrahán cuando éste se disponía a ejecutar el sacrificio. Su fe había sido más que probada y había superado con creces el desafío. Pero yo sigo preguntándome, ¿qué hubiera pasado si Abrahán decidiera no obedecer? ¿Habría sido rechazado por su Creador? Estoy segura de que no. Creo que Dios habría visto la bondad en el corazón de Abrahán más que su desconfianza hacia su Creador. Habría comprendido que como ser humano que era no podía terminar con la vida de otro ser igual a él, otro ser procedente de la Divinidad. Habría visto ese amor hacia una criatura desvalida y, creo yo, que hubiera valorado muy ampliamente la decisión de Abrahán de no sacrificar a ese niño inocente y ponerse en peligro de ser desterrado de su Dios si lo hacía por amor; por supuesto, sólo si lo hacía por amor y no por la desconfianza sobre el cumplimiento o no de las promesas de un vasto linaje. 

El amor, no el egoísmo, creo yo que es lo que realmente conmueve el corazón de Dios. Y esto me lleva a pensar que, si Abrahán hubiera rechazado el mandato de Dios, Él no se lo habría tenido en cuento sino que incluso estimaría en alto grado el gran peligro al que se enfrentaba sólo por amor: la separación de su Creador antes que el sacrificio de una de sus criaturas. Al fin y al cabo, ¡quien ama a la criatura no puede más que amar profundamente a su Creador!