Hay momentos en la vida en que se precisa parar y descansar. Eso es algo indiscutible; y la misma naturaleza nos lo enseña al hacernos imprescindible unas horas de sueño. No es necesario que uno esté al borde de la extenuación para detenerse a reposar: es obligatorio y muy disfrutable pararse a descansar. Sin embargo, a veces nos retiramos hacia un aparente descanso, sencillamente como respuesta a algo que no nos gusta. Incluso, bien pudiera suceder que llegáramos a refugiarnos en la enfermedad para no tener que hacer frente a nuestras responsabilidades. ¿Pudiera estar sucediendo algo así contigo?
Todos queremos que se nos haga caso, pero si en algún momento no nos tratan todo lo bien que creemos merecer, podemos decidirnos por adoptar la estrategia del "rey enfermo", y demostrar así que no estamos dispuestos a ser minusvalorados ni humillados. La pregunta al decidirnos por este camino sería: ¿a quién va a beneficiar realmente esta táctica? Y, probablemente, si nos hacemos la pregunta de la manera adecuada, nos demos cuenta de que nadie, absolutamente nadie va a obtener ninguna ventaja.
Distinguir un proceso natural de cansancio, o bien una verdadera enfermedad puntual de lo que sería una huida, exige un grado alto de auto-observación que no siempre estamos dispuestos a llevar a cabo. Sin embargo, ¡sería tan enriquecedor si lo hicieramos!