El Tarot Zen de Osho y Ma Deva Padma, cuenta con una carta de más con respecto a los tarots tradicionales. Así, ya sabemos que los Arcanos Mayores constan de 22 cartas; sin embargo, en este singular Tarot nos encontramos con 23. La última recibe el nombre de El Maestro.
El hecho de tratarse de una carta añadida, y que en el diseño figure la imagen de Osho, hizo que en su momento no considerara publicar aquí esta carta; pero veo que algunos lectores (ya hace tiempo y ahora recientemente) me preguntan por el significado de la misma, así que he considerado que debía dedicarle un artículo, cosa que hago ahora.
Me hubiera gustado que en vez de la figura de Osho, apareciera en esta carta una figura más neutral que reflejara de manera más clara su significado; pero puesto que los autores se decidieron por colocar esta pintura y no otra, vamos a estudiar su significado independientemente de lo que yo opine al respecto.
El Maestro es una palabra que normalmente usamos para referirnos a alguien que nos enseña algo muy profundo e importante porque, no sólo lo estudia, sino que además lo vive, lo interioriza; digamos que se trata de una persona que es aquello que predica.
Pero el maestro de otros, en primer lugar lo tiene que ser de sí mismo. Existe una carta en el Oráculo de El Symbolon (del que hablaré cuando le corresponde por su numeración), llamada El maestro y el discípulo, que creo refleja muy bien lo que nos dice esta carta. A veces somos maestros porque podemos enseñar aquello que hemos asimilado; a veces somos discípulos porque estamos dispuestos a aprender lo que necesitamos. Esta carta del Tarot Zen, de alguna manera, se identifica con la de El Symbolon.
Asimismo, cuando le toca enseñar al Maestro del Tarot Zen, lo hace sin prepotencia, sin exceso de palabras, sino que los discípulos disfrutran sencillamente con lo que es y lo que envía al ambiente que le rodea sólo siendo quien es. Este Maestro no quiere seguidores sino iguales que unas veces están más arriba y otras por debajo de él, pero que viven su momento adecuado cada uno y así se intercambian sabiduría y buen hacer.
A veces, quien reciba esta carta, sabrá que se le está diciendo que es capaz de aplicar lo que sabe a su propia vida, convirtiéndose, por tanto, en su propio maestro. Otras, sin embargo, puede estar aconsejándole que busque un maestro así, verdadero, sin vanagloria, un ser que en un momento determinado pueda ayudarle a recuperar su propio rumbo para contribuir al bien de todos.