La cornucopia de la abundancia parece derramar por fin su gracia sobre el personaje que aparece en esta carta.
Muchas veces en la vida perdemos la confianza en nuestra buena suerte, y entonces puede suceder que ese desánimo bloquee la entrada de la prosperidad en nosotros y nuestro entorno. Es cierto que no siempre es fácil mantener alto el espíritu y la confianza, pero está claro que sin ese espíritu podemos estar impidiendo que se nos facilite la entrada de la fortuna.
La fe, la buena disposición, el encontrarnos en consonancia con los deseos del cielo en vez de sentirnos en constante lucha con él, favorecen la consecución de bienes tanto para el cuerpo como para el espíritu.
Saber disfrutar de los dones del cielo es también un arte; no siempre estamos dispuestos ni a agradecerlos ni a sentirnos beneficiados, con lo cual volvemos a esa dinámica del esfuerzo y del merecimiento. Pero la carta de la abundancia nos dice que ésta llega cuando uno está dispuesto a recibirla de buena fe. ¿Vas a bloquear su entrada manteniéndote en tus lamentos de la mala suerte pasada o, por el contrario, vas a agradecerla y bendecirla con todo tu ser de generosidad y alegría?