No es la primera vez que escribo en este blog sobre las Constelaciones Familiares. Tuve la bendición de conocer esta terapia hace ya algunos años, y de participar en varias de ellas. Para aquellos que no sepan en qué consiste, les recomiendo que hagan una búsqueda dentro de este blog, poniendo sencillamente las palabras constelaciones familiares en el buscador situado a la derecha de este texto, debajo de la hadita, y podrán leer mis artículos sobre el tema para obtener una idea de en qué consiste esta terapia.
Ahora me gustaría más hacer unas reflexiones sobre las Constelaciones Familiares, dando por hecho que todos ya sabemos de qué tratan, ¿de acuerdo? Para ello, voy a ir desarrollando algunos puntos que considero de interés.
- Uso y abuso de las Constelaciones Familiares. En mi opiníón, las Constelaciones es un tipo de terapia que puede ser muy útil en casos en los cuales, a pesar de haberlos trabajado desde múltiples aspectos, no se consiguen resultados positivos, pues da la impresión de que los esfuerzos de la persona por mejorar una situación chocan con trabas que están mucho más allá de los directamente implicados en ellas. En las Constelaciones son demasiados los elementos que se mueven como para que nos podamos permitir el lujo de "jugar" con ellos. Por esta razón, creo que no es adecuado usar la Constelación para todo tipo de problema; creo que es una herramienta bendita que no podemos manipular a nuestro antojo pues no tenemos derecho para ello. En una Constelación aparece lo más íntimo de cada ser humano, con sus propias circunstancias y vivencias; digamos que surge de forma clara el alma de las personas, un alma que puede estar encarnada en un cuerpo vivo en nuestro momento presente o bien estar ya en otro plano; así que no me parece nada respetuoso hacer viajar a lo más esencial de cada uno para temas que pueden resolverse de otra forma. El uso de las herramientas que se nos dan puede ser muy beneficioso, pero no así el abuso.
- Limitar las indagaciones. Relacionado con el tema anterior, podemos considerar este segundo punto. A veces nuestra curiosidad sin límites nos lleva a adentrarnos en secretos sobre los que no tenemos ningún tipo de derecho a conocerlos. En una Contelación surge el tema de fondo que está afectando a una situación concreta, pero, una vez aclarado, no parece pertinente seguir indagando y fomentando el "morbo" y la "indiscreción". No nos está permitido saberlo todo, sino sencillamente aquello que está afectando de forma clara a una determinada situación, no más. Bert Hellinger (el iniciador de esta terapia) es muy claro en este tema, y no permite que una vez descubierta la raíz de un determinado problema, la persona que consulta se empeñe en ir más allá y averiguar más y más cosas: sólo la que tiene que aclararse, sin más "cotilleos" ni complicaciones que nos llevarían a más y más problemas en vez de a su solución. En lenguaje llano, podríamos decir que no hay que tirar tanto de la madeja del hilo.
- Orden más que jerarquía. Nuestra vida temporal implica un orden que no podemos saltar. Es decir, primero están los padres y luego vienen los hijos, y no al revés, ¿verdad? Pues esto tan evidente, a la hora de resolver conflictos no resulta así, pues se confunde el orden con la importancia. El padre y la madre están por encima de los hijos, y se les debe un respeto; ¿significa eso sumisión? No, en absoluto; el respeto profundo no tiene nada que ver con las sumisiones ni las humillaciones; por eso hablaba de no confundir el orden con la importancia; todos tenemos igual dignidad, pero existe un orden establecido que si se salta puede traer muchas complicaciones. Muchas veces, los hijos se saltan este orden y asumen el papel de padres, cosa que nunca debe de hacerse. Cuando se desarrollan Constelaciones Familiares, a veces, dadas las desavenencias entre algunos padres y algunos hijos, resulta muy difícil de hacer un ejercicio totalmente necesario pero que sólo surte efecto si se hace de manera sincera. El facilitador de una Constelación (quien la dirige) pide al constelador que se sitúe delante de su padre o de su madre (con quien tenga el conflicto) y le diga de forma clara y rotunda: "Te respeto, tú eres el mayor y yo el pequeño". Esta frase hiere en lo más profundo en muchos casos porque no se entiende, y es bueno aclararla. Se trata de decir a los padres que se los respeta por lo que son, lo cual no quiere decir necesariamente que se esté de acuerdo con sus actitudes, pero se les respeta porque sin ellos no estaríamos aquí, porque son limitados igual que los hijos y porque han tenido que aprender y a lo mejor no han conseguido éxito en la labor pero lo intentan. Y se trata de decirles que "ellos son los grandes y los hijos los pequeños"; por tanto, ellos son los que pueden manejar sus cargas, y no ponerlas en las espaldas de sus hijos que no están preparados para llevarlas, pues el peso de la carga de los padres y la propia es demasiado. Vistas así las cosas, la frase resulta mucho más fácil de decir y de asimilar.
- Decir lo siento mejor que pedir perdón. La culpa siempre está ahí, pues muchas veces por ignorancia y otras por desear obtener beneficios no demasiado legítimos, lo cierto es que cometemos acciones que generan culpa. Y eso hay que reconocerlo; no somos completamente inocentes por mucho que quisiéramos serlo, y, a veces, incluso de manera inconsciente tenemos motivaciones no del todo nobles. Pero también es cierto que no deseamos realmente el daño, sino que nos ofuscamos y nos damos cuenta de que nos entristecen nuestras malas acciones, y eso hay que afrontarlo. Si es neceserio asumirlo en casos de relaciones difíciles, es bueno hacerlo, según Hellinger, en términos de igualdad, para lo cual hay que expresar el sentimiento, decir claramente: "Lo siento, no lo sabía". Y esa frase indica que realmente hubiéramos querido que las cosas fueran de otra manera, y que además nos faltaban por conocer múltiples datos que nos afectaban a nosotros y a más personas. A veces juzgamos sin conocer realmente las circunstancias y por eso es bueno reconocer ante aquellos que juzgamos ese: "Lo siento, no lo sabía". Mucho mejor que pedir perdón, que según Hellinger nos hace arrogantes por creernos con derecho a perdonar o a solicitar el perdón de forma humillante. Sentirlo, por el contrario nos iguala y resulta muy efectivo.
- Respeto frente a silencio. El dolor hace que muchas veces silenciemos acontecimientos y, por supuesto, a las personas que pudieran haberlos provocado o que fueron víctimas de los mismos. Pero no podemos olvidar que el dolor puede ser una medida del amor, y por tanto merece la pena. No se trata de sufrir de forma constante, sino de afrontar el dolor y asimilarlo. Estos seres humanos causantes o víctimas nos piden nuestro respeto hacia ellos y no que los sumamos en el olvido; y ésta es otra gran lección que nos ofrecen las Constelaciones: respetar, recordar, valorar pues nuestra existencia tiene que tener sentido. Acallando no conseguimos dar ese valor que se nos requiere, sino agrandar el vacío.
Las Constelaciones nos ofrecen grandes lecciones que, a mi modo de ver, no deben ser ni minusvaloradas ni mucho menos frivolizadas.