jueves, 22 de octubre de 2009

Engaños y Autoengaños: Meditando con El Symbolon

Ya en varias ocasiones he ido presentando diferentes cartas de EL SYMBOLON, un mazo de cartas muy peculiar diseñado por Peter Orban, Ingrid Zinnel y Thea Séller. Las cartas nos muestran arquetipos muy importantes para el ser humano que nos adentran en la profundidad psicológica del consultante.

En esta ocasión me gustaría mostrar tres cartas que, de una u otra manera, hacen alusión a cierto engaño o autegaño que puede vivir o generar la persona. Vamos a irlas viendo por partes.



Comenzamos por la carta llamada EL SEDUCTOR. ¿Qué te sugiere? Las cartas no tienen un único significado sino que pueden actuar como una especie de motor que pone en marcha nuestro inconsciente. Vamos a meditar sobre esta carta a ver hacia dónde podría conducirnos.

Vemos una figura elegantemente vestida, con una hermosa sonrisa, que surge de un fuego abrasador. En su mano derecha porta una flor con la que parece obserquiarnos.

Claro que a ninguno se le escapa, seguramente, que el personaje tiene algo de siniestro puesto que parece contar con los rasgos de un drácula como mínimo. ¿Qué nos puede estar diciendo esta carta?

El embrujo, la seducción pueden ser unas formas de engaño. Ante el encanto de alguien es difícil resistirse pues nos atrae ese fuego abrasador. ¿Es eso malo necesariamente? ¿Tener encanto y transmitir encanto es algo malo? Personalmente, yo no lo considero así; pero la carta puede hacernos entender que podemos estar presos de una fascinación más que de una realidad. Es verdad que los atributos buenos de la persona están ahí; pero, ¿se están viendo de verdad o se están manipulando?

Veámoslo más fácilmente con un ejemplo: ante la belleza de un muchacho o una muchacha realmente subyugadores, uno puede pensar que está enamorado de él o ella. ¿Quiere esto decir necesariamente que esos muchachos tan atractivos estén engañando? No; pero ¿qué ocurre con los supuestos enamorados?; ¿se han enamorado de los personajes en sí o de la fascinación que ejercen sobre ellos?



Vayamos con la segunda carta. Ésta no puede engañar a nadie, ¿no? Si tenemos en nuestra memoria los cuentos populares, aquí nos encontramos con nuestro FLAUTISTA de Hammelin particular. ¿Conocéis la historia? Imagino que sí.

Uno a veces se engaña o se deja engañar para salir de una determinada situación. Gracias al engaño del Flautista, los niños pueden salir de su escondite y volver a alegrar el pueblo de donde procedían; pero también es cierto que el mismo sonido de la flauta puede provocar que vuelvan al lugar al que previamente se les había conducido para reternerlos como prisioneros.

¿Es bueno o es malo el engaño? A veces un cierto acontecimiento engañoso nos puede servir para superar determinados problemas. ¿Os acordáis de Dumbo? Gracias al "engaño" de usar una pequeña plumita de ave, el elefantito consigue descubrir que realmente puede volar.

Averigua por qué se te ha puesto delante esa zanahoria como cebo: ¿será para que descubras tus propias cualidades o será para que te des cuenta de cómo te dejas engañar a veces?


Y para finalizar este repaso, aquí tenemos la carta denominada ENGAÑO o FRAUDE. La imagen nos muestra el conocido timo del trilero. Un estafador coloca bajo unos vasitos un objeto, y el timado, tras las vueltas que les da el trilero aparentemente de buena fe, debe averiguar debajo de qué vasito está. Aunque de todos es sabido de antemano que se trata de un fraude, el truco sigue funcionando, ¿por qué? Por el autoengaño. Sí, no sólo se da un engaño por parte del estafador; es que también el timado se autoengaña pensando que él es distinto y que a él no lo van a pillar.

A veces esta carta ayuda al consultante a detenerse y considerar en qué se está autoengañando. No siempre es fácil de detectar ese problema en uno mismo, pues la venda puede ser muy tupida, por lo que esta carta es un excelente indicador para que uno pare y observe muy bien tanto la situación externa como la interna, para descubrir qué es eso que no quiere o no es capaz de ver.