Una gran sorpresa con la que me he encontrado con relativa frecuencia es un hecho que, en realidad, me da mucha pena. El hecho se resume así. Son muchas las personas que buscan la práctica de un esoterismo que les permita realizar determinado tipo de "proezas", pero que olvidan Quien está detrás de ellas. No puedo entender a las personas que buscan levitar, desentrañar los secretos escondidos, realizar curaciones, etc., pero son contrarias a la existencia de un Dios que les permite hacer uso de esas técnicas. Atribuyen sus "poderes" a ellas mismas, y vuelven la espalda a Quien se los otorga. ¿Por qué sucede esto?
He comprobado que cuando uno atribuye, con una total falta de humildad, sus logros única y exclusivamente a sí mismo, suele terminar por perder aquellas habilidades con las que supuestamente contaba. Y, entonces, surge una idea dentro de mí; si sólo se tratara de una capacidad personal, no debería desaparecer cuando el orgullo toma un lugar preponderante, pero lo cierto es que sucede así.
Por supuesto, no niego el esfuerzo humano en pos de algo, y los méritos al conseguirlo; pero no podemos despreciar a Quien está por encima de nosotros, a Quien nos permite aprender y gozar con lo aprendido, a Quien nos regala la Vida y el Amor. Francamente, no apoyo el esoterismo sin la divinidad porque compruebo que, en la mayoría de los casos, degenera en un exceso de ego altamente peligroso.
* La imagen corresponde a "La Creación de Adán", de Miguel Ángel.