lunes, 15 de marzo de 2010

Cinco de Bastos y Cinco de Espadas en el Tarot Rider Waite: Meditando con las Cartas del Tarot

Y empezamos con los Cinco, con esos Cinco que ya anunciaba en una anterior entrada eran un tanto desestabilizadores. Pero vamos a empezar con el menos inquietante de todos: el Cinco de Bastos.

Como podemos apreciar por la imagen, el Cinco de Bastos en el Tarot Rider Waite nos habla de lucha. Pero tranquilos, la carta no conlleva necesariamente connotaciones negativas; en realidad, si uno la mira con detenimiento puede observar que se trata casi de una competición deportiva. Y es que en la vida, los acontencimientos no siempre se dan de manera suave, sino que en muchísimas ocasiones hay que luchar por ellos, poniendo empeño en la consecución de los propios fines. Una competición pero en igualdad de condiciones: cada "oponente" aspira a conseguir su meta y para ello utiliza de manera adecuada su energía pero también tiene en cuenta las reglas del juego para no saltárselas. Ése es un matiz muy importante en esta carta que, como veremos más adelante, no se encuentra en su compañera el Cinco de Espadas.

Batallar, competir, pero con nobleza. Las cosas no se nos regalan sino que hay que luchar por ellas, pero sin perder nunca la buena perspectiva y sin desechar esfuerzos en la consecución de la meta.

Sin embargo al estudiar el Cinco de Espadas, ya sí que hablamos de otra cosa. Aquí la lucha no parece responder a las reglas de la nobleza, sino que por, el contrario, uno puede verse abocado a una batalla deshonesta. Y no importa siquiera que uno pueda ganar en apariencia, puesto que esa victoria sería de las consideradas "pírricas" y por tanto a la larga no harían más que perjudicar.

Cuando aparece esta carta en una tirada, hay que verla como una advertencia de que o bien alguien quiere batallar con nostros utilizando malas artes, o bien que somos noostros mismos los que podríamos caer en este engaño. De cualquier modo, venga la lucha desde fuera o desde dentro, se nos advierte de la necesidad de estar atentos y evitar la batalla como sea, pues su desenlace no producirá beneficio alguno. En casos así, evitar la batalla no es un signo de cobardía, ni mucho menos; sino que se trata de una elección producto de la sabiduría.