lunes, 25 de abril de 2011

Experiencias cumbre

¿Qué entendemos por "experiencias cumbre"? Podríamos decir que se trata de determinadas experiencias que nos conectan de una manera clara y contundente con el mundo espiritual. Pero ¿en qué consisten? Yo diría que hay una gran variedad de ellas aunque todas tienen un fondo común. Vamos por partes.

Existe una experiencia que podríamos considerar un éxtasis y que se da en muchas ocasiones de manera fortuita aparentemente. Hablo de esos momentos en que, por ejemplo, alguien ha decidido sentarse al aire libre, ya sea en lo alto de una montaña, como al borde de un río o de una playa; y entonces, de repente, la persona se siente totalmente en paz, serena y como invadida por una total plenitud que la aleja incluso de cualquier sensación temporal. Repentinamente la persona experimenta una totalidad sobre la que ni siquiera se para a intentar comprenderla, sino que sencillamente la vive con toda la intensidad, pero sin perder en ningún momento la calma. Luego, cuando vuelve a cerciorarse de dónde está, del correr del tiempo, de todo lo que le rodea, sigue quedando dentro, como un recuerdo imborrable, lo que acaba de experimentar.

Esto mismo se puede inducir, y es por medio de diversas técnicas meditativas en las que lo principal es el deseo y la disposición de alcanzar ese estado; pero sin inquietud, si se consigue, bienvenido sea; y si no viene, otra vez será.

Existen muchas más experiencias que pueden traducirse en visiones, audiciones, sensaciones. Sí; en ocasiones la persona parece ver con toda claridad imágenes con un profundo sentido para ella; imágenes que le aclaran muchas cosas. Otras veces percibe como un pensamiento que no cree pueda proceder de su interior, sino de algo más que está dentro y está fuera; un pensamiento repleto de contenido que le ayuda a entender, a progresar, a continuar. Incluso pueden darse sensaciones, como si alguien estuviera tocándonos, o bien un cierto estremecimiento en una determinada zona del cuerpo; también se perciben olores particularmente bellos y que no acabamos de entender de dónde vienen, aunque en nuestro interior de alguna manera asociamos a algo o alguien en particular.

Pueden darse experiencias cumbre a través de canalizaciones por vía de otras personas que se prestan a ello. En esas canalizaciones, alguien nos comunica cosas que son verdaderamente importantes para quien las recibe; y como todo lo expuesto anteriormente, dejan una huella indeleble.

¿Cuándo son reales? ¿Cuándo imaginadas? Creo que en el fondo de uno mismo, la persona que lo experimenta lo sabe; por los efectos, lo discierne; y normalmente le queda un gran deseo de volver a experimentar algo así. Lo que ocurre es que estas experiencias a veces se dan y a veces no. Digamos que no podemos impedirlas, pero tampoco provocarlas a la fuerza; todo lo más, favorecerlas. 

¿Qué sentido podrían tener estas experiencias y la ausencia de las mismas? En determinados casos, podría suceder que fueran necesarias para la evolución particular de cada individuo; y asimismo, a veces se hiciera preciso que cada uno emprenda la aventura del desarrollo sin una guía constante sino corriendo sus propios riesgos. Pero sea como sea, las experiencias cumbre son una bendición que acompañan toda la vida, aunque creamos haberlas experimentado una única vez.

Y no lo olvides, todos las experimentamos aunque no seamos conscientes de ellas. Ver y sentir un nuevo día con el aire, con el sol, sintiéndonos repletos de vida es en sí misma toda una experiencia cumbre a la que no solemos saber darle su auténtico valor.