Resulta sorprendente que, en vez de buscar una unión y una comprensión, sean muchos los que se empeñen en establecer esta rivalidad entre los sexos que, por mucha liberación de la que se hable, parece enraizada en el interior de una gran mayoría.
Estudiosos de la psique humana han concluido muchas veces que todos, seamos del género que seamos, tenemos una parte de aquel con el que no nos mostramos. Es decir, los hombres tienen una parte femenina, y las mujeres albergan dentro de sí otra parte masculina. Por supuesto, no parecen estar en la misma proporción ambas partes, pero eso no puede hacernos olvidar que algo del otro sexo tenemos, y que, por supuesto, no está ahí para hacernos la vida imposible sino para ayudarnos en nuestro crecimiento. Entonces, ¿por qué odiarnos en vez de completarnos?
Estudiosos de la psique humana han concluido muchas veces que todos, seamos del género que seamos, tenemos una parte de aquel con el que no nos mostramos. Es decir, los hombres tienen una parte femenina, y las mujeres albergan dentro de sí otra parte masculina. Por supuesto, no parecen estar en la misma proporción ambas partes, pero eso no puede hacernos olvidar que algo del otro sexo tenemos, y que, por supuesto, no está ahí para hacernos la vida imposible sino para ayudarnos en nuestro crecimiento. Entonces, ¿por qué odiarnos en vez de completarnos?
Me parece revelador este texto de Alejandro Jodorowsky que nos invita a la reflexión.
Una mujer que detesta a los hombres no se puede realizar porque, de manera inconsciente, odia la parte masculina de sí misma y no la puede integrar. Lo mismo le sucede al hombre que por un secreto odio a las mujeres rechaza su propia feminidad, no pudiendo completarse. Sólo alcanzamos la paz cuando nuestra mujer y nuestro hombre interiores se equilibran y manifiestan libremente.