Me llama la atención que en un mundo cristiano que pone en tela de juicio a Jesús, confundiendo a la persona con sus supuestos seguidores, sean diversos intelectuales de otras culturas los que parezcan empeñados en colocarlo en el lugar que se merece. Uno de estos autores es Deepak Chopra, médico y escritor indio de reconocido prestigio, no exento de polémica, pero eso es algo lógico ante cualquier personaje que suscite interés.
En su libro, El Tercer Jesús, Chopra nos ayuda a reflexionar sobre la figura de Jesús y su aportación al mundo terrenal y espiritual, partiendo, por supuesto, de sus ideas orientales. No es que comparta en su totalidad el pensamiento de este autor y la forma de entender frases de Jesús, pero sí me emociona y me alegra que valore el encuentro personal con esas ideas, en vez del puramente dogmático, y que anime al lector a promover ese encuentro. ¿Qué puede estar diciéndonos a cada uno de nosotros aquellas frases pronunciadas hace más de dos mil años y que, sin embargo, no han perdido actualidad?
Son muchos los que no se acercarían a unas Evangelios que consideran lectura exclusiva para un determinado sector de la población, y que, sin embargo, sí están dispuestos a leerlo bajo otras denominaciones. Me parece una buena opción. Por supuesto, soy una enamorada del conocimiento, y, por tanto, creo que lo mejor sería imbuirse de una cultura que nos permita leer, por ejemplo, ambos libros, para poder extraer nuestras propias conclusiones; pero sea cual sea la decisión personal de cada uno, agradezco que personas aparentemente alejadas del Cristianismo lo den a conocer de una manera tan respetuosa.
Me gustaría citar un pequeñísimo extracto de este libro, que precisamente ando leyendo ahora. Creo que el autor ha estado muy acertado en estas explicaciones, como digo, fuera del dogmatismo y centrándonos en la problemática del hombre y su relación con la Divinidad.
Dice Deepak Chopra a propósito de la oración:
Opino que Jesús valora la oración como proceso de crecimiento interno. No dice que en lugar de confiar en Dios de manera implícita, debamos rezarle. Pero si entendemos a Jesús como un maestro de la iluminación, la oración sirve a ese propósito. Cuando rezamos a un Dios omnisciente, unimos nuestra conciencia a la conciencia pura. Esta conexión se vuelve más intema a medida que se progresa por el camino.
Al principio puedes ofrecerle amor a Dios porque sientes un amor genuino por Él, o quizá porque sabes que las oraciones deben contener amor. Ese amor menguará, como ocurre con cualquier relación, pero con el tiempo, ese amor se vuelve más profundo y revela misterios que antes no contemplabas. La oración es una manera de mantener vivo este proceso y monitorizarlo a medida que pasa.
Cuando nos expresamos en una relación, queremos obtener respuesta. El silencio implica que la relación está bloqueada; el silencio constante implica que la relación ha terminado. Por tanto, la oración también es un modo de comprobar, si Dios está escuchando, si tu relación con el espíritu sigue viva.
Añado yo. Sé que Dios está escuchando aunque a veces no seamos capaces de oírlo. ¿Estamos dispuestos a hacerlo? ¿Estamos dispuestos a entenderlo no sólo con el lenguaje sino con multitud de señales en forma de amigos, ayudas, supuestos enemigos? Dios habla de forma misteriosa, ¿sabemos dirigirnos a Él y hacerlo parte de nuestra vida? Porque, nos pongamos como nos pongamos, querámoslo o no... Él forma parte de nuestra vida pues es nuestro Creador.
¡Que esta Semana Santa nos traiga la Paz y el Amor que tanto predicó quien hubo de someterse hasta la muerte y luego resucitó: Jesús!