Querido Papi,
Viniste a este mundo un 3 de mayo de 1929. Recuerdo que cuando cumpliste 80 años estabas muy agradecido y emocionado porque nunca habías creido que pudieras llegar a esa edad. Sólo te concedieron tres años más; y aunque a mí me duela profundamente tu partida, entiendo que otros te requirieran para hacerles feliz allá donde estés ahora, y hacerte a ti aún más grande. Te hablo en singular, pero sabes que es en plural como debería hacerlo; pero quizá los demás no deseen hacer público sus sentimientos; yo lo que deseo es hacer pública tu bondad en tu existencia terrenal, y por eso te hablo y te escribo públicamente.
No me imagino un padre mejor que tú para mí. Lamento no haberte demostrado mi amor y mi respeto con más frecuencia; por eso ahora lo hago aquí; al fin y al cabo tú fuiste un estímulo para que yo escribiera (mami también lo fue, y ahora lo es mi marido, así que no puedo defraudaros).
Sé que te fuiste con El más grande. ¡Estoy segura de ello, porque no podría ser de otra manera! Nos dejaste muy tristes, pero te honramos siendo lo mejor que sabemos ser. Nunca dejarás de estar en nuestros corazones. Quiero que lo sepa todo el mundo. Gracias por tu cariño constante, gracias por tu presencia, y gracias por querernos tanto a todos y a cada uno de nosotros, empezando por tu mujer a la que amaste verdaderamente.
¡¡¡Feliz cumpleaños, papi querido!!!