domingo, 26 de octubre de 2014

Meditar es comprender


 Existen muchísimas formas de meditación, tanto formas para acceder a ella, e igualmente formas de entender lo que es. Ahora me gustaría poner el acento en la meditación que nos ayuda a comprender. Para ello creo que se hacen precisos tres pasos.

En un primer lugar estaría la pacificación. Casi estoy por decir que es el que más difícil se nos hace, quizá por tratarse precisamente del primer paso. Conseguir pacificar la mente y el cuerpo no siempre es tarea fácil; especialmente cuando más precisamos de este aspecto. Por ello precisamos de una gran fuerza de voluntad para simplemente hallar un momento para sentarnos y relajarnos, e inducir en nosotros mismos esa paz que tanto deseamos. Creo que hacer el propósito y comenzar a realizarlo ya abre el camino para conseguirlo. Por tanto, propósito y fuerza de voluntad para ponernos a ello.

En segundo lugar, me parece importante la observación. ¿Qué pretendo decir al hablar de observación? Se trata de prestar atención a lo que ocurre, bien en nuestro cuerpo, bien en nuestra mente. Al fin y al cabo sólo podemos conocer un problema cuando sabemos de su existencia, y para ello hay que detenerse a observar y ver qué va surgiendo en nuestra mente. Sólo así podremos llegar al tercero de los tres pasos que propongo: la comprensión.

Tercer paso, la comprensión. Para comprender algo es necesario haber propiciado el entorno adecuado de paz y haber observado lo que realmente está sucediendo. Sólo así podremos adentrarnos en la comprensión de lo que sucede y hallar así una más que posible solución.

Honradamente, me parece que el esfuerzo, que puede no ser superior a diez minutos, bien merece la pena.