Oráculo de los Maestros Ascendidos | (*) |
Con bastante frecuencia se me pregunta sobre la forma de limpiar las cartas para poder utilizarlas. Como ya he dicho en varias ocasiones, no soy de las personas que concede gran importancia a las energías negativas ni a los rituales, por lo tanto, mi respuesta en este sentido es que no veo la necesidad de limpiar una baraja ni de practicar un determinado rito antes de utilizarlas. Pero voy a ir por partes e ir explicando el porqué de esta actuación bajo mi punto de vista.
Considero que cuando uno se dispone a practicar rituales para limpiar de posibles energías malignas o bien para preparar las cartas para ser utilizadas por uno mismo, se está poniendo el acento más en un instrumento, como son las cartas, que en el fondo.
Hace mucho tiempo, cuando escuchaba que quienes practicaban la videncia explicaban que lo de menos era el obejto de videncia, sino la videncia en sí, yo no acababa de entenderlo. Es decir, para mí era realmente extraño que uno pudiera intuir cosas utilizando cartas, bolas de cristal, posos de café o cualquier otra cosa. Hoy veo que eso es lo lógico; que el instrumento utilizado tiene valor para quien lo usa porque es el que ha elegido y el que entiende mejor, pero lo importante es el mensaje, no el medio.
Cuando uno se comunica con otro puede hacerlo por muchos medios y utilizando lenguajes diversos. Así, podemos comunicarnos directamente, o a través del teléfono, o por carta, etc., etc. Asímismo, podemos expresarnos en español o en francés o en chino o en infinidad de lenguas; cada una tiene una expresividad distinta y ahí está la grandeza de los idiomas; ninguno logra expresar todo lo que la persona querría comunicar pero cuantos más conoce mejor logra hacerse comprender. Pues de igual manera las distintas mancias nos ayudan a expresar un mensaje que viene de otro lugar y cuya importancia es grande en sí mismo y no por el instrumento utilizado.
Yo creo que más que adecuarse uno a las cartas, quien habla a través de ellas se adecúa a los diferentes instrumentos. ¿Y quién habla? En mi opinión existen tres fuentes que son las que nos envían la información que solicitamos si es bueno que la obtengamos. En primer lugar creo que los mensajes vienen de seres celestiales que nos ayudan en nuestro progreso y nos aconsejan. En segundo lugar, considero que nuestro inconsciente tiene mucho que decir también y se une a la intuición. Y por último, ese inconsciente colectivo del que hablaba Jung, como suma de la humanidad al completo a través de los siglos y que de alguna forma se comunica también con cada uno.
Por tanto, las cartas son un instrumento, como un bolígrafo, un dicccionario, un medio de comunicación; pero en sí mismas, no considero que tengan un poder. Sirven de catalizador para que podamos entender más o menos las respuestas a nuestras preguntas. Por supuesto que hay que tratarlas con cuidado, como cualquier objeto de nuestro entorno al que tenemos cariño, no porque haciendo determinados rituales nosotros podamos imbuirlas o no de poder. El poder viene de arriba, no de nosotros.
Al principio, seguí las instrucciones que alguien consideró oportuno darme y no dejaba tocar mis cartas por nadie hasta que hubiera practicado el ritual requerido; pero luego me di cuenta de que esto era innecesario y lo que hago es mostrarlas y dejar que cualquiera que lo desee las vea y las estudie, incluso antes de, como suele decirse, "hacerlas propias". Luego, busco la bendición divina y sencillamente las coloca delante de una figura muy sagrada para mí, y al día siguiente las uso pensando que tienen la aprobación que buscaba. ¡Y ya está!
Yo creo que haríamos bien en no confundir, por tanto, el instrumento con el mensaje y con el origen del mismo. ¿Eso quiere decir que no es bueno hacer nada en absoluto con ellas? Mi contestación vendría explicada en un ejemplo. Imagina una cita de amor; uno prepara con ilusión y ternura ese encuentro; coloca música agradable, unas luces hermosas, una cena deliciosa, pero lo importante es que en esos preparativos hay mucho amor. Fíjate bien, lo que hay es amor; pero ni la música, ni las luces, ni la cena lo conforman, sencillamente lo adornan. El amor tiene que estar por encima de todos esos aderezos que por muy bellos que sean no crean el sentimiento, sino en todo caso, lo acogen y lo cuidan pero no lo crean.
(*) La primera imagen pertenece al Oráculo de los Maestros Ascendidos de Ulrike Hinrichs y Petra Schneider. En cuanto a la segunda ha sido obtenida de la red, y pertenece al Tarot Rider Waite.