A la hora de atender determinadas consultas de Tarot, parecen existir dos tipos de prejuicios que pueden dificultar mucho la ayuda que el Tarot nos brinda.
Uno de esos prejuicios es considerar como predicción fija e inamovible lo que debería verse como un punto importante para reflexionar sobre posibles peligros que una situación, si no se encara de la manera adecuada, puede ocasionar. Por ejemplo, muchos tarotistas se lanzan a predecir como algo inapelable un divorcio; mientras que quienes hablan a través de las Cartas lo que están haciendo es señalar la posibilidad de que éste se lleve a cabo, y por tanto la necesidad de reflexionar si uno lo desea o no, y poner los medios para su superación.
Otro de los prejuicios es la consideración de que determinadas circunstancias negativas en nuestra vida estén sucediendo porque seamos o no víctimas de un maleficio o bien un "mal de ojo" de alguien que no nos quiere demasiado bien.
Pongo ante vosotros este texto extraído del libro Tarot y Constelaciones Familiares, de Daniel Rodés y Encarna Sánchez, en el que se aborda esta temática que, aunque en el libro vaya dirigido a la influencia generacional, creo que puede aplicarse también a la individual. Os invito a su lectura:
¿Qué ocurre con las maldiciones?
Cuando alguien pronuncia una maldición y ésta es asumida, se convierte en un patrón mental para las generaciones siguientes. Las maldiciones existen, pero no como una misteriosa energía que pulula por el ambiente, sino como órdenes asimiladas por el inconsciente.
Las sentencias o maldiciones son órdenes a cumplir en el futuro. Todas las magias y supersticiones del mundo se basan en este principio. Cuando la persona recibe la maldición y se la cree, le da poder. Por eso a las personas escépticas estas maldiciones no pueden hacerle daño. Al ser creaciones de la propia mente, hace falta una mente predispuesta a crearlas. Por ejemplo, cuando un mago vudú quiere hacer daño a una persona y clava alfileres en un muñeco, la víctima debe ser informada de ello. De lo contrario, no se produce ningún efecto.
Muchas personas que se dedican al Tarot sin la suficiente comprensión o preparación moral suelen dictar sentencias como: «Te va a pasar esto». Es una grave irresponsabilidad, pues hay presuntos tarotistas que se dedican a vaticinar graves enfermedades, accidentes e incluso muertes. El peligro estriba, como ya se ha dicho, en que si alguien se lo cree su mente puede atraer esos peligros a su vida. El Tarot no fue creado para esa clase de adivinaciones fraudulentas, sino como un medio para conocernos mejor y descubrir nuestras diferentes facetas psicológicas y espirituales. Cuando trabajamos en nuestro árbol genealógico, a veces surgen estas sentencias o maldiciones que pueden marcar a toda una familia. El mayor perjuicio se produce cuando son maldiciones generales: se maldice a todos los hombres, todas las mujeres, todas las personas de un pueblo o un país, etc.
Daniel Rodés y Encarna Sánchez,
Editorial Océano
A veces me da mucha pena cuando veo que algunos tarotistas -como muy bien señalan los autores de este libro- reafirman los miedos de los consultantes, en vez de darles el justo valor y ayudar a la persona en su maduración en vez de crearles más miedos que les hagan dependientes.
Sí quiero señalar otra cosa muy distinta, y es el tema de la influencia que puedan desarrollar la fuerza de nuestros pensamientos. Y entonces sí, quizá deberíamos aprender y disciplinarnos en su control, en lugar de permitir que los malos pensamientos y sus influencias negativas sean más fuertes que los buenos... ¡que también los tenemos! Pero esto, quizá, deba de ser tratado en otro artículo más adelante.