Me ha parecido tan hermosa esta leyenda que cuenta Paulo Coelho, que deseo compartirla con todos vosotros. Es ésta:
Dice la leyenda que, después de una exhaustiva sesión matinal de oraciones en el monasterio de Piedra, el novicio preguntó al abad si las oraciones hacían que Dios se aproximara a los hombres.
-Voy a responderle con otra pregunta -dijo el abad-. ¿Harán salir el sol mañana todas esas oraciones que usted reza?
-¡Claro que no! ¡El sol sale porque obedece a una ley universal!
-Entonces, esa es la respuesta a su pregunta -dijo el abad-. Dios está cerca de nosotros, independientemente de las oraciones que digamos.
El novicio se rebeló:
-¿Quiere usted decir que nuestras oraciones son inútiles?
-En absoluto. Si usted no se despierta temprano, nunca conseguirá ver el sol naciente. Si no reza, aunque Dios esté siempre cerca, usted nunca conseguirá notar su presencia.
Paulo Coelho, Como el río que fluye
En el fondo, pienso que uno no reza porque Dios lo necesite, sino porque lo necesitamos nosotros.