Volviendo al tema de la concepción milagrosa que muchos ponen en duda y sobre lo que no me voy a definir, me gustaría explicarlo de la siguiente forma. No creo que tuviera que ver con la necesidad de pureza en el sentido religioso de un cierto desprecio al sexo; cosa que yo, al menos, no acabo de aceptar pues el sexo también es una creación de Dios (otra cosa es el posible abuso que se haga de él).
La concepción virginal de Jesús la veo más bien como una demostración del poder de Dios. Se nos dice que María siempre calla: actúa pero apenas habla; algo fácil de entender si consideramos la situación en la que históricamente se ha colocado a la mujer.
Y como decía en la entrada número II, María no podía tener acceso a los cultos reservados a una clase especial de hombres (tampoco se les permitía todo a todos los hombres, aunque sí más que a las mujeres).
¿No sería una prueba extraordinaria del contacto real entre Dios y su criatura María el hecho de que concibiera sin necesidad de seguir las leyes naturales? ¿No podía ser la mayor prueba de que Dios estaba con ella? No hay que olvidar que para una mujer judía de aquella época y geografía, el hecho de concebir significaba, además de un deber, una bendición de Dios; y la esterilidad era vista como una especie de maldición.
El encuentro de María e Isabel (la mujer infértil que había recibido la gracia de concebir contra toda esperanza a su hijo Juan) tuvo que ser hermoso pues las dos sabían la verdad; no necesitaban más pruebas ya que ellas mismas se habían convertido en las pruebas reales de la cercanía de Dios. Sin duda debieron sentirse reconfortadas; no necesitaban palabras porque comprendían en su carne todo lo que pasaba.
Y José acepta; no le importa el no entender, no da suficiente peso a sus dudas, sino que demuestra ser bondadoso y, probablemente, adelanta la boda real y efectiva para no poner en peligro la reputación de María. José está dispuesto a sufrir las dudas de sus vecinos; pero no va a abandonar a quien Dios ha destinado como su esposa. Y tampoco dejará desprotegido al Niño que su Creador le regala por tan extraños caminos. Si eso no es amor...
Jesús es, además de un regalo de Dios a la humanidad, el encuentro de dos almas devotas. Luego vendrían los duros años de aprendizaje, porque... no podía ser fácil seguir caminos tan poco trillados y vivirlos en silencio...Hasta que el Hijo se hace Maestro.