La mayoría de los seres humanos (por no decir todos) aseguran buscar la felicidad como meta en su vida. Sin embargo, resulta curiosa la escasa capacidad que parece desarrollar el ser humano para disfrutar de los logros. Esto se ve muy bien cuando saboreamos el contenido de una novela o una película: solemos deleitarnos con el desarrollo, pero, cuando la situación se resuelve y todo el mundo parece feliz, ¡zas!, se acabó el interés.
¿Cómo se puede decir que se busca la felicidad si a la hora de encontrarla ya estamos dispuestos a embarcarnos en nuevas dificultades sin pararnos a deleitarnos con lo ya logrado? Uno se empeña en remodelar su casa para darle más comodidades, y, una vez completada la tarea, se dedica a todo menos a disfrutar de esas mejoras. Se hacen miles de viajes de turismo para asegurar al que se nos coloque al lado que "allí estuvimos nosotros", pero ¿disfrutó uno de la situación o disfrutó más de lo que pensarían los demás de su situación?
Puede parecer muy exagerado lo que estoy diciendo, pero, con más frecuencia de la esperada, las cosas suceden así (¡no siempre, gracias a Dios!). Actualmente son pocos los que hablan del cielo, pero, al menos cuando era pequeña y jovencita, se escuchaban comentarios sobre lo que sería ese lugar tan maravilloso: ¡la beatitud completa! ¿Y cómo se identificaba ese lugar de felicidad? Como un lugar estático donde no había retos que complir y por tanto ¡un aburrimiento! ¿De verdad uno puede aburrirse con la felicidad? ¿Hasta eso hemos llegado?
Existe una asignatura pendiente en el ser humano y es la de aprender a ser feliz. Es una lección que resulta muy difícil para algunos porque, probablemente, no han entendido lo que significa realmente ser feliz. El español tiene una ventaja sobre otros idiomas y es que contamos con dos verbos para describir el SER y el ESTAR. Quizá nos hemos identificado demasiado con "estar felices" por determinadas situaciones que nos acontecen, y hemos olvidado "ser felices" porque ésa es nuestra esencia.
El reto ahora parece ser el aprender a vivir la abundancia. Si todavía no has descubierto el estado de felicidad por la felicidad misma, ¿no crees que va siendo hora de que te matricules en tan interesante y necesaria asignatura? De veras que te animo con todas mis fuerzas a que te inscribas. El ser humano necesita reencontrarse con aquello que dice desear: ¡la verdadera felicidad!
¿Cómo se puede decir que se busca la felicidad si a la hora de encontrarla ya estamos dispuestos a embarcarnos en nuevas dificultades sin pararnos a deleitarnos con lo ya logrado? Uno se empeña en remodelar su casa para darle más comodidades, y, una vez completada la tarea, se dedica a todo menos a disfrutar de esas mejoras. Se hacen miles de viajes de turismo para asegurar al que se nos coloque al lado que "allí estuvimos nosotros", pero ¿disfrutó uno de la situación o disfrutó más de lo que pensarían los demás de su situación?
Puede parecer muy exagerado lo que estoy diciendo, pero, con más frecuencia de la esperada, las cosas suceden así (¡no siempre, gracias a Dios!). Actualmente son pocos los que hablan del cielo, pero, al menos cuando era pequeña y jovencita, se escuchaban comentarios sobre lo que sería ese lugar tan maravilloso: ¡la beatitud completa! ¿Y cómo se identificaba ese lugar de felicidad? Como un lugar estático donde no había retos que complir y por tanto ¡un aburrimiento! ¿De verdad uno puede aburrirse con la felicidad? ¿Hasta eso hemos llegado?
Existe una asignatura pendiente en el ser humano y es la de aprender a ser feliz. Es una lección que resulta muy difícil para algunos porque, probablemente, no han entendido lo que significa realmente ser feliz. El español tiene una ventaja sobre otros idiomas y es que contamos con dos verbos para describir el SER y el ESTAR. Quizá nos hemos identificado demasiado con "estar felices" por determinadas situaciones que nos acontecen, y hemos olvidado "ser felices" porque ésa es nuestra esencia.
El reto ahora parece ser el aprender a vivir la abundancia. Si todavía no has descubierto el estado de felicidad por la felicidad misma, ¿no crees que va siendo hora de que te matricules en tan interesante y necesaria asignatura? De veras que te animo con todas mis fuerzas a que te inscribas. El ser humano necesita reencontrarse con aquello que dice desear: ¡la verdadera felicidad!