Francisco de Goya, La Gallina Ciega |
Francamente, no acabo de entender qué es lo que ocurre, pero observo que vivimos en una constante competencia, en una competición desleal y batalladora que no veo que conduzca a ninguna parte buena.
Claro, y así leído este inicio, os preguntaréis a qué hago referencia. En este caso concreto hablo de una batalla que parece no tener fin: la batalla de los sexos; o de los géneros, palabra que parece está más en consonancia con estos tiempos tan particulares que vivimos.
Sí, durante muchísimo tiempo, la mujer ha sido silenciada; y ahora, de repente, parece que se quiere fomentar el efecto contrario. De la opinión negativa sobre la mujer, pasamos a la peyorativa sobre el hombre. Constantemente se nos está bombardeando en este sentido. Por supuesto que me parece muy mal que se maltrate a la mujer, pero es que me parece igualmente deleznable que se haga lo propio con el hombre; es más, me parece aterrador que se minusvalore y dañe al ser humano sea del género que sea. Uno y otro merecen nuestro respeto; el de todos.
Parece que nos gustan los extremos; aunque tengo que admitir que a mí personalmente no me acaban de convencer. Creo que en el punto medio está el mejor camino.
¿Aprenderemos alguna vez a respetarnos unos a otros? ¿Aprenderemos a defender nuestros derechos sin necesitar agredir al contrario? ¿Llegaremos a valorar nuestras diferencias y disfrutar de nuestras similitudes? ¡Espero que sí! ¡Por el bien de todos!
Claro, y así leído este inicio, os preguntaréis a qué hago referencia. En este caso concreto hablo de una batalla que parece no tener fin: la batalla de los sexos; o de los géneros, palabra que parece está más en consonancia con estos tiempos tan particulares que vivimos.
Sí, durante muchísimo tiempo, la mujer ha sido silenciada; y ahora, de repente, parece que se quiere fomentar el efecto contrario. De la opinión negativa sobre la mujer, pasamos a la peyorativa sobre el hombre. Constantemente se nos está bombardeando en este sentido. Por supuesto que me parece muy mal que se maltrate a la mujer, pero es que me parece igualmente deleznable que se haga lo propio con el hombre; es más, me parece aterrador que se minusvalore y dañe al ser humano sea del género que sea. Uno y otro merecen nuestro respeto; el de todos.
Parece que nos gustan los extremos; aunque tengo que admitir que a mí personalmente no me acaban de convencer. Creo que en el punto medio está el mejor camino.
¿Aprenderemos alguna vez a respetarnos unos a otros? ¿Aprenderemos a defender nuestros derechos sin necesitar agredir al contrario? ¿Llegaremos a valorar nuestras diferencias y disfrutar de nuestras similitudes? ¡Espero que sí! ¡Por el bien de todos!