Me gustaría hacer alguna matización con respecto a las lecturas con el Tarot. Podríamos decir que existen dos tendencias radicales, y una que aporta equilibrio.
La primera tendencia radical, a mi modo de ver, es la de quien se coloca ante las cartas y de inmendiato aporta su visión, diciendo que su intuición le dice esto y aquello.
La segunda tendencia es la de quien se pertrecha de libros y acepta sin rechistar el significado que se atribuye de forma genérica a una situación en particular.
Creo que ninguna de las dos tendencias resulta adecuada, sino una mezcla de las dos.
En cuanto al sistema intuitivo hay que aclarar que, en muchas ocasiones, esa intuición que decimos sentir no es más que una reacción visceral ante determinadas necesidades y deseos. Por ejemplo, si uno teme muchisimo que un negocio que quiere comenzar se venga abajo, en el momento en que aparezca en la lectura (en la posición que sea) la carta de La Torre, ya saca la conclusión de que ya le decía su intuición que iba a fracasar. Y resulta que a lo mejor no; La Torre le puede estar indicando otra cosa que debería repensarse. O el caso de quien espera un amor que nunca llega y le aparece, de repente, la Carta de Los Enamorados; y claro, la respuesta es clarísima para esta persona, pero si se alejara un poquito de sus miedos y deseos, y enfocara con más detenimiento y perspectiva su visión, a lo mejor conseguía consejos muy valiosos que está desechando por su precipitación.
Luego están aquellos que se agarran a significados inalterables que alguien escribió para describir situaciones concretas que podrían muy bien ser aplicadas de forma genérica, siempre y cuando el consultante sepa trasladar esos significados concretos a su situación, y no hacerlos encajar a la fuerza.
En ambas situaciones, se da una visión estrecha y precipitada. A mí me parece que una vez destapadas las cartas (poco a poco, como a mí me gusta hacerlo), y vistas después en conjunto para que adquieran un significado más completo (de la misma manera que en el lenguaje unas cosas son las palabras sueltas y otra cuando forman frases), lo que hay que hacer es pararse y darse tiempo para interpretar las cartas una segunda vez con una mayor amplitud, serenidad y perspectiva. Y es entonces cuando las cosas de verdad empiezan a encajar, no antes.
Por supuesto existen momentos intuitivos; pero yo los veo como regalos que nos animan a no cejar en nuestro empeño, no como pautas a seguir de forma constante. Pensemos un momento: considero que si las cosas fueran tan sencillas, si entender el Tarot es algo facilísimo, no llevaría tanto tiempo su estudio. Incluso diría más; los mejores tarotistas nunca se enorgullecen de su total comprensión sobre un asunto, sino que admiten la posibilidad de cambios y de visiones aún mucho más profundas.
No hay que olvidar que el Tarot es una hermosa y valiosa herramienta, pero el Hacedor es quien está por encima; nosotros sólo alcanzamos una mínima parte por la que yo, al menos, estoy inmensamente agradecida.
Por tanto, pido serenidad y profundidad, y no confundir la INTUICIÓN con la VISCERALIDAD, que puede ser tan nociva.