Y tras La Luna, aquí tenemos a EL SOL. En el Tarot Rider Waite, un sol enorme y esplendoroso ilumina el cielo y la tierra bajo él. Sus rayos alcanzan para dar vida y motivar a los girasoles a iniciar su movimiento. Un niño radiante de felicidad, cabalgando a lomos de un caballo blanco, empuña un rojo estardante.
¿Qué puede estar diciéndote esta carta? Si miramos con atención, veremos que el caballo no tiene ni bridas ni silla; en definitiva, se mueve libremente atendiendo al reclamo del entusiasmo de su jinete. ¿Y cómo puede un niño ejercer tal poder sin ayuda alguna? Está lleno de confianza en el proceso de la vida; la energía del sol lo mueve; el rojo de su estandarte nos podría incluso hablar de la energía pasional de este infante.
Pero no te equivoques, aunque el aspecto sea de niño, se trata de alguien iluminado; alguien que ha crecido y "ha vuelto a nacer". Cree y confía; y, además, aporta su fuerte energía que recibe de la Fuente; pero no es un incauto que no conozca; al contrario, porque conoce, sabe que puede confiar en la energía de la Vida.
Ma Deva Padma y Osho, atendiendo a la imagen de ese niño que aparece en el Arcano XIX del Clásico Tarot, titula a esta Carta, en su Tarot Zen, LA INOCENCIA, y la diseña con la imagen de un anciano.
Aunque esto pueda parecer un contrasentido, no lo es en absoluto si te fijas en la actitud del personaje y en como mira embelesado un saltamontes sobre su mano.
Sus muchos años, en lugar de agriarle el carácter y adormecerlo en el aburrimiento, le han enseñado a asombrarse ante la Vida. Nada hay que no tenga interés para él; todo lo mira, todo lo absorbe, todo lo disfruta. Ve el milagro en todo lo que toca.
¿Y qué es sino la inocencia? No puede ser un estado de ingenuidad ignorante; no, se trata de la inocencia del que conoce y que, por eso, sólo ve la verdad en todo.