LA MADRE, en el aspecto zodiacal, nos habla de Cáncer y, por tanto, nos relaciona con la Luna.
La Madre nos lleva a la sensibilidad, a las emociones, al cariño. Surge del mar, el terreno emocional más claro en simbología. Al fondo una luminosa luna nos ofrece la capacidad para la intuición; porque una madre no tiene que ver para sentir a su hijo.
La corona de estrellas que iluminan su conexión con el cielo, y las flores que surgen de su vestido y que nos enlazan con los frutos de la tierra dejan clara la unión de cielo y tierra, materia y espíritu, concreción y abstracción. No olvidemos que la madre, a partir de su deseo, puede cocrear vida (recordemos que no es ella sola la que crea; necesita ayuda humana y ayuda divina). Y ahí está el niño como prueba.
La Madre mira a su hijo con ternura y le ofrece vida. Su hijo, a su vez, no necesita mirarla a ella puesto que en ella se asienta de manera firme y segura, sino que mira al huevo de oro que le indica el futuro que tiene el deber de ayudar a desarrollarse. Y así continúa la cadena de la vida; aportando todos algo nuevo, sustentados por el pasado y motivados hacia el futuro.
En esta carta se nos puede estar indicando que necesitamos recuperar el cariño y la ternura, por nosotros mismos y por aquellos que de nosotros dependen y a quienes tenemos que sustentar. Asumir esos rasgos femeninos que muchas veces parecen no querer ser aceptados por la supuesta debilidad que engendran, ya que la Madre, aún siendo tan importante, queda en un aparente segundo lugar, y cede el protagonismo a su hijo. El amor discreto, el amor callado, la intuición sin grandes anuncios rimbombantes; aspectos que nos hablan de esa modestia femenina hoy tan mal vista y que, a lo mejor, no nos vendría tan mal recuperar no sólo en el género femenino sino en el masculino, puesto que estos rasgos los llevamos todos dentro como una semilla que debe germinar regándola en los momentos oportunos.