Ya sé que resulta obvio pero me parece importante recordarlo. Si quieres iniciarte en la práctica del Tarot, de entrada vas a necesitar uno. Así que, para la compra del primer Tarot, yo recomiendo el RIDER WAITE. ¿Por qué? Pues porque todo lenguaje necesita el conocimiento del abecedario como tarea básica antes de especializarse en la temática que a uno le pueda interesar a la hora de escribir, por ejemplo, y, en mi opinión, el Rider Waite cumple esta labor con creces; además del desarrollo ulterior, por supuesto.
El RIDER WAITE tiene mucha ventajas para los primerizos; nos ofrece la base que luego en cada Tarot se va matizando de diversas formas. Además, el diseño de las cartas nos permite memorizarlas sin excesivo esfuerzo. Sí, hablo de memorizar porque en los inicios habrá que memorizar determinadas cosas.
Por supuesto, el hecho de hacerse con un Tarot Rider Waite en los comienzos, no quiere decir que debas seguir utilizándolo o que no debas tener otros. En mi caso, me encantan las Cartas, así que tengo una buena selección de las mismas, que uso dependiendo de la temática, del consultante, del momento, etc.; eso sí, sigo utilizando también mi querido Rider Waite que me ofrece mucha información.
Una vez comprada la baraja, lo que suelo hacer es ponerla bajo la protección de una imagen religiosa a la que venero. La dejo una noche y ya hago las cartas mías pues las considero plenamente bendecidas.
Me gusta abrirlas e irlas viendo detenidamente una a una. Como soy muy impaciente, me permito alguna tirada aunque aún no conozca las cartas, pero es una forma de irlas conociendo. Y esto me lleva a otro tema: el tiempo. Cuando comencé con esto, quienes ya conocían los entresijos de este camino me advirtieron de que no fuera demasiado aprisa, que la cosa llevaba tiempo; uno o dos o tres años. Por supuesto, consideré que aquel consejo no era el indicado para mí, que en un santiamén aprendería todo y que yo no necesitaba ese tiempo. ¡Diez años después me doy cuenta de que aún me queda muchísimo por aprender!
Eso no quiere decir que el aprendiz no pueda ir adentrándose aunque desconozca aún muchas cosas, pero debe hacerlo con la humildad y la convicción de que no lo sabe todo y que por tanto sus apreciaciones no son dogma para nadie. No me gustan excesivamente los tarotistas que aseguran las cosas, porque seguro no hay nada; Dios es libre de modificar lo que quiera. Las consultas pueden ser una base, pero no tienen por qué proclamarse como la verdad absoluta. Y ésa es la lección más importante desde el principio.
Pienso que en los primeros tiempos de iniciarse en el Tarot, a la persona se la puede gratificar con lo conocido como "suerte del novato"; pero ante sus sorprendentes aciertos no debe cegarse puesto que vendrán pruebas más adelante que le llevarán a cuestionarse si está hecho o no para esto.
¿Te animas a empezar?