Cuando contemplo la carta de El Mago en el Tarot Rider Waite, lo primero que experimento es una gran alegría. La razón es muy clara; para mí El Mago es una muestra de confianza que deposita el Cielo en nosotros. Se considera a la persona capaz de solucionar las cosas desde su propia perspectiva y se la proveé con todo lo necesario.
Sobre la mesa están los símbolos de los cuatro palos del Tarot (copas, oros, bastos y espadas). Combinándolos, la persona puede obrar maravillas. Sólo necesita armonizar dos aspectos: el cielo y la tierra. Eso se ve con mucha claridad si observamos los brazos de esta figura. Una apunta hacia el cielo; con ello, a mí me da a entender que solicita permiso y ayuda divina, que no la descarta en absoluto pues no es tan prepotente. Con el otro brazo apunta a la tierra, a su propio trabajo, a su propio esfuerzo para materializar la tarea que tiene entre manos.
El Cielo confía en nosotros. Nos proveé de lo necesario y nos pide que nos pongamos a trabajar con la esperanza del éxito. No va a hacer por nosotros el trabajo que nos corresponda a cada uno, pero sí va a favorecer el esfuerzo y la responsabilidad personal. Se nos da lo necesario, pero eso no quiere decir que consigamos las cosas sin esfuerzo, voluntad y tesón. Se trata de que uno valore las herramientas que posee y se disponga a la tarea.
La carta tiene el número I. Es la carta del individuo. Es él quien debe decidir la tarea y ponerse a hacerla. Pero es él también el que tendrá en cuenta no sólo lo humano sino lo divino. Se le ha concedido un gran milagro: el de su existencia y el de su capacidad. Se le ha concedido el milagro de la vida y ahora ha de vivirla en plenitud.