jueves, 3 de abril de 2008

Autoconocimiento

Existen dos palabras que, últimente, observo suelen confundirse en el lenguaje: "Consciencia" y "Conciencia". Tanto es así que cuando uno se dispone a utilizar esa herramienta que a veces es tan útil (y a veces tan inútil) como la tecla de corrección ortográfica, muchas veces al escribir uno de los términos se nos cambia automáticamente por el otro. Pero, ¿significan lo mismo? Yo creo que una añade un matiz que la otra no tiene necesariamente.

Según el diccionario de la Real Academia Española,
consciencia, entre sus otras acepciones es la "capacidad de los seres humanos de verse y reconocerse a sí mismos y de juzgar sobre esa visión y reconocimiento". Mientras que conciencia, palabra con muchas más acepciones, en una de ellas se nos explica que sería el "conocimiento interior del bien y del mal". Es decir, para mí el primer término estaría relacionado con el autoconocimiento y el conocimiento de los demás; mientras que el segundo término haría relación más bien a valoraciones éticas.

Hoy me gustaría detenerme un poco en la consciencia, y en especial en el autoconocimiento. Desde que empecé a practicar con el Tarot me he ido dando cuenta, cada vez más, de lo mucho que queremos engañarnos. Ante una consulta, sucede con frecuencia que las personas no identifican sus propias actitudes sino que, automáticamente, se las achacan a su entorno.

Lo triste de esto son dos cosas: en primer lugar, la pobreza en el autoconocimiento que ya en sí misma es un hecho lamentable. Pero es que, además, esto nos conduce a unos comportamientos total y absolutamente erróneos.

Cuando uno se embarca en el viaje hacia el interior, debe proveerse de una armadura que, aún protegiéndole, no le impida ver. Y es que a veces el autoconocimiento puede resultar demoledor (de ahí la necesidad de una armadura), pero no ver la verdad, a la larga, resulta mucho más devastador.

No debería darnos tanto miedo ir hacia lo profundo. Todos tememos encontrar a un ser éticamente incorrecto, pero eso no suele ser así. Nuestros comportamientos desafortunados suelen proceder, precisamente, de esa falta de conocimiento sobre nosotros mismos.

Mientras no seamos capaces de mirarnos en el espejo de nuestra realidad sin el acompañamiento distorsionante de máscaras y aderezos, me temo que, irremediablemente, nuestros granos e impurezas seguirán saliendo a la luz en el momento más inoportuno con la ayuda de la fuerza externa de los elementos.


* La imagen que acompaña a este texto corresponde al Tarot Osho Zen, y la carta que muestro recibe, precisamente, el nombre de Consciencia.