Muchas son las personas que, ante la sola mención de la palabra Tarot, experimentan un gran miedo. Oyen hablar de él y, automáticamente, cambian de conversación. Otras, por el contrario, aun teniéndole un miedo considerable, lo cierto es que, de alguna manera, podría decirse que están obsesionadas con él, y acuden a tarotistas de todo tipo a la búsqueda de respuestas sin fin.
Diría que quienes temen el Tarot, lo hacen porque consideran que la vida tiene un camino marcado de antemano y que, por más esfuerzos que uno haga para modificarlo, esos esfuerzos serán del todo inútiles. Y claro, las malas noticias, según esta idea, no pueden ser bien venidas.
Pero también se da el caso de quienes están “obsesionados” con las consultas al Tarot; y en muchos casos, me parece que ese “enganche” procede de la misma causa: el miedo. Sí, el miedo a tener que decidir por uno mismo; el miedo a la responsabilidad de la propia vida y de la de quienes nos rodean; así que, para estas personas resulta agradable descargarse de responsabilidades y aceptar el poder del destino sin más; como un destino implacable sobre el que el individuo no tiene nada que hacer sino sencillamente aceptar.
Sin embargo, si uno acepta que no todo está absolutamente determinado sino que existen vías alternativas que pueden ir “creando” la propia vida; entonces, todo varía. Podría ocurrir (y probablemente eso es lo que ocurre) que cada uno de nosotros tengamos en nuestras manos la posibilidad de mejorar o empeorar determinadas circunstancias. Y ahí, el consejo, a mi modo de ver, es siempre bienvenido. Por eso me gusta hablar de consultas a través del Tarot; de eso estamos hablando de la obtención de una visión más ajustada de la realidad.
El conocimiento nos permite valorar y, una vez valorada la situación con profundidad y realismo existe una posiblidad más grande aún: la petición. Sí, para el creyente la petición es parte consultancial a él, no lo olvidemos. Y yo sí creo en el poder de la oración.
Hay que reconocer de una vez por todas que el Tarot por sí mismo no tiene poder, sino que nos puede ayudar a enfocar las situaciones de mejor manera. Y una vez conocido el problema, tendremos más posibilidades de solventarlo, ¿o no?
* La imagen pertenece a la baraja "Symbolon", de Peter Orban, Ingrid Zinnel y Thea Séller; AGM AGMüller (Neuhausen am Rheinfall, Switzerland)